Golpes de efecto en la batalla frontal entre Ciudadanos y el PP por la hegemonía de la derecha

Pintada sobre el catalán.
Pintada sobre el catalán.

El anuncio indirecto de que el Gobierno, en uso de las atribuciones del artículo 155 de la Constitución, implantaría la libertad de elección de lengua en la enseñanza catalana tiene escaso futuro. Ciudadanos puede acabar siendo el radical y el PP quedar como moderado.

Golpes de efecto en la batalla frontal entre Ciudadanos y el PP por la hegemonía de la derecha

Una de las derivadas principales del conflicto con el soberanismo es la política lingüística, profundamente incardinada en la esencia de los partidos nacionalistas. A partir de una extensa investigación académica sobre aspectos tanto sociológicos como psicolingüísticos, se ha construido una ideología, enconando así una situación ya de por si compleja. De la cooficialidad como derecho se pasa al deber del estudio y rápidamente a la organización de la enseñanza en torno a la lengua propia y a los contenidos específicos. Por esas vías se va produciendo una instrumentalización de los contenidos, de las actitudes no verbales asociadas a ellos y al final, de una ideología difusa pero efectiva. Es la consagración de la diferencia y la inversión de la situación anterior.

Lo que fue reprimido durante la dictadura ahora es la norma. Lo que entonces era la norma ahora no es reprimido pero si preterido

Lo que fue reprimido durante la dictadura ahora es la norma. Lo que entonces era la norma ahora no es reprimido pero si preterido. Ese criterio se aplica asimismo en la Administración pública, invitando tácitamente a quienes no lo comparten, a emigrar por falta de perspectivas profesionales. Así ha ocurrido en el País Vasco y en Cataluña, como está comenzando a ocurrir en Baleares.

Un ciudadano no avisado podría opinar que el conflicto se resolvería permitiendo que cada colegio enseñase en la lengua que eligiese, trasladando a la familia la libertad de elección de centro. Los gobiernos citados no lo permiten bajo el argumento de evitar la segregación social que se derivaría. Podría ser combatida con otras estrategias pero no hay voluntad de aplicarlas. La fuerte estatalización del sistema educativo, incluso de la red concertada, asegura la homogeneidad al precio de coartar la libertad de elección.

Desde el punto de vista de las comunidades afectadas se considera como componente básico de la autonomía política, la autoridad sobre la organización de la enseñanza y sobre la cultura propia, algo hasta ahora sancionado por la doctrina constitucional. No cabe esperar cambios en ese ámbito. En el debate político de esas comunidades se podrán discutir los posibles excesos de las políticas públicas pero el marco constitucional y estatutario está muy consolidado y no es reversible.

Por todo ello tiene escaso futuro el anuncio indirecto de que el Gobierno, en uso de las atribuciones del artículo 155 de la Constitución, implantaría la libertad de elección de lengua en la enseñanza catalana. Ni está en condiciones legales de hacerlo, ni podría garantizar el resultado ni dispone de los medios económicos y administrativos para hacerlo.

El anuncio es una medida de presión sobre los partidos soberanistas para urgirlos a formar gobierno. Por la misma razón son falsas de raíz las propuestas de Ciudadanos sobre esa cuestión o sobre el concierto vasco. Anunciar lo que desean los sectores más radicales de la derecha española, sabiendo que es inaplicable, no es sino una forma de populismo exacerbado.

La batalla frontal entre Ciudadanos y el PP por la hegemonía de la derecha española deparará más golpes de efecto como los comentados pero no pasarán de ser ejercicios retóricos, del mismo nivel que la prisión permanente revisable.

Ante la larguísima campaña preelectoral que se avecina, en una sociedad posmoderna que prima las emociones sobre las ideas, los anuncios efectistas presiden la agenda

Ante la larguísima campaña preelectoral que se avecina, en una sociedad posmoderna que prima las emociones sobre las ideas, los anuncios efectistas presiden la agenda, fuerzan a tomar postura y polarizan a los electores. Además de la pelea en el barro que son las comisiones parlamentarias sobre financiación de los partidos, la política lingüística o  el agravio comparativo entre territorios van a ser utilizados sin eufemismos. Afortunadamente no tenemos un problema de emigración lo que nos evita que ese frente, tan presente en muchos países europeos, sea utilizado en esa guerra.

Al final, no puede haber dos partidos que se reputen de derecha liberal. Los electores situarán a uno como más radical y extremo que el otro. Y aunque hasta ahora parezca lo contrario, Ciudadanos puede acabar siendo el radical y el PP quedar como moderado. Es lo que acaba de insinuar el PNV, al acusar a Albert Rivera de berlusconismo. La batalla acaba de comenzar. @mundiario

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