La campaña es bronca y banal pero con eso no se resuelven los problemas económicos

Pedro Sánchez. / Mundiario
Pedro Sánchez. / Mundiario

Los partidos prometen a menudo lo que saben que no podrán hacer si llegan al Gobierno; máxime en un escenario donde no se prevé una mayoría absoluta. En España hay margen para que aumente el gasto público pero solo si antes se corrigen las ineficiencias de su economía y de sus presupuestos.

La campaña es bronca y banal pero con eso no se resuelven los problemas económicos

La campaña electoral del 28-A es bronca y banal –incluso con denuncias en juego– pero con eso no se resuelven los problemas del país. El ex ministro socialista Jordi Sevilla dijo este viernes en A Coruña que, desde el punto de vista económico, España lleva "diez años sin hacer los deberes" y atribuyó que crece más que otros socios europeos "a costa de no haber corregido los problemas que condujeron a la crisis". No le falta razón.  Tampoco a Ana Botín, presidenta del Santander, cuando pide a los candidatos que hablen "claro" y huyan "del cortoplacismo”.

Si bien el debate político en España se centra a menudo en asuntos menos trascendentales que los económicos, que en buena lógica deberían seguir siendo prioritarios, no es menos cierto que la economía sigue teniendo mucho peso ante las elecciones generales del 28-A.

Los mensajes y la economía

La simplificación intencionada de los mensajes políticos tampoco es ajena a la economía, donde más que abordar la realidad con propuestas constitucionales y pragmáticas se observan un sinfín de audacias y lugares comunes que a veces ni siquiera tienen el más mínimo fundamento.

Hay partidos políticos en España, sobre todo los situados en los extremos, que hacen propuestas económicas incompatibles con la situación de España en el marco europeo o con las normas constitucionales y estatutarias. Por tanto, se escuchan a menudo ocurrencias económicas que carecen de marco legal, pero como no hay ningún consenso político que obligue al rigor político todo vale.

Sobre el papel, corresponde a los electores discernir entre las propuestas que le trasladan los partidos políticos pero también sabemos que no resulta fácil estar al día para saber todo aquello que entra en contradicción con las políticas europeas, con las exigencias particulares de Bruselas a España, con la Constitución o con todos los estatutos de autonomía. Poco o nada tiene que ver, por ejemplo, la situación de Navarra con la de Galicia o la de Cataluña con la del País Vasco. Tampoco la de Canarias con Baleares.

Sería de agradecer que los partidos políticos, que tienen medios para ello, solo incluyesen en sus ofertas electorales medidas legales y realistas, pero todos vemos que la política –y menos la electoral– no funciona con rigor, sino que mezcla el pragmatismo con altas dosis de demagogia.

La centralidad

No se trata de demonizar –al menos en este análisis– las propuestas de unos partidos y de ensalzar las de otros, pero como norma general solo aquellas fuerzas que ocupan la llamada centralidad política española se aproximan a los propósitos más o menos ortodoxos.

Como regla general para discernir parece aconsejable desconfiar de las propuestas milagrosas o de aquellas otras que rompen todos los consensos; máxime en el caso de las pensiones. Dentro de la UE –y en particular de la eurozona– hay márgenes estrechos de actuación en política macroeconómica, de ahí que al final unos gobiernos y otros no sean tan distintos. Y con la Constitución, los estatutos y la financiación autonómica en la mano, el corsé aumenta.

Pero hay más. Cuando escuchemos propuestas para reducir el gasto público de manera exagerada debemos desconfiar, ya que España ya tiene el menor gasto público de los cuatro países más grandes de la eurozona. Lo mismo podemos aplicar a las promesas de elevar el gasto público prácticamente sin límite, ya que no será posible mientras España esté en el euro.

El problema de España no es su porcentaje de gasto público en función del PIB, bajo en el contexto europeo, sino la eficiencia del propio Estado. Alemania, Francia e Italia, las tres primeras economías de la zona euro, tienen porcentajes de gasto público sobre PIB superiores a España, tanto en términos relativos como absolutos. Por tanto, en España hay margen para aumentar el gasto público, si se quiere, pero a la vez también lo hay para reducir la economía sumergida y evitar las ineficiencias de su economía y de sus presupuestos generales, autonómicos, provinciales y locales. @J_L_Gomez

España sigue teniendo un bajo porcentaje de gasto público

En contra de lo que algunos sostienen, España sigue teniendo un bajo porcentaje de gasto público sobre PIB (41%) y de gasto público per capita (10.247 euros). Francia casi duplica a España en gasto per capita, del mismo modo que Estados Unidos, país que algunos asocian a un liberalismo a ultranza. Alemania tiene un 43,90% de gasto público sobre PIB, con 17.391 euros per capita, e Italia también aventaja a España en ambos indicadores con un 48,70% de gasto público sobre PIB y 13.901 euros per capita.

Entre las cuatro economías más grandes de la zona euro, la francesa es la que soporta un porcentaje más alto de gasto público sobre PIB, tanto en términos relativos (56,50%) como absolutos (19.304 euros de gasto per capita). Curiosamente, una gran potencia como Estados Unidos, que tiene un porcentaje de gasto público sobre PIB bajo para los estándares europeos (34,79%), casi iguala el gasto público per capita de Francia, con 18.420 euros. Alemania es, en ese sentido, el país más equilibrado. @mundiario

Pedro Sánchez en campaña. / Mundiario Pedro Sánchez en campaña. / Mundiario

––––––––– PROTAGONISTAS –––––––––

> Pablo Casado, candidato del PP.- El programa económico del PP abandera una revolución fiscal que permita a las familias tener más renta disponible, se propone fortalecer la creación de empleo y favorecer a los autónomos. Ve posible devolver a los ciudadanos parte de su esfuerzo.

> Pedro Sánchez, candidato del PSOE.- Sus tres grandes propuestas económicas para el 28-A son el conocimiento, la innovación y la investigación, un Estado de bienestar eficiente para asegurar la cohesión social del país, y la transición energética para luchar contra el cambio climático.

> Pablo Iglesias, candidato de Podemos.- Parte de que las personas están en el centro de sus medidas económicas y sitúa a los jóvenes con un gran protagonismo en sus propuestas. También se centra en la transición ecológica y en la digitalización para no quedar atrás ante estos desafíos.

> Albert Rivera, candidato de Ciudadanos.- Tiene como objetivos revolucionar el capital humano y apostar por la educación, revolucionar el mercado laboral español y darle a las instituciones un papel esencial para conseguir crecer. En materia fiscal se coloca en una posición intermedia. @mundiario

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