Biden y Trump, frente a frente por el alma de la nación, en una elección histórica

Joe Biden y Donald Trump.
Joe Biden y Donald Trump.

Según las últimas encuestas, el candidato demócrata Joe Biden aventaja nacionalmente por 10 puntos al actual presidente, el republicano Donald Trump, y también está por delante en casi todos los estados. Es toda una batalla por el alma de la nación.

Biden y Trump, frente a frente por el alma de la nación, en una elección histórica

Los Estados Unidos se juegan este martes 3 de noviembre su futuro en una elección de proporciones históricas. El espíritu nacional está en la balanza, como bien saben el candidato demócrata Joe Biden; su compañera de boleta, la senadora Kamala Harris, y sus seguidores. Es una batalla por el alma de la nación.

El actual presidente, Donald Trump, ha dado constantemente pruebas de su ineptitud para el cargo. Pero más terrible aún: durante sus cuatro años en la Casa Blanca ha sacado a flote el racismo, la xenofobia, el egoísmo, la insolidaridad entre los propios integrantes de la nación. Su discurso ha sido divisivo; en varias ocasiones ha dado un respaldo tácito –y a veces no tan tácito– al supremacismo blanco, y ha tratado de crear una animosidad hacia los inmigrantes de América Latina, cerrándoles las puertas, negando solicitudes de asilo y separando a familias y a hijos de sus padres y madres tras cruzar la frontera con México. Ha ordenado internar a niños inmigrantes en campos de concentración; muchos de ellos no volverán a ver a sus padres. El muro que Trump sigue empeñado en levantar a todo lo largo de la frontera sur –dividiendo propiedades, dañando el medio ambiente, separando naciones y comunidades– es una muestra del nacionalismo exacerbado e irracional con el que trata de mantener el apoyo de su base electoral, intolerante y chovinista como su caudillo.

Insultos de Trump

Trump ha desdeñado a los países pobres de donde salen muchos inmigrantes, llamándolos “países de mierda” y desde su primera campaña presidencial, contra Hillary Clinton, se dedicó a insultar y menospreciar a la comunidad hispana y al vecino más cercano del sur, México, diciendo que enviaba a los Estados Unidos a criminales y violadores, pero que entre los inmigrantes había alguna gente buena. Ese desprecio no le ha impedido utilizar a inmigrantes indocumentados como trabajadores en sus negocios y propiedades. Si emplear a indocumentados es una violación de la ley, el propio presidente ha violado la ley.

En el plano internacional, ha disminuido el papel protagónico de los Estados Unidos alejando e insultando a aliados tradicionales, como los miembros de la Unión Europea, y provocando una enemistad con China que no tiene ningún sentido. China no tiene pretensiones de hegemonía militar mundial, no ha invadido a ningún país, y su formidable desarrollo económico se debe en gran medida a la avaricia de los capitalistas occidentales, que invirtieron en el país asiático y trasladaron hacia allí sus fábricas para reducir costos de producción y mano de obra.

Trump ha anulado importantes protecciones del medio ambiente y ha intentado resucitar industrias contaminantes como el carbón. El cambio climático no es un “invento de los chinos”, como dijo Trump una vez, para perjudicar a la economía norteamericana. El hecho de que este año se formaron tantas tormentas y huracanes que se agotó la lista de nombres y los meteorólogos tuvieron que usar el alfabeto griego para denominar los ciclones, es una señal de alarma frente a la crisis del clima, causada por la actividad humana.

