Bachir Edkhil: "De cara al exterior se ha presentado a la mujer saharaui como una mujer libre"

Bachir Edkhil y Clara Riveros, en Rabat. / Mundiario
Bachir Edkhil y Clara Riveros, en Rabat. / Mundiario
Este intelectual sahariano, fundador y exintegrante del Frente Polisario, explica el papel de la mujer saharaui en la sociedad tradicional, el rol que cumplió durante el periodo del conflicto armado entre Marruecos y el Frente Polisario y su situación en el Sahara actual.
Bachir Edkhil: "De cara al exterior se ha presentado a la mujer saharaui como una mujer libre"

«El Sahara (palabra árabe) es desierto, por eso resulta más apropiado hablar de sociedad beduina que de sociedad saharaui. El Sahara abarca más de nueve millones de kilómetros cuadrados. La población que habita esa extensa región no se guía por las fronteras estatales a semejanza de algunas comunidades indígenas de América Latina. La sociedad beduina vivía, en el pasado, de la trashumancia y del pastoreo y algunas veces de guerras y escaramuzas por el control de los pastos, del agua o por la supremacía de la propia tribu. Era una especie de Western de corte beduino basado en la fuerza bruta. El fuerte domina al inerme o pequeño convirtiéndolo, muchas veces, al estatuto de « znagui » (denigrante), o plebeyo.

Estas sociedades gozan de una estructura organizativa muy simple y la mujer juega un papel predominante, primero por la escasez de medios de vida y por el propio sistema social. La propia sociedad aún está en ese tránsito entre lo matriarcal y lo patriarcal. En ese contexto la mujer ha desempeñado un papel importante. El hombre se encargaba del trabajo fuerte (pastoreo, guerra, etc.,) y se ausentaba de la tribu durante algunas temporadas. La mano de obra era escasa, por ello todos en la tribu tenían un rol definido y el de la mujer era muy importante. La mujer se ocupaba de los niños, pero también llevaba el control de la jaima y el manejo de la economía, una economía social y solidaria para garantizar la subsistencia de la tribu. La solidaridad ha sido un rasgo distintivo de la sociedad tradicional saharaui sin el cual la tribu no podría existir.

Las tribus tenían similitudes y diferencias entre sí. En ese sentido, el rol de la mujer dependía de la tribu a la que perteneciera. En términos generales la sociedad beduina ha seguido —para su funcionamiento social— el islam clásico y la sharía. La ley islámica ha tenido importancia para los saharauis en dos aspectos: en el respeto que se debe tener hacia la mujer y en el carácter piadoso que inculca la religión para con la comunidad, un valor que también promulga el cristianismo. Cuando empezaron a crearse las ciudades en el Sahara, los saharauis se fueron haciendo sedentarios, pero de todas formas quedaron y quedan todavía hoy vestigios de la mentalidad beduina que influyen en el funcionamiento de la sociedad saharaui.

Después de la Marcha Verde y cuando empezó el conflicto del Sahara, las mujeres tuvieron un papel fundamental en la conducción de las familias y tribus hacia los campamentos del Polisario en Argelia. Muchas mujeres huyeron o marcharon detrás de los hijos más jóvenes que se habían incorporado al Polisario. Esos hijos varones —a quienes ellas siguieron— eran guerrilleros que se habían ido a la guerra. Las madres fueron en busca de sus hijos y detrás de ellas se desplazaron el resto de sus familias. La mayoría de los saharauis que fueron a Tinduf, desde el Sahara (ex español), lo hicieron después de la Marcha Verde (1975) por el temor y el clima de propaganda vigente entonces. Sin embargo, antes de la marcha ya se habían desplazado grupos de saharauis a ese territorio. Así fue como la mujer cumplió la función de arrastrar al resto del grupo social y familiar a Tinduf. Mi madre y mi hermana fueron a Mauritania a mediados de 1974 y después a Argelia a principios de 1975. Para ese momento el Polisario me había encarcelado. El resto de la familia se trasladó a Tinduf a finales de 1975 tras la Marcha Verde.

La mujer saharaui también desempeñó un papel importante en el funcionamiento de la tribu en los campamentos de Tinduf. Eso permitió la consolidación de los campamentos puesto que las mujeres hacían todo el trabajo básico. En 1976 había 42.000 personas en Tinduf, aunque no todas eran originarias del ex Sahara español. De éstas, el 8 % eran hombres y el resto eran mujeres y niños, según las cifras que manejaba El Uali, secretario del Polisario en ese momento. En 1979 se siguieron sumando más saharauis —de las mismas tribus— pero originarios de Mauritania y de Argelia. Por su carácter nómada los saharauis abarcan estos territorios y no se guían por las demarcaciones políticas de los países.

Los campamentos de Tinduf se organizaron siguiendo la raíz tribal —aunque las autoridades del Polisario lo niegan—, para ellos era necesario hacerlo de esa manera porque debían tener un control securitario y de seguimiento a las poblaciones originarias en el territorio que controlaban.

Cuando el Polisario estableció células de tipo comunista y organizaron a la gente en comités, las mujeres saharauis también desempeñaron un rol y se convirtieron en un instrumento de propaganda política del Polisario para expandir el discurso: “tenemos la mujer más liberada del mundo árabe”. Ese fue el gran eslogan para ganarse al feminismo y a la izquierda occidental. El Polisario también implementó una escuela de formación de cuadros de mujeres y estimuló la natalidad obedeciendo a la lógica de la guerra con Marruecos. Se promovía una alta natalidad porque se necesitaban soldados para la causa. La guerra produjo, de algún modo, la descomposición y desestructuración de la sociedad tradicional saharaui para dar paso a una organización político-militar en la que todos los saharauis tenían un papel como militantes y soldados del proyecto independentista siguiendo un modelo comunista.

De cara al exterior se ha presentado a la mujer saharaui como una mujer libre, con poder y autonomía, pero las circunstancias actuales de las mujeres saharauis que intentaron elegir sus destinos y fueron secuestradas en los campamentos de Tinduf demuestran que la realidad en los campamentos argelinos es diferente de la que se promociona. El Polisario ha justificado la situación diciendo que son las tradiciones tribales y las cuestiones de familia las que mantienen a las mujeres saharauis retenidas. Pero no se puede olvidar que es la instrumentalización política que ha hecho el Polisario de las niñas y de las mujeres, la que ha llevado a la situación actual donde sobresale la total falta de libertades para los saharauis y, en especial, para las mujeres. Como lo está haciendo con la utilización de los niños en su programa «vacaciones en paz». A través de este programa se llevan menores a España para utilizarlos en reclamos propagandísticos en favor de las tesis de esa organización.

Cuando regresé al Sahara en 1992 también volvió mi madre que para ese momento era una anciana. Murió en El Aaiún en 2004. Mi padre, mis hermanas y unas tías y familiares próximos murieron en Tinduf. La vuelta de mi anciana madre arrastró la vuelta de muchos hijos, sobrinos y familiares a su tierra natal.

En estas últimas décadas el Sahara ha cambiado y también lo ha hecho la población del Sahara. Ahora los saharauis han adquirido algunas costumbres occidentales y, también, miles de jóvenes saharauis, más de 13.000, principalmente mujeres, han cursado carreras universitarias en las universidades marroquíes. Sin olvidar las importantes cantidades de egresados de universidades cubanas, libias y argelinas.

Por último, voy a resaltar que en efecto la sociedad beduina está pasando por un proceso de transformación muy importante y digno de estudio donde se entremezclan ancestrales costumbres y el modernismo de corte occidental sobre todo a nivel económico y el retorno temible al tribalismo más rancio y excluyente gracias al fracaso del sistema del Polisario que cayó en declive desde la intifada de 1988. Todo esto teniendo como trasfondo una crisis identidad impresionante». @mundiario

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