Cataluña, ¿una bomba de relojería que ya inició su cuenta atrás?

Los Comités de Defensa de la República protestaron contra ERC en Barcelona. / @CDRCatOficial
Los Comités de Defensa de la República protestaron contra ERC en Barcelona. / @CDRCatOficial

La pregunta es si sabremos detenerla y si estamos a tiempo. Hasta ahora hubo dos intentos, el de Rajoy activando un 155 para una simple convocatoria electoral, y el actual.

Cataluña, ¿una bomba de relojería que ya inició su cuenta atrás?

La pregunta sobre si es Cataluña una bomba de relojería que ya inició su cuenta atrás nos lleva a si sabremos detenerla y si estamos a tiempo. Hasta ahora hubo dos intentos, el de Mariano Rajoy activando el artículo 155 para una simple convocatoria electoral, y el actual. El primero fue tan blando que casi no fue. Los mossos no llegaron a enterarse de que algo había cambiado, los medios de comunicación públicos o subvencionados incluso se crecieron, y el adoctrinamiento con historias de ficción continuó vivo añadiendo además la exclusión y hostigamiento de lo que el bando separatista llama unionistas, fueran niños o padres. Este venirse arriba se vio reforzado por la victoria electoral del independentismo, que no del plebiscito como recordó en su día Antonio Baños (CUP) a Artur Más cuando forzó su dimisión, un plebiscito que en palabras del entonces líder de CDC iban a ganar por amplia mayoría y en todas las provincias pero que nunca ganaron en las citas electorales habidas hasta la fecha., especialmente en la última donde por primera vez ganó un partido no nacionalistas con Inés Arrimadas al frente.

A día de hoy el nacionalismo evolucionó hacia un independentismo radical que despertó el supremacismo y el odio a todo lo español. Lejos queda aquella ERC que en el año 1934 proclama su independencia dentro de un estado federal español, y mucho más lejos queda aún aquella CiU confederalista y burguesa que ahora pacta con los antisistema de la CUP.

La situación que se encontró Sánchez me recuerda mucho a una novela de Boris Vian donde el protagonista hace una serie de reflexiones serias e inteligentes con cierto sentido del humor, hasta que nos enteramos que había pisado una mina y su vida duraría lo que pudiese aguantar de pie. La diferencia es que Boris Vian era poeta, periodista, novelista, musico, ingeniero, y muchas cosas más mientras que Sánchez se conforma con convencernos de que hizo el doctorado y no pertenece al grupo de los coleccionistas de masters. Sánchez tiene pisado ahora el percutor de la bomba que puede hacer estallar Cataluña y trata de pactar con los radicalizados catalanes que le presentó su nuevo amigo Pablo Iglesias para continuar vivo el mayor tiempo posible y en La Moncloa que tanto ama. Esa minoría  en las urnas (47%) que trata de que se vayan de Cataluña los "botifler", los partidarios de los Borbones desde la Guerra de Sucesión Española, y cualquier catalán o residente no independentista que suman el 57% de los votantes, andan aún más crecidos desde el cambio de Gobierno. La sensación de impunidad de los fugados de la justicia, la campaña de sembrar la duda de lazo amarillo sobre la independencia judicial propagando la idea de los presos políticos, la tolerancia al adoctrinamiento de niños en las escuelas y de mayores an TV3, los insultos, retos y amenazas a los jueces, a la Constitución, al Estatuto y a las fuerzas armadas, el acercamientos de presos para darles todo tipo de privilegios, la reapertura de embajadas, y muchas otras concesiones de Sánchez a Torra, han hecho que ya no duden de que su república llegará a ser real.

Pero el conglomerado de fuerzas que quieren convivir bajo un sombrero republicano catalán (nunca hubo un reino catalán y por lo tanto no hay monarquía posible que resucitar), han iniciado un enfrentamiento cuyo final es impredecible. Una reunión de 9 horas entre ERC y el PDCat dejan a la vista una seria discrepancia entre los que piensan que la república es posible yá y los que piensan que para no lerder lo ganado hay que actuar con paciencia, los que hay entre la CUP, que ya vive en la republica, y el Govern que dice vivir allí pero sabe que es mentira y quiere esperar a los juicios de los imputados por rebeldía o malversación para aumentar su apoyo igual que sucedió cuando el Tribunal Constitucional rechazó algunos articulos del Estatut. También discrepan el Gobierno y Torra, Sánchez y Ciudadanos o el PP y el PSOE (además del PNV y Sánchez). Ya falta poco para que la bomba estalle pero Sánchez antes de morir en la explosión debe mirar con otros ojos a los que le pueden salvar la dignidad, al PP que sufrió sus limitaciones a la aplicación del 155, y a Ciudadanos que siempre va anunciando todo lo que va a suceder en Cataluña, y desgraciadamente acierta, y proponiendo medidas sin que nadie le apoye.

Los constitucionalistas deben ser una solo voz frente al desvarío, frente a esos grupos radicales que unos irresponsables han echado a la calle para provocar enfrentamientos y que ahora nadie sabe parar. Cierto que antes eran cientos de miles y ahora son cientos a secas, pero más agresivos que nunca. Ciudadanos pide un 155 pactado en intensidad y duración y el PP pide un 155 fuerte sin pactar, pero el consenso es necesario porque lo que se hace por consenso hay que modificarlo también por consenso aunque sea a mejor. Y lo que no debería suceder entre constitucionalistas en un momento tan delicado como este donde las empresas se van por miles de Cataluña, los capitales también y los turistas lo mismo, es que cuando uno de ellos dice verdades incuestionables como Inés Arrimadas defendiendo en el Parlament la bandera de España, solo la aplauda su grupo. Cuando hablamos de España y los españoles, sean catalanes o no, hay que demostrar la uníón de los que respetan la ley, de los estadistas. @mundiario

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