Carsten Moser: "Ojalá seamos en la Unión Europea siempre más europeístas que euroescépticos"

Carsten Moser, en su discurso de recepción del I Premio Mundiario de Periodismo. / Xurxo Lobato
Carsten Moser. / Xurxo Lobato
Entrevista al economista y periodista alemán ganador del I Premio Mundiario de Periodismo, en cuya entrega hizo un vibrante discurso europeísta.
Carsten Moser: "Ojalá seamos en la Unión Europea siempre más europeístas que euroescépticos"

El periodista y economista alemán Carsten Moser recibió el I Premio Mundiario de Periodismo durante un acto celebrado este mes en Oleiros (A Coruña), que coincidió con el X Aniversario de MUNDIARIO. Bajo la presidencia del alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane, también intervino el editor y fundador de MUNDIARIO, el periodista José Luis Gómez, que, junto al alcalde, le hizo entrega a Carsten Moser –artífice de un vibrante discurso europeísta– de una escultura conmemorativa del premio, obra del artista FrAn LaREo.

MUNDIARIO entrevista a Carsten Moser, autor de la obra ¿Quo vadis, Europa?, editada por Mundiediciones, cuando todo parece indicar que Europa ha despertado. Los Veintisiete se han espabilado tras la invasión rusa en Ucrania, los retos económicos que representa China y las amenazas a la seguridad con el retorno de la guerra en el continente. En un nuevo entorno hostil, Occidente ha aprendido que mantener la unidad es crucial para perseverar, ocupar espacios competitivos y retomar un papel en el tablero geopolítico mundial. Actualmente la Unión Europea está frente a varios retos políticos, económicos, sociales e incluso sanitarios que han marcado un antes y un después tras un par de años tan convulsos como la llegada de la pandemia por coronavirus o el estallido de la guerra. La seguridad, la migración, el cambio climático y la dependencia de otras potencias mundiales son temas que cada vez más preocupan al club comunitario, que ha visto el resurgir de gobiernos populistas y tendencias euroescépticas en muchos países.

En esta entrevista exclusiva para MUNDIARIO, el doctor en economía, periodista y vicepresidente de la Fundación Euroamérica, Carsten Moser, habla acerca de su libro ¿Quo Vadis, Europa?, explica la importancia de una comunidad europea integrada, la necesidad de continuar con un proyecto como la UE y su nueva posición global en un momento geopolítico muy sensible, tras repasar las claves de la actualidad y analizar la historia del viejo continente.

– La última década ha estado marcada por eventos de trascendencia global. Por nombrar los más recientes, tenemos la pandemia por coronavirus y la guerra en Ucrania. ¿Qué otros grandes eventos han ocurrido en estos últimos 10 años y cómo han afectado a Europa?

– Quizás no hayan sido eventos comparables con los dos mencionados. Pero hay tendencias geopolíticas muy preocupantes que nos vienen acompañando, yo diría ya desde el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. El terrorismo como factor de inseguridad, la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias enormemente negativas para la economía mundial, pero también el cambio climático, la emergencia de China como potencia mundial y el peligro de que invada Taiwán, los annus horribilis durante la presidencia de Donald Trump, etcétera.

Carsten Moser con su libro ¿Quo vadis, Europa? / Mundiediciones
Carsten Moser con su libro ¿Quo vadis, Europa? / Mundiediciones

– En su libro repasa los desafíos políticos, económicos y sanitarios que ha ocurrido en una “década apasionante”. ¿Cómo los ha seleccionado y cómo repercutieron estos retos en la sociedad europea?

