El caos en Venezuela lleva a México a cambiar sus políticas internacionales

Luis Videgaray (centro), en una reunión de la OEA junto a Luis Almagro (izquierda). / Twitter
Luis Videgaray (centro), en una reunión de la OEA junto a Luis Almagro (izquierda). / Twitter

La crisis se ha salido de control en la república bolivariana y Ciudad de México responde poniéndose al mando de un frente de lucha contra Nicolás Maduro.

El caos en Venezuela lleva a México a cambiar sus políticas internacionales

La crisis política, humanitaria y económica de Venezuela se le había salido de control desde hacía ratos a Nicolás Maduro y para ello al heredero de Hugo Chávez no se le ocurrió mejor idea que incendiar con sus propias manos los vestigios de un régimen que se sabe con la soga al cuello. El presidente venezolano se encargó de eliminar a la Asamblea Nacional mediante el Tribunal Supremo de Justicia, aunque éste terminó retractándose posteriormente ante el terremoto internacional que desató por ese autogolpe de Estado. La oposición salió a las calles y volvió a presumir del músculo que se había caído en octubre y resistieron a la violenta represión del régimen chavista. Con el caos reinando en toda la república, la Organización de Estados Americanos (OEA) se asoma como la centinela del Palacio de Miraflores y México se ha dado a sí mismo los poderes de líder ante la escalada autoritaria de Maduro, una medida inédita de Los Pinos en los últimos 10 años.

La Ciudad de México comanda una tropa integrada por 14 países miembros del club continental, del que se han negado a formar parte Ecuador, Bolivia, Nicaragua y un séquito de países caribeños que desde hace años han sido los únicos en bendecir la caótica Administración de Caracas. El grupo resintió la salida de Christina Fernández de Kirchner del poder en Argentina, pues con ella se fue un fuerte aliado para el Socialismo del Siglo XXI, y el ascenso de Mauricio Macri al poder supuso la integración de un primer bloque diplomático antichavista, del que formaron parte Perú, Chile, Colombia, Brasil y México, que ahora se ha puesto a la cabeza del frente de lucha indignado por el proceder de Maduro. En su último comunicado, el grupo demandó por primera vez que se liberara a los presos políticos del país caribeño, así como establecer un calendario electoral -el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela había avisado de que no se celebrarían las próximas elecciones por falta de recursos- y que se devuelva su legitimidad y poderes al Legislativo, que pese a que fue reconocido nuevamente, el Supremo lo mantiene reducido a un simple foro de debate político.

El canciller de México, Luis Videgaray, aseguró que los integrantes de este séquito de la comunidad internacional no podía ni debían "seguir siendo indiferentes, se trata de una violación sistemática a los principios de la democracia". Las palabras del jefe diplomático de la Ciudad de México llevaron a su homóloga venezolana, Delcy Rodríguez, a calificarlo de "servil". Y la semana pasada, Enrique Peña Nieto recibió a Lilian Tintori, activista opositora del chavismo y esposa de Leopoldo López -el preso político estrella del régimen-. Peña Nieto era de los pocos que no se habían reunido con Tintori, a quien solo le falta visitar el despacho de Juan Manuel Santos y Michelle Bachelet, presidentes de Colombia y Chile, respectivamente, para completar el círculo de mandatarios latinoamericanos. Esas simples reuniones podrán parecer eso, reuniones en que no se hace más que discutir y dialogar sobre la descontrolada situación de toda Venezuela, pero en Miraflores se toman todo aquello como un insulto directo.

Y a todo esto, la idea de la Ciudad de México es evitar que las medidas contra Caracas lleguen al extremo de expulsar a la república bolivariana de la OEA, tal y como han insinuado, entre otros, Luis Almagro, secretario de la organización. En México no quieren descartar la opción del diálogo bilateral entre chavistas y opositores, una medida que cuenta con la bendición del Vaticano, aunque Henrique Capriles, líder de la oposición que recientemente fue inhabilitado de toda actividad política para los próximos 15 años, ha descartado por completo. Luis Alfondo de Alba, representante de México en la OEA, a dicho que esta especie de G-14 pretende encontrar una "respuesta mucho menos retórica". De paso, de Alba niega que el organismo internacional esté planeando una intervención, tal y como se ha encargado de esparcir el esquizofrénico régimen chavista.

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