Cataluña y no Madrid, el mayor riesgo político para el Gobierno de Sánchez

Pere Aragonés. / ERC
Pere Aragonés, candidato a la Presidencia de la Generalitat.

En las elecciones madrileñas sólo se dirimen las posiciones relativas de las derechas. En el Parlamento catalán, la división del nacionalismo amenaza al Gobierno estatal.

Cataluña y no Madrid, el mayor riesgo político para el Gobierno de Sánchez

Bajo el título La mayoría electoral nacionalista tendrá dificultades para formar Gobierno, el día de las elecciones catalanas adelantamos en MUNDIARIO que se tardaría mucho en formar Govern, a contracorriente de la mayoría de los analistas. Transcurrido un mes y medio, JxCat y Puigdemont se recrean devaluando al candidato de ERC, Pere Aragonés mientras prosiguen las ensoñaciones sobre la República independiente que pudo ser y no fue, o más bien que no fue porque no podía ser.

El principio de realidad es muy difícil de aceptar, de forma que quienes promovieron el mayor conflicto institucional de la democracia aún no han encontrado la forma de volver a la política realista. Lo ha intentado Junqueras pero las elecciones lo colocaron ante un dilema crucial: debía elegir entre un Ejecutivo con fuerzas de la izquierda como PSC y En Comú, o un Ejecutivo nacionalista con CUP y JxCat. Eligió lo que había prometido en la campaña electoral, más secesionismo, más conflicto. Probablemente lo hizo contradiciendo su pensamiento que le aconsejaba explorar y agotar las vías de colaboración con el Gobierno estatal. Pero la debilidad de ERC ante lo que representaba la antigua Convergencia y hoy el grupo de Puigdemont, le ha llevado a optar por la solución peor para sus intereses.

Es así porque JxCat no aceptará haber perdido la hegemonía ante quienes consideran menos comprometidos con el país, menos cualificados para dirigirlo. Que el PSC haya ganado las elecciones es un dato. Que el nacionalismo tenga mayoría absoluta, una epifanía. Que debería ser gobernado por los de siempre y no por los advenedizos, es lo que altera a JxCat. De entrada ni se han molestado mucho en explicar su posición. No se debate un programa de gobierno, sino una simbología, la de la sumisión absoluta al ausente, a quien ha elegido la vía del autoexilio para mantener viva la llama sagrada de la independencia.

Esa abstracción complica al Gobierno Sánchez. ERC va a pagar un coste elevado por apoyar a un Ejecutivo que no acepte la estrategia de Puigdemont, por lo que es probable que, como Unidas Podemos, acelere el distanciamiento con el PSOE y por lo tanto el final de la legislatura. Especialmente cuando la maniobra de acercamiento a Ciudadanos se salda con un fracaso. Seguirán teniendo votos en el Congreso, pero su peso electoral real se está diluyendo día a día.

Lo único seguro es que no habrá repetición de elecciones. ERC deberá hacer más concesiones, hasta desdibujarse, para conseguir el apoyo necesario. El Gobierno catalán promete ser una fuente de sorpresas y de conflictos, con capacidad para atraer la atención mediática o tensionar al Gobierno pero sin poder real para crear situaciones de riesgo para la convivencia. Sólo el tiempo y las sucesivas elecciones podrán temperar la exaltación de una generación de políticos ajenos a la realidad.

Por el contrario en Madrid el Gobierno no se juega nada. Si Ayuso gana, la situación no varía. Donde había una coalición habrá un gobierno monocolor en minoría. Una y otro apoyados en Vox. Gabilondo estaba amortizado antes y lo estará después de las elecciones. Los pocos nombres conocidos que se han sumado a la candidatura parecen nombrados para justificar su cese como altos cargos y su sustitución por otros. Recordemos que la política migratoria está dirigida de facto por el Ministerio de Interior desde hace meses, sin duda como parte de las complicadas relaciones actuales entre los Gobiernos de España y de Marruecos. Por su parte la política deportiva ya ha aportado suficientes problemas durante los últimos años.

Si en contra de las encuestas, Gabilondo consigue formar Gobierno, será mediante una coalición de tres partidos y por un tiempo de dos años. Demasiado poco para dejar huella antes de verse abocados a nuevas elecciones. Ese supuesto debilitaría a Casado como dirigente popular y a su partido como alternativa. En cualquier caso la distancia demoscópica entre los dos primeros partidos es demasiado grande como para poner en peligro la reelección de Sánchez, en el momento actual.

El seísmo provocado por la moción de censura de Murcia sólo ha servido para dinamitar a Ciudadanos, uno más en la lista de partidos centristas fracasados. Ayuso y Casado han aprovechado para consolidarse e Iglesias, siempre atento a la coyuntura, ha encontrado la excusa para alejarse del Gobierno y poder criticarlo a diario sin provocar tantas tensiones.

Podemos avanzar que las aportaciones a la gobernabilidad de España de los futuros Presidentes de Cataluña y de Madrid no serán importantes. Por distintas razones ambas Comunidades Autónomas han decidido confrontar con el Estado para obtener réditos electorales. Postura bien diferente a la del Gobierno vasco y el PNV, que han hecho de la amenaza de confrontación, bálsamo presupuestario continuado para sus demandas. A esto le llamamos convencionalmente Estado de las Autonomías. @mundiario

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