El Brexit, otro populismo que genera más problemas de los que soluciona

Renunció al euro y conservó la libra esterlina, lo que le permitió combatir la crisis del 2008 con devaluaciones que los demás países no podían hacer, y con su particular idiosincrasia tampoco entró en la unión bancaria, ni en la zona Schengen, ni se sienten obligados en la política de asilo. Ahora han tomado una decisión, el Brexit, una salida que fue refrendada por el 51,9% de los británicos pero con muchos matices que les traerán más problemas que beneficios. Recordemos que a diferencia de los países constitucionales donde prácticamente en todos está prohibida expresamente la secesión, en Gran Bretaña la constitución no existe, es solo un breve conjunto de leyes por las que se rigen, lo que da lugar a que los reinos que se habían unido pueden volver a separarse. 

Todo viene como consecuencia de unas leyes que permiten que un referendum de calado transcendental pueda ganarse por mayorías mínimas atribuyéndose la abstención al ganador, algo absurdo porque los activistas del cambio no son precisamente los que se quedan en casa. Parece más lógico que fuese necesaria una mayoría del censo cuando el cambio consultado tiene un componente técnico difícil de entender, de ahí que millones de británicos hayan manifestado su intención de cambiar el voto una vez visto los resultados, es decir, que en una segunda vuelta arrollaría el no. Ahora viene la desconexión y hay que negociar las condiciones de la salida. Para el Reino Unido lo ideal sería mantenerse fuera de la Unión Europea al estilo de Noruega, el otro país exportador de petróleo que se las arregla por su cuenta, lo que significaría pertenecer al EEE (Espacio Económico Europeo) con todas sus ventajas a la hora de aprobar leyes.

En el resto de Europa muy poca gente se ha creido los lamentos británicos. Cierto es que era un contribuyente neto a pesar del "cheque británico" que se instauró en tiempos de Margaret Thatcher que exigía compensaciones, y por el que se le devolvía parte de la aportación, y que nunca dejó de luchar por el pacto fiscal con el argumento de "Europa nos roba", algo muy difícil de asimilar a este lado del Canal porque conociendo a los británicos, si el saldo con todas las variables no estuviese a su favor no estarían en Europa 43 años. Las cosas son probablemente más sencillas, Nigel Farage como líder de la UKIP, el partido de la campaña independentista, llevó la gente a la calle para manifestarse con sencillos mensajes,  aprovechando la crisis de los refugiados que entraban por el Canal desde Francia después de atravesar la Europa sin fronteras, el supuesto déficit fiscal, y un toque por la abundante inmigración. El mensaje caló y acabó ganando el referendum del Brexit que ahora Theresa May trata de poner en marcha.

Sin embargo la votación fue irregular y como sus leyes no exigen unanimidad para la toma de decisiones importantes, unos reinos quieren imponerse a otros, así en Escocia ganó el no con el 62%, ganado en las 32 circunscripciones nada menos, motivo por el cual ahora la Primera Ministra, Nicola Sturgeon, pide que se celebre un referendum de independencia para seguir en la UE. Más llamativo es aún en caso se Irlanda del Norte, donde ganó el no con el 56% y el lider del Sinn Fein, Martin McGuiness, quiere un referendum para unirse a Irlanda y seguir tambien en la UE. El caso guarda semejanza con lo sucedido en USA con Trump porque las grandes ciudades son vencidas por la voluntad de las pequeñas y el voto rural. Londres votó ‘no’ con el 75,2%, Leeds con el 50,3%, y en Birminghan ganó el si solo por 3.800 votos.

Lo dicho, un sistema mal pensado que traerá más problemas que soluciones, y en el que todos saldremos perdiendo pero probablemente Gran Bretaña mucho más. Creo que a nadie se le oculta que si se repitiese el referendum como piden los millones de firmas recogidas, el "no" sería abrumador y surge la pregunta ¿quien tiene la soberanía popular? ¿los que ejercieron su derecho y ganaron? ¿los que se han arrepentido y ahora conforman una nueva mayoría?