Carta de un sargento al general Rodríguez que ahora reniega de su propio oficio, pero no de la pensión

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Militares y un civil, condecorados.

"Usted no es un ciudadano cualquiera: fue el jefe máximo de los ejércitos en la escala de mando efectivo, y posee información delicadísima sobre nuestra propia defensa. Recorre un escalofrío cuando usted se manifiesta contra la actual estructura de resguardo del mundo occidental", opina este autor.

Carta de un sargento al general Rodríguez que ahora reniega de su propio oficio, pero no de la pensión

Sr. D. Julio Rodríguez:

La otra vez que me dirigí a usted lo hice con el tratamiento augusto que como general le correspondía; es decir, vuecencia o vuestra excelencia. Me enseñaron a usarlo junto a su padre, teniente coronel en el mismo regimiento donde yo serví. Hoy francamente no me sale.

Veo por las fotos que usted posee dos cruces al Mérito Militar con distintivo blanco (disculpe si tiene más, pero no distingo los pasadores si los hubiera). Yo tengo una igual. A mí me la otorgó hace años el Ministerio de Defensa a propuesta de la Subdelegación de Ourense, como reconocimiento a mi trabajo a mi trayectoria cuando fui soldado, así como historiador y divulgador de la cultura militar y de haber aportado al propio ministerio fondos de mi colección para algunas exposiciones conmemorativas. Esa cruz es la misma que el Gobierno que le nombró a usted JEMAD le concedió a los militares demócratas de la UMD. He preguntado a uno de sus ex miembros si usted estaba con ellos y me dice que no le consta. En mi caso, la concesión se justificó por mi coherencia desde los tiempos en que me tocó ser soldado y mi cariño y respeto por las Fuerzas Armadas. Y sobre todo, cosa que usted no hace, mostrar esos mismos sentimientos por el recuerdo de mis superiores, mis compañeros y mis subordinados.

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Funeral por soldados muertos en misiones de paz.

 

Creo que usted no está bien y que no es consciente de la parodia que usted hace de lo que ha sido su vida, de la que obtiene la pensión de la que vive. No me cabe en la cabeza que pueda usted renegar de lo que fue (y de lo que come) y tener tan poca gallardía y el valor (que mejor hubiera empleado en otra cosa) de ofender de tal modo a quienes fueron sus compañeros y subordinados. Insisto en ello.

¿A qué viene en la España de nuestros días decir que usted no es militarista? ¿Es que España es un país gobernada por militares? Las Fuerzas Armadas son una institución más del Estado, sometida al poder civil, con unas claras misiones establecidas en la Constitución. Y son además un elemento activo, una fuerza en presencia que el país puede movilizar en caso de catástrofes o de cualquier otra emergencia nacional. Como decía el general Díez Alegría, “el oficio del soldado es la paz”; es decir, restablecerla donde no la haya.

Ya me imagino que todo esto es para usted música celestial. No entiendo por qué, si pensaba lo que ahora manifiesta, no aprovechó el mando supremo que le otorgaron de los ejércitos para aplicarlo. Usted es ahora contrario al uso de la fuerza –que otros juzgan necesaria- para combatir alguno de los más graves problemas a los que se enfrenta Occidente y se declara contrario a las alianza militares e incluso quiere suprimir hasta los desfiles.

La verdad es que cuando se repasa su balance en momentos críticos, como cuando dejó escapar a los piratas somalíes en el Índico o mandaba a nuestras tropas a peligrosas misiones de paz en el extranjero con ambiguas órdenes para su propia defensa, digo que usted ya había mostrado que era un pacifista.

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Rodríguez con la ministra de Defensa Carmen Chacón.

 

Pero usted no es un ciudadano cualquiera: fue el jefe máximo de los ejércitos en la escala de mando efectivo, y posee información delicadísima sobre nuestra propia defensa. Francamente, me recorre un escalofrío cuando usted se manifiesta contra la actual estructura de resguardo del mundo occidental. Por eso creo que usted no está bien.

No entiendo que acepte la indignidad de ser candidato a diputado cunero por Almería por dos razones: primero, porque este tipo de figurar responde a la vieja España de los caciques que se repartían el territorio, colocando a cada uno de sus peones donde conviniera. Segundo, porque este territorio contiene bases esenciales de la defensa de España, y que repetidamente sus compañeros de partido o lo que sea se proponen cerrar.

Usted y yo juramos un día la bandera de España y nos comprometimos, como tantos millones de españoles a la defensa de su orden constitucional y de su territorio. Y la mayoría de ellos seguimos fieles a este compromiso. Usted se ve que no. Desde luego usted ha olvidado su juramento cuando acepta y divulga el programa de Podemos, acepta la segregación de Cataluña y que el propio concepto de España sea un etéreo magma susceptible de cambiar según los tiempos y las decisiones del vecindario por barrios.

Si no me indignara tanto lo que usted dice, sentiría por usted una profunda pena, sobre todo cuando recuerdo a su padre.

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