La Casa Blanca ultima los detalles para fulminar a su secretario de Estado

Rex Tillerson. / RRSS
Rex Tillerson. / RRSS

Donald Trump ha perdido la paciencia con Rex Tillerson pero su despido podría resultarle contraproducente pues perdería al policía bueno de la película.

La Casa Blanca ultima los detalles para fulminar a su secretario de Estado

La vida de Rex Tillerson parecía hecha hasta hace casi un año. El expresidente de la gigante petrolera ExxonMobil tenía planeado un retiro soñado en una granja de Texas, donde viviría con su esposa y se dedicaría a disfrutar de la fortuna que amasó como el directivo número uno de la empresa mencionada. De repente, sin que lo buscara, recibió una llamada que no pudo rechazar: Donald Trump, a la sazón recientemente electo presidente de los Estados Unidos, le ofrecía la jefatura del Departamento de Estado, la secretaría de la primera potencia mundial. Tillerson sabía que era una pieza elemental para Trump gracias a sus cercanías con el Gobierno ruso tras años haciendo negocios con ellos. Aceptó y tomó el puesto con grandes expectativas. Hoy, a menos de un año de liderar el equivalente a la cancillería de su país, está listo para irse por la puerta de atrás. No, no la de atrás, la del fondo.

Medios de comunicación estadounidenses han publicado este jueves que la Casa Blanca medita seriamente reemplazarlo y su cabeza podría rodar en cuestión de días. The New York Times escribió puntualmente que el encargado de las relaciones diplomáticas pasaría a ser Mike Pompeo, quien a día de hoy dirige la CIA. Es información extraoficial, pero en el Desapcho Oval tampoco parecen muy urgidos en desmentirla. "Sigue en su puesto. No hay anuncio de personal en este momento", fue todo lo que se limitó a decir Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Blanca, al ser interrogada por esta cuestión. Eso sí, vale decir que si al final es despedido de su puesto tampoco podría tomar por sorpresa a nadie.

Y es que Tillerson lleva ya algún tiempo envuelto en fuegos cruzados con el presidente. Puede que ambos vengan del mismo contexto (empresarios exitosos, multimillonarios y, especialmente, con contactos en Rusia) pero sus temperamentos chocan el uno contra el otro. Mientras el promotor inmobiliario es alguien vehemente, agresivo e impulsivo, el petrolero es un hombre más discreto en sus palabras, alguien que no se siente incómodo en un segundo o hasta tercer plano. Los choques entre ambos son ya famosos en Estados Unidos pese a que nunca se han confirmado oficialmente y la química se ha roto por completo.

Hace poco, Trump le retó a un "examen de inteligencia" luego de que Tillerson le cuestionara ante los medios. Al secretario le tocó salir a apagar esas llamas y alejar los fuertes rumores de una ruptura total entre el hombre más fuerte del mundo y el hombre que le representa ante la diplomacia internacional. El enfrentamiento, encima de todo, no es un pleito personal ni un berrinche por querer llamar la atención, sino llega también al plano político.

A principios de esta semana Tillerson informó que Washington D.C. está plenamente interesado en estrechar filas con Europa a fin de combatir juntos la injerencia rusa en asuntos de política internacional. Aquello fue visto en Bruselas como un guiño de su parte, pero también como un canto de sirenas ya que Trump nunca ha ocultado sus recelos hacia el proyecto de la Unión Europea. Eso mismo habrá hecho probablemente que el mandatario, como el viejo tiburón que es, haya decidido devorarlo y poner a alguien más antes de permitir que Tillerson siguera diciendo semejantes cosas. 

El proyecto de destitución de Tillerson ya está en manos de John Kelly, jefe de Gabinete del presidente, de acuerdo al diario neoyorquino valiéndose de sus fuentes en la Administración. El efecto dominó será el siguiente: el petrolero dejará el Departamento de Estado para ser relevado por Pompeo, quien a su vez dejará su oficina a Tom Cotton, senador por el Estado de Arkansas y miembro del Partido Republicano.

Extraño es que no aparezca Nikki Haley, quien representa a Washington ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Haley va más en línea con el temperamento y proceder político de Trump, y sobretodo es alguien con experiencia en asuntos diplomáticos. Como sea, la lista, como todo lo que se conoce del tema hasta ahora es extraoficial. Tampoco se sabe que Trump haya dado ya su bendición a todo esto, y aun si fuera tratándose de él nada dice que no podría cambiar de golpe.

Lo que pierde Trump

Puede que el republicano esté harto de la figura de Tillerson, pero lo cierto es que su despido también le haría perder mucho. Es decir, el secretario ha adoptado el papel del hombre conciliador que contrasta con el arrogante Trump. Si el mandatario sube el tono para exigir a los socios de la OTAN que aporten más dinero para la causa, el diplomático llama a una vía política para calmar la tempestad con Corea del Norte. No hay consenso entre ambos y eso, hasta cierto punto, es necesario para un jefe de Estado con los niveles de desaprobación y rechazo no solo en su país como los del rubicundo neoyorquino. @mundiario

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