Los candidatos juegan a ser Frozen en esta campaña, pero Frozen solo hay una

Frozen,de Disney / variety.com.
Frozen,de Disney / variety.com

Frente a la demagogia de nuestros políticos y sus esperpénticas apariciones en televisión, la fantasía Disney es la mejor opción para evadirse de estas truculencias.

Los candidatos juegan a ser Frozen en esta campaña, pero Frozen solo hay una

Ayer Frozen fue trending topic y obtuvo una de las mayores audiencias televisivas de este año. La fantasía Disney con su visión ultraconservadora de la existencia humana sigue barriendo con su cine y todo su merchandising, pero a veces es preferible sucumbir a este engaño que al espectáculo mediático de nuestros políticos durante esta campaña.

Bertín Osborne y Pablo Motos se han encargado de mostrarnos el lado más humano de nuestros candidatos a la presidencia, según comentan asesores y tertulianos, pero lo que han conseguido en realidad es ponernos en bandeja de plata la naturaleza malévola de la política y su capacidad manipulativa. Con la que está cayendo, nuestros políticos se dedican a jugar a Frozen, a Olaf y a Elsa. Porque ellos viven en su mundo Disney, en su particular imaginario de princesas y juguetes parlantes mientras se pudre la Educación Pública y se pudren los pólipos en las listas de espera de muchos hospitales.

Podemos y Ciudadanos también quieren ser Frozen y el reno de lengua larga, y han diseñado su estrategia amparándose en la oferta televisiva de programas rancios, infantiles y machistas. Esta campaña política es un reflejo de la corruptela moral que existe en nuestro país desde que Fraga se bañara en la playa con la bomba o mucho antes incluso.

Pero Frozen es única. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy no son Frozen, pero sus intenciones han sido las mismas que Disney: convencernos de que nuestro país todavía puede ser un parque temático, pero no es así. Después del 20 D, el camino de baldosas amarillas será pasto de la troika. 

Cambiando de tema, Frozen está cañón, ¿verdad?

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