El control de epidemias

Trump desmanteló la oficina gubernamental de control de epidemias, lo que impidió tomar medidas oportunas cuando la pandemia de la Covid-19 saltó el Atlántico y llegó a suelo norteamericano. Desoyendo a los científicos, Trump intentó minimizar la epidemia, diciendo que no era más grave que la gripe estacional. Inicialmente hizo creer que la plaga era una conspiración contra su gobierno, y siempre ha llamado a la Covid-19 el “virus chino”. Cierto: el coronavirus apareció en la ciudad china de Wuhan, pero contra lo que creen muchos seguidores de Trump, no hay evidencias de que se haya producido en un laboratorio. Por otra parte, los acertados pasos que dio el gobierno chino para contener la epidemia debieron haber servido de ejemplo. Al momento de escribir este artículo, los Estados Unidos tienen más de tres millones de casos de contagio activos y han sufrido más de 236.000 muertes, mientras que en China solo hay 363 contagios actualmente y el total de muertes es de 4.634, sin un fallecimiento nuevo desde hace varios meses.

Trump no trazó un plan nacional contra la pandemia, e incluso politizó el uso de protecciones como las mascarillas, no usándolas en público casi nunca y organizando reuniones multitudinarias de sus partidarios en las cuales nadie llevaba mascarilla ni guardaba los seis pies de distanciamiento social indicados por los expertos para protegerse del contagio. Trump es responsable de que la epidemia se haya descontrolado en los Estados Unidos, y que la respuesta del gobierno a la crisis sanitaria esté entre las peores del mundo, una vergüenza para el país que se jacta de ser el más desarrollado del planeta.

Uno de los principales objetivos de Trump en la Casa Blanca ha sido desmontar el legado de su antecesor en el cargo, el presidente Barack Obama. Sobre todo la Ley de Cuidado de la Salud A Bajo Precio, el plan de salud conocido como Obamacare, que dio atención sanitaria a millones de personas que antes no podían acudir a una consulta médica por no tener un seguro. En un nuevo período en la presidencia, Trump haría todo lo posible por eliminar el Obamacare, dejando a millones de personas sin cuidados de salud, mientras no ofrece ninguna alternativa para los que no pueden pagar el abusivo costo de un seguro médico privado.

La clave del dinero

En 2017, Trump logró una reforma fiscal que dio una gran rebaja de impuestos a los ricos y a las grandes empresas, y una rebaja menor al resto de la población. Muchos defensores del presidente señalan la reducción tributaria como una de las razones de su apoyo, pero olvidan que las rebajas a las grandes corporaciones son permanentes, mientras las de los individuos terminan en 2026. Trump está en contra de una concepción clasista de la sociedad, pero él sí tiene conciencia de la clase a la que pertenece y a la que sabe beneficiar, porque también se beneficia a sí mismo.

En víspera de la elección, Joe Biden aventaja sólidamente a Donald Trump en las encuestas nacionales y en la gran mayoría de los estados. El sondeo de NBC News/The Wall Street Journal le da al candidato demócrata una ventaja de 10 puntos: el 52 por ciento del electorado a favor de Biden frente al 42 por ciento por Trump. La ventaja debería ser mucho mayor, pero al menos es suficiente para darle la victoria al aspirante demócrata.

Ineptitud, arrogancia, racismo, xenofobia, irresponsabilidad administrativa frente a crisis como la epidemia del coronavirus, y aumento escandaloso de las fortunas de los ricos a expensas de los trabajadores es lo que Trump ha llevado a la Casa Blanca y lo que ofrece si, contra los pronósticos, es reelecto. Esa es su verdadera plataforma electoral.

La alternativa

Su rival Joe Biden representa una alternativa salvadora a cuatro años de desastres de Trump. El cuidado de la salud para todos, un plan económico más sólido, más beneficios para los trabajadores, la igualdad racial, étnica y de género, el combate contra la discriminación, la protección del medio ambiente, la lucha contra el cambio climático y la colaboración y la amistad internacional son puntos de primer orden en la agenda de Biden.

Esos puntos constituyen rasgos esenciales del alma de la nación, los fundamentos de un futuro cercano igualitario y solidario que los Estados Unidos –y todos los pueblos del mundo– se merecen y deben tener. En la elección de este martes libramos una batalla por el alma nacional y decidimos el avance hacia ese futuro luminoso. @mundiario

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