Así se vivió el 23-F en las redacciones de los medios de Galicia: el caso de Faro de Vigo

Generales y el gobernador civil (640x480)
El general Juste, jede de la Brunete, en Ourense.

Dada la ignorada postura de la Capitanía General de la VIII Región fue esencial averigurar qué pasaba en las guarniciones, si la tropa estaba acuartelada y en qué circunstancias. / Crónica del 23-F en Galicia desde Faro de Vigo

Así se vivió el 23-F en las redacciones de los medios de Galicia: el caso de Faro de Vigo

Los periodistas gallegos que aquel 23-F trabajábamos en los diversos medios de Galicia podemos contar nuestra propia crónica y vivencias de aquella tarde y noche, dada la zozobra de las diversas unidades de lo que entonces era la VIII Región militar con sede en A Coruña. En mi caso, puedo contar que yo viví aquella tarde en la redacción de Faro de Vigo en Chapela, un día normal como cualquier otro, en que cada uno seguía su rutina. Yo era entonces responsable del Suplemento Dominical, trabajo sin grandes apuros por el tiempo entre cada número. Teníamos la radio puesta, escuchando el pleno del Congreso para seguir la sesión de investidura de Calvo Sotelo. Para no molestar el volumen estaba bajo, por lo que no percibimos muy bien los momentos iniciales de la entrada de Tejero. Este episodio dio lugar, por cierto, a una divertida anécdota, al no conocer la gravedad de lo que estaba ocurriendo en la carrera de San Jeronimo.

En un lateral de la redacción estaba la sala de teletipos. En aquel tiempo, estos artilugios tenían adosado un timbre para advertir que estaban vomitando una noticia importante, de modo que, de repente, todos los aparatos suspendieron la transmisión ordinaria de noticias y se dispararon todos los timbres. El auxiliar de redacción que tenía a su cargo ir cortando las noticias y repartirlas a las mesas de los redactores se llamaba Lodeiro, y era un hombre especialmente tranquilo. Uno de nosotros le dijo: “Lodeiro vai ver qué coño pasa”. Y éste sin perder la calma, respondió: “Qué vai pasar, un cortocircuito”. Pero no era tal.

Primeras reacciones de sorpresa

El primero que se dio cuenta de lo que realmente pasaba fue el viