Polémica tras un controvertido episodio en un programa de la TVG

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Roberto Vilar.

El presentador del programa ya se disculpó pero hay dudas sobre si es suficiente o el caso exige otras medidas.

Polémica tras un controvertido episodio en un programa de la TVG

A la habitual falta de gracia, la simpleza argumental de los diálogos y guiones, a la ridiculización del gallego medio y del idioma, que no pasa de ser un castrapo “boureado” que, en conjunto, recuerda a Xan das Bolas, prototipo de gallego de las películas de Cifesa de los años cuarenta o de los municipales o serenos de las zarzuelas madrileñas, se ha unido en la televisión pública de Galicia una invasión de la intimidad de una joven, conducida a una encerrona en una situación más propia de la telebasura de Tele5. La llorosa petición de disculpa no es suficiente, y lo que se debería hacer, por dignidad, es suprimir este tipo de programas y personajes en la televisión que pagan todos los gallegos.

Se espera que la dirección de la Televisión de Galicia responda ahora con eficacia para evitar que se repitan situaciones como la que se acaba de producir en el programa Land Rober. El actor principal de la escena es el actor Roberto Vilar, cuya trayectoria desde su inicio se ha desarrollado representando a un gallego tosco, burdo, paradójico e ignorante que habla de un modo característico que representa el tópico de cómo ven a los gallegos en otras partes de España, considerando que sus personajes son el paradigma del gallego medio.

La llorosa explicación de Roberto Vilar no fue creíble, en absoluto. Fue un modo como otro de tratar de paliar no ya su metedura de pata, sino la propia cima de lo que ha sido su carrera increscendo. Y como parece seguro de seguirla, promete ahora ser más cuidadoso. La culpa no es suya, sino de quienes permiten que en la TVG se den estos contenidos. La intromisión en la vida personal de una ciudadana, llevando al plató una parte intima de la misma, sin su permiso, para situarla en una situación límite, no es un error. Es algo peor. La televisión pública no está para eso.

Quitarse el muerto de encima

En este caso se debe tomar nota de todos los elementos que concurren en el mismo. Aparte del perdón del presentador, la productora del programa, CTV, y la CRTVG quisieron quitarse el muerto de encima rechazando, a posteriori, el contenido del programa. ¿Y qué criterios se siguen antes? Pero el círculo se cierra porque, según explicó CTV, los contenidos del programa donde se produjo el incidente son responsabilidad de Destino Bergen, la productora de Roberto Vilar, o sea, que todo tiene el mismo origen, porque por lo que se ve, la TVG según su propia explicación, no ejerce control alguno sobre los contenidos, por si acaso, y se ha limitado a solicitar a la productora una aclaración.

¿Y qué medidas va a tomar la CRTVG para que no vuelve a pasar lo mismo? De momento, el asunto va a llegar al Parlamento dada la serie de terrenos escabrosos donde se ha metido la productora y su estrella. Porque la cuestión es que nos enteremos de qué modo la compañía pública tutela o conoce lo que compañías privadas colocan en su plató, sobre todo con respecto a contenidos que están enmarcados por determinados códigos sociales y legales que deben ser escrupulosamente respetados.

Entre las manifestaciones contra lo ocurrido, destaca el comunicado de la Marcha Mundial das Mulleres en el que acusa a los responsables del mismo de obligar a una joven a que viviese “un episodio de violencia bajo la premisa de hacer triunfar el amor. El resultado fue una mujer agredida, que había acabado una relación y que ya había sufrido agresiones, expuesta públicamente”, denuncia esta entidad.

La exposición pública a que fue sometida como si fuera una mercancía, porque su ex novio pretendía forzar el reinicio de una relación acabada, fue una agresión a su dignidad e intimidad, entre comerciales y en directo. Peor que peor. Esperemos que al menos, en el Parlamento, los responsables que ahora se ocultan den la cara. Y que veamos sus efectos. @mundiario

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