En el banquillo de la Gürtel hay muchas plazas vacías que habría que llenar

Símbolos de la justicia.
Símbolos de la justicia.

En este país donde abunda la corrupción y el fraude resulta difícil creer lo que nos dicen los responsables de partidos y sindicatos de no haberse enterado. ¿Nos mienten?

En el banquillo de la Gürtel hay muchas plazas vacías que habría que llenar

En este país donde abunda la corrupción y el fraude resulta difícil creer lo que nos dicen los responsables de partidos y sindicatos de no haberse enterado. ¿Nos mienten?

La policía de Chicago, los Intocables, iba cercando a todos los gánsters de organizaciones mafiosas logrando eliminar a alguno de ellos o encarcelarlos, pero no era capaz de probar que toda aquella gente obedecía órdenes y que había un jefe responsable de todo que se llamaba Al Capone, al que finalmente habría de lograr llevar a prision por un delito administrativo de poca condena. Aquí tenemos ahora la trama Gürtel con muchos implicados pero sin jefes ni responsables que les diesen las instrucciones, y una vez mas nos invade la sensación de que todos los que están son culpables pero no están todos los que son.

Nos pasó con la trama Filesa donde se demostró la financiación ilegal del PSOE, con el caso Naseiro del PP, con los sindicatos que en Andalucía se daban fiestas y viajes a costa de los fondos de formación de la Junta, pasó en UDC que desviaba los fondos de la Unión Europea para su partido, y asi podríamos seguir con infinidad de casos como el Palau, el de Nóos, y otros donde los responsables, los jefes, dicen no haberse enterado y se sienten muy ofendidos de que en sus partidos haya gente así, de hecho Rajoy y Cospedal hicieron una rápida aparición para afirmar no saber nada de los cargos que se le imputan a los acusados por la trama Gurtel. Ni se habían enterado, como tampoco se había enterado Jordi Pujol de que la fortuna que entraba en sus cuentas no eran de una herencia o que su hijo ya no sabía ni donde guardar el dinero.

El fiscal pide cuantiosas penas para Bárcenas y otros implicados que se hicieron con millones de euros, per lo malo es que ninguno de los tres tesoreros que serán juzgados tiene la capacidad de devolver un favor de semejantes importes, ni tampoco sus mujeres, y los que si podían influir en adjudicaciones, recalificaciones o información privilegiada, no justifican con sus cargos los importes recibidos. La gente ya no se cree que no haya culpables que pagaban por favores que les hacían quien tenía poder para hacerlos, ni mucho menos que los jefes de los partidos políticos no se enteraban de que se financiaran ilegalmente y que muchos de ellos recibían sobresueldos en dinero B, pero sabemos que ninguno se sentará en el banquillo. Lo malo es que una vez que estamos convencidos de que nos mienten, ya no podemos saber cuando nos engañan. En otros países cuando alguien se ve descubierto en una mentira, tiene que retirarse para siempre de esta profesión que consiste en que depositemos en ellos nuestra confianza.

Nos están poniendo las cosas muy difíciles porque ya solo quedan aislados de la corrupción partidos que nunca han ostentado el poder, y en estas circunstancias  incluso un grupo de estudiantes sin haber hecho ni el proyecto fin de carrera podría ganar las elecciones mientras los partidos de los  festínes que se juzgan se entretienen en el ya famoso "y tú más".

Casi no queda tiempo, pero si los responsables de todo quieren tener un último gesto de estadistas tienen que pedir perdón sin demora, abrir las listas y cambiar la ley electoral, dejar la disciplina de voto para cuestiones puramente técnicas, convocar referéndum para todos los temas sociales, dar cabida a la iniciativa popular legislativa, conceder derecho de veto y someter a referéndum a leyes que se aprueban en contra de la opinión popular, dejar de nombrar jueces y fiscales, hacer una ley de financiación de partidos creíble, no perdonarse las deudas bancarias como no se perdonan a los ciudadanos hipotecados, y sobre todo cambiar la estructura de los partidos corruptos eliminando a todos los culpables de fraude por acción, omisión, o ignorancia.

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