El parto con cesárea de la nueva Generalitat se anticipa al del Gobierno del Estado

Bandera catalana.
Independencia, ilusión y ficción van de la mano en Cataluña.

Los ganadores de las elecciones en Catalunya se han adelantado a alumbrar a su nuevo president, en un parto con cesárea al que debe seguir el del Gobierno del Estado.

El parto con cesárea de la nueva Generalitat se anticipa al del Gobierno del Estado

Sentada esta conclusión, preguntémonos respecto a las pretensiones nacionalistas de la mayoría parlamentaria catalana, que, en complicadísimas combinaciones de escaños, ha elegido para sustituir a Mas, al hasta ahora alcalde de Girona, Carles Puigdemont Casemajó.

Empecemos por aclarar la confusión terminológica:

Defender el soberanismo no equivale a imponer el independentismo, ominosamente llamado, por los de siempre, “separatismo”.

Ser soberanista o independentista no es ser “antisistema”:

Ser anticapitalista no es ser antisistema, salvo para cuantos consideren un sistema el capitalismo.

Ser antisistema es exclusivamente propugnar una forma de Gobierno totalitario, de dictador o de partido único, sea cual fuere su signo.

El proceso hacia la independencia de Catalunya no es viable, como saben perfectamente tanto los soberanistas como los unitaristas.

Luego la pelota está en posesión de los ganadores de las últimas elecciones generales, obligados a pactar un cambio en absoluto de sistema, sino de Constitución.

Sobre la base siempre escamoteada, de que Estado-nación (aquí  sólo “tolerada”, o sea, nunca) no significa nación, ni aun “nación de naciones”.

Conformemos nuestra condición constitutiva natural, jamás asumida, de Estado mutinacional libremente unido.

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