– El libro es una recopilación de artículos publicado desde 2010 en diferentes medios de comunicación, entre ellos MUNDIARIO. La actualidad era la que mandaba cuando los escribía. No todos mis textos están incluidos, pero sí los que he considerado que aportaban algo a esos momentos de actualidad. En cuanto a la repercusión de los retos en la sociedad europea, pienso que Europa ha aprendido durante la última década que, como afirmaba el escritor mexicano Juan Rulfo en otro contexto: “o nos salvamos juntos, o nos hundimos separados”. Las instituciones europeas han estado a la altura de las circunstancias, proponiendo soluciones sensatas y consensuables entre los 27 miembros de la UE antes los retos. Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia Contemporánea, destacaba hace poco en un ensayo por encargo del Círculo Cívico de Opinión: “aunque al sistema de gobernanza de la UE y sus cuadros dirigentes se les suele reprochar su carácter tecnocrático, su falta de ‘alma’, por así decir, las élites comunitarias ganan claramente la batalla del mérito en comparación con la clase política que gobierna en muchos países europeos, exponentes de un populismo al alza. Si hay algo que hoy puede identificarse con las ‘minorías egregias’ reivindicadas por Ortega probablemente hay que buscarlo en las instituciones europeas, mucho más que en la estructura de poder de sus Estados miembros”.

– En España hubo noticias alentadoras frente a la tragedia como la excepción ibérica para la energía y el desembolso de los fondos europeos de recuperación Nex Generation EU. ¿Cómo sería el panorama actual en el país si ambas medidas no existieran?

– Las predicciones teóricas son como jugar a la ruleta, pero está claro que España es un país con gran vocación europeísta. No solamente sus gobiernos. El profesor Fuentes cita una encuesta de Metroscopia de enero de 2019, en la que el 81 % de los españoles declara que formar parte de la Unión Europea ha sido beneficioso para el país. Y añade: “en mayo de 2022, en plena guerra de Ucrania, el 68 % de los encuestados respondía afirmativamente a la pregunta si el conflicto había ‘reforzado el espíritu europeísta’. Por tanto, no es sorprendente que Europa reaccione hoy con más sensibilidad a los problemas económicos españoles que durante la crisis financiera de 2008. El peso de España en la UE ha crecido. Y cuando Madrid ha puesto sobre la mesa propuestas sensatas de políticas energéticas y estímulo económico, Bruselas ha escuchado.

– Muchos países europeos estaban preocupados por establecer topes al petróleo y al gas ruso, Alemania entre ellos. ¿Cómo considera que se ha manejado la cuestión?

– Es verdad que Alemania se encontraba en una situación muy crítica al principio de la invasión rusa en Ucrania, por su alta dependencia del petróleo y gas ruso. Como también, por cierto, entre otros Hungría, Italia y Austria. Pero con medidas de ahorro en la demanda, diversificación de la oferta, grandes inversiones tecnológicas, subvenciones y un invierno anormal, por leve, se han podido paliar los contratiempos de cualquier desabastecimiento. Ahora bien: la discusión sobre cómo Alemania se pudo convertir en un rehén ruso en cuanto al gas y el petróleo sigue en el centro de atención de los medios. Serán seguramente las memorias de la excanciller Angela Merkel las que expliquen este proceso, que por cierto ha perjudicado su imagen de una líder transparente, prudente y sensata, cuya política transmitía confianza no solo en Alemania, también en el resto de Europa.

– Europa aprendió a despabilarse en el tablero geopolítico después de la invasión de Ucrania. Además del riesgo que representa Rusia y los retos de China, ¿hay otros desafíos políticos inmediatos para la Unión Europea en materia internacional?

– Muchos. Solo un ejemplo: la revista alemana Der Spiegel titulaba provocativamente en su primer número de 2023 “¿Tenía Marx razón – por qué el capitalismo ya no funciona y cómo se podría reformar?”. En el artículo de apertura acompañante explicaba que cuando el capitalismo industrial era sinónimo en Europa de crecimiento y bienestar para todos, no había motivos para criticar los pilares de la economía social de mercado. Pero a la vista de los múltiples problemas que nos acucian, desde una globalización en crisis hasta un planeta al límite de su destrucción, pasando por una distribución de la riqueza siempre más injusta, un conflicto intergeneracional siempre más pronunciado y un sistema financiero que no para de inventarse nuevos excesos, ahora sí los hay. Una crisis sigue a la anterior y todas parecen interconectadas entre sí; ya sean conflictos geopolíticos, ya sea el tema energético, la sea la expansión de nuevas pandemias, ya sea batallas comerciales. Lo que llevó al profesor de Historia de la economía Adam Tooze a sintetizar la situación que padecemos así: “bienvenido al mundo de las policrisis”.

– El ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel Albares, dijo que América Latina “es la región más eurocompatible del mundo”. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, coincide. ¿Qué cree usted?

– No puedo estar más de acuerdo. Llevo en mi calidad de vicepresidente de la Fundación Euroamérica luchando desde casi 25 años por mejorar las relaciones de la Unión Europea y América Latina. Nos entendemos como puente entre los dos continentes en temas políticos, económicos, sociales y culturales. Y ahora llamamos la atención a que los países iberoamericanos –que fueron los que más sufrieron durante la pandemia, lo que llevó a un aumento de su inestabilidad política y económica– necesitan a la Unión Europea más que nunca. Con nuevos acuerdos comerciales, con más apoyos a sus instituciones, con una mayor comprensión de sus problemas. No olvidemos que tanto la Unión Europea como sus países miembros son los que más ayuda prestan en el tema de cooperación económica. Mucho más que los Estados Unidos de América, China o Rusia. Y los que más inversiones privadas y acuerdos de relaciones comerciales mantienen. Si le añadimos que sus ciudadanos comparten una gran mayoría de valores políticos, económicos, culturales, educacionales y de derechos humanos, falta solo la voluntad para seguir en Europa las recomendaciones de los políticos españoles Albares y Borrell. Independientemente que haya problemas difíciles de gestionar al día de hoy con países como Cuba, Nicaragua y Venezuela.

– España está próxima a asumir la presidencia de la UE en este segundo semestre de 2023. ¿Qué resultados se esperan para su desempeño?

– Por ejemplo, en el tema de América Latina impulsar durante la cumbre de ambos continentes en Bruselas las bases para un mayor acercamiento: desbloqueando por ejemplo el acuerdo comercial con Mercosur. Otros temas: buscar compromisos para avanzar en los temas de seguridad y defensa común. O en una mejor gobernanza política, económica y fiscal. O en la definición de una estrategia común en la lucha por el cambio climático. O en las relaciones futuras de la UE con China y los Estados Unidos de América, cuyas políticas proteccionistas son un reto para la economía mundial. O en la defensa de los derechos humanos, los sistemas democráticos, el Estado de bienestar y de derecho, etc., etc. Retos no le faltarán a la presidencia española. Quizás tiempo para resolverlos, porque estos seis meses de gran importancia para la Unión Europea coincidirán con las elecciones generales en España.

– Con el asunto de sobornos del “Qatargate” en la Eurocámara, ¿considera que es un reto recuperar la confianza en las instituciones europeas? ¿Qué pasos se deben seguir de ahora en adelante?

– Los pasos que se han dado siempre en estos casos: esperar que la justicia aclare los hechos y sancione a los corruptos en un período de tiempo razonable; reformar los procesos de transparencia en cuanto a las actividades permitidas de los “lobbys” o grupos de presión; seguir investigando por parte de los medios de comunicación cualquier pista nueva que esté relacionada con la corrupción; “castigar” a partidos políticos que incluyan en sus listas a candidatos que no cumplen con los mínimos éticos exigible, retirándoles el voto en las próximas elecciones, etc., etc. Coincido con la presidenta de la Eurocámara Roberta Metsola cuando dice: “el ‘Qatargate’ ha destruido la confianza que costó 20 años construir”. No será tarea fácil recuperar la reputación del Parlamento Europeo.

– ¿Qué espera de los ciudadanos europeos en las elecciones a la Eurocámara del año que viene?

– Que no se olviden jamás que la Unión Europea ha sido responsable de 78 años de paz entre sus 27 estados miembros actuales; que desde el punto de vista económico, ningún país por sí solo será nadie, ni Alemania, que en tres décadas ya no será presumiblemente miembro del G-8; que si queremos hacernos oír en los desafíos de calado y conflictos internacionales, es necesario más Europa en política exterior y seguridad; que una Europa unida es la mejor defensa de la “democracia liberal”; que nos defenderemos mejor juntos que separados de los radicalismos y las tendencias autocráticas de derecha e izquierda que nos acechan siempre más; que avanzando hacia una Unión Europea siempre más cohesionada, corrientes nacionalistas e independentistas lo tendrá más difícil de prosperar. Que logrando una mejor gobernanza de las instituciones europeas, estaremos mejor preparados para afrontar crisis futuras; que, habiendo avanzado juntos tanto, en campos como el Mercado Común, el euro, Schengen, Erasmus, Bolonia, etc., ahora dar pasos atrás sería imperdonable, como demuestran los problemas del Reino Unido después de su salida de la UE; que sería un inmenso error regresar a que cada país solo se mire a su propio ombligo, después de avanzar tanto en el conocimiento como en la fluidez de los intercambios en temas de historia, ciencia y cultura común; y que defender el “jardín”, que para Borrell es la Unión Europea frente a la mayoría del resto del mundo que califica de “jungla” contra enemigos internos y externos, para no perder lo que hemos logrado desde el final de la II Guerra Mundial, parece de sentido común.

– El título de su libro lo deja claro, usted es europeísta. ¿Qué significa para usted la Unión Europea? ¿Qué quiere que los euroescépticos sepan del club comunitario?

– La Unión Europea significa para mí un proyecto ideado por algunos políticos visionarios que en su día buscaron fórmulas para impedir que nuevamente una Guerra Mundial tuviera lugar en territorio europeo y que hoy día no solo estarían sorprendidos hasta dónde se ha desarrollado este invento, sino también se declararían de acuerdo con el presidente de Brasil Lula da Silva, que lo proclamó “patrimonio democrático de la humanidad”. Como podemos comprobar hoy en día desafortunadamente demasiadas veces, luchar en contra de algo es siempre más fácil que hacerlo a favor. Ojalá seamos por muchos años en la Unión Europea siempre más europeístas que euroescépticos, por el bien del “jardín” según Borrell o del “patrimonio democrático de la humanidad” según Lula. Y para que nunca se cumpla la advertencia del excanciller alemán Helmut Schmidt publicada en su libro “Mi Europa”: “En ninguna Biblia está escrito que la Unión Europea en su forma actual sobrevivirá el siglo XXI”. @mundiario


Ángel García Seoane, José Luis Gómez y Carsten Moser. / Xurxo Lobato
Ángel García Seoane, José Luis Gómez y Carsten Moser, que posa con el I Premio Mundiario de Periodismo. / Xurxo Lobato

Carsten Moser, I Premio Mundiario de Periodismo

Carsten Moser, columnista de MUNDIARIO, es vicepresidente de la Fundación Euroamérica. Periodista y economista alemán, nació en Lüneburg y fue corresponsal del semanario Die Zeit en España y Portugal (1973-1978). Durante siete años y medio estuvo en la revista Stern, donde fue subjefe de la sección internacional, redactor jefe y por último corresponsal en Londres. También fue consejero delegado de la editorial de revistas G + J España (1985-2006) y secretario general de la Fundación Bertelsmann (2007-2012). Asimismo, fue presidente de la Cámara de Comercio Alemana para España (2010-2012) y consejero de varias empresas. Vivió los primeros años de su vida en Madrid, Lima y Toronto, y estudió ciencias económicas en Hamburgo. Su doctorado fue sobre La importancia del turismo para el desarrollo económico de España. Es autor, entre otros libros, de la obra ¿Quo vadis, Europa?, editada por Mundiediciones. El 19 de enero de 2023 recibió el I Premio Mundiario de Periodismo@mundiario

Comentarios