El AVE entra en campaña, además de Cataluña

Un tren AVE de Renfe. / Mundiario
Un tren AVE de Renfe. / Mundiario
Escuchando a Alberto Núñez Feijóo, el principal problema de la comunidad autónoma que preside parece ser Cataluña. Escuchando al Gobierno central, Franco. Lo cierto es que los problemas económicos comienzan a amontonarse pero los asuntos de calado ceden ante las emociones.
El AVE entra en campaña, además de Cataluña

Si el turrón llega siempre por Navidad, el AVE acelera cuando hay elecciones. Tras dos décadas de debate político recurrente las posiciones siguen siendo las mismas, como los sabores del turrón canonizados por la tradición. Cambian los actores pero no los roles. El Gobierno defiende, la oposición ataca. Es como la cena de Navidad donde los papeles son los mismos toda la vida, con hermanos, cuñados, suegras, etc. dando lo mejor de sí mismos.

Ayer Feijóo inició la campaña del AVE. En su mejor estilo, omitió datos, aventó sospechas y básicamente vino a decir que no habrá trenes circulando en 2021, año mágico de los fastos del Xacobeo. No concretó si se refería a la conexión con Lugo o a la línea principal. Los medios le dieron toda la audiencia, sabedores de que el culebrón durará varios meses, enlazando las elecciones generales con las autonómicas.

El Gobierno central contestó raudo, ofreciendo más detalles llenos de matices: final de obra, pruebas de seguridad, puesta en servicio. Si todo va bien, intentan sugerirnos, los pasajeros podrían viajar a finales de 2020. El ministro de Fomento en visita reciente, evitó comprometer fechas aduciendo que las pruebas de seguridad son de duración imprevisible. En el medio ADIF, el organismo que ejecuta las obras, asegurando trabajar “noche y día” pero cuidándose mucho de comprometer fechas. Al final dicho organismo lleva casi veinte años trabajando en ese tema, no sabemos si todos los días.

Curiosamente sobre lo que afecta a las Administraciones gallegas, ni una palabra. Con algunas de las estaciones del AVE retrasadas, con la de A Coruña sin comenzar las obras, ningún responsable muestra inquietud ni sonrojo.

No hace falta estudiar lógica ni aplicar el cuadrado aristotélico para intuir que las dos posiciones políticas citadas no pueden ser verdaderas simultáneamente, pero que las dos pueden ser falsas. Cualquier pequeño retraso situaría la circulación de viajeros en 2021, aunque no más tarde. Salvo que gobierne el PP, pues sabemos que su socio inevitable, Ciudadanos, es frontalmente contrario al AVE de Galicia.

Lo cierto es que los problemas económicos comienzan a amontonarse en Galicia sin que al Gobierno gallego se sienta obligado a actuar: cierre de la central de Endesa en As Pontes, quiebra de los astilleros vigueses, incertidumbre en Alcoa de San Cibrao, despidos en R, Isowat, etc. Y con las previsiones económicas en retroceso para el próximo año.

No parece que las próximas elecciones generales versen sobre esos asuntos. Escuchando a Feijóo, el principal problema aquí parece ser Cataluña. Escuchando al Gobierno central, Franco. Dos asuntos que apelan a las emociones antes que a la razón y que parecen llamados a galvanizar el voto electoral. Con tanta emotividad, servida por la televisión en forma continuada,  hablar de los asuntos cotidianos es para espíritus inconformistas. Son dos asuntos con una ventaja añadida: no se agotan en el tiempo, pueden estirarse indefinidamente.

Europa, el Brexit, la economía, la guerra comercial, la contaminación que soportamos en Galicia sin retornos apreciables, la emigración selectiva de los jóvenes cualificados, la desindustrialización, la crisis sanitaria, y otros asuntos similares que requieren datos, análisis y estrategia, ceden ante las emociones. Pero no por ello dejan de estar ahí, mediatizando nuestro futuro. Es no querer  ver el elefante en la habitación. @mundiario

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