En Cataluña “es el momento de la política” y otros mitos

Mariano Rajoy y Carles Puigdemont
Mariano Rajoy, presidente del gobierno de España; y Carles Puigdemont. / RR SS.

Secesionistas, incautos y oportunistas acusan al gobierno de Rajoy de no explorar la vía política pero la realidad es otra.

En Cataluña “es el momento de la política” y otros mitos

“Es el momento de la política” insistía la portavoz del PSOE en el Congreso, Margarita Robles, tras el referéndum del 1 de octubre en Cataluña. “Cataluña requiere una respuesta política” sentencia Pablo Iglesias. El lehendakari Íñigo Urkullu y la presidenta balear Francian Armengol se han pronunciado en la misma línea. Es el mismo eslogan promovido por el secesionismo.

La proposición como respuesta al pulso al estado de derecho que mantienen los independentistas se repite una y otra vez

Cuatro años antes era el presidente de la Generalitat, Artur Mas, quien advertía a Mariano Rajoy que era el momento de la “alta política” para resolver la situación en Cataluña. La proposición como respuesta al pulso al estado de derecho que mantienen los independentistas se repite una y otra vez. Tanto, que ha conseguido calar la idea de que la política está ausente y ha dejado su sitio en la toma de decisiones al poder judicial. Que se ha judicializado la vida política y se debe apostar por vías democráticas y no judiciales. Como si fuesen excluyentes.

El independentismo catalán se apoya en un hábil lenguaje lleno de eslóganes atrabiliarios y trata de confundir con palabras poniendo trampas a la razón. Se oyen voces de quienes, atrapados en esa idea sembrada por Mas y reforzada por Puigdemont, insisten en la necesidad de “hacer política” como solución al desafío independentista. Retenidos en un enunciado potente, se transmite así que el gobierno presidido por Mariano Rajoy abdica de sus funciones y rehúsa explorar la vía política.

No obstante, política han sido todas y cada una de las actuaciones del gobierno destinadas a desactivar el desafío independentista catalán. Entre ellas la estrategia de comunicación que logró la falta de reconocimiento internacional al “procés” a la vez que obtenía en España el apoyo social necesario para que las medidas adoptadas fuesen entendidas, asumidas y, de esta forma, legitimadas.

Pero no solo se actuaba políticamente en materia comunicativa para contrarrestar la complicidad ciudadana y el respaldo internacional al proyecto independentista. De forma paralela el gobierno central tomó decisiones políticas como rechazar una consulta sobre la independencia de Cataluña o utilizar los recursos del ministerio de Interior para frenar la deriva nacionalista. Igualmente, tras conseguir el apoyo de otros partidos políticos, se opuso a la cesión de la competencia para realizar un referéndum, destituyó al gobierno de Cataluña y disolvió el parlamento Catalán en aplicación del artículo 155 de la Constitución.

El independentismo catalán se apoya en un hábil lenguaje lleno de eslóganes atrabiliarios y trata de confundir con palabras poniendo trampas a la razón

Sin lugar a dudas, también son actuaciones políticas relevantes las iniciativas del ejecutivo de presentar recursos de inconstitucionalidad sobre las resoluciones del Parlament de Cataluña que atentaban contra la legalidad vigente. No se descuidó la vía judicial cuando fue preciso, es cierto, pero sin rehuir la política y siempre como garante democrático del estado de derecho.

En consecuencia, si entendemos que la política es la toma de decisiones para alcanzar objetivos colectivos, desde el primer desafío independentista en 2012 el gobierno central nunca ha dejado de hacer política. 

A pesar de ello, no cesan voces que remedan el engañoso planteamiento  de los secesionistas. Algunos oportunistas reproducen su lenguaje con fines partidistas. Otros han caído en el engaño y repiten los principios que encierra la eficaz frase. Reiteran que “es el momento de la política” para resolver el conflicto catalán, en alusión quizás a la posible negociación entre gobierno central y autonómico sin considerar que para alcanzar pactos hay que respetar las reglas de juego democrático y querer llegar a un punto común de acuerdo. Estas dos premisas, además de la confianza mutua son imprescindibles para una negociación.

No cesan voces que remedan el engañoso planteamiento  de los secesionistas

El estado propicia espacios de acercamiento pero la deslealtad de los nacionalistas quebrantando una y otra vez las leyes que garantizan la democracia así como su obstinación en presentar la independencia como innegociable impiden la posibilidad de pactos.

“La solución tiene que ser política” insistía el expresidente Puigdemont hace pocos días. Extraña clase política esta que con una mano asalta el estado de derecho y con la otra reclama la vía política que implica la aceptación de la legalidad vigente. @mundiario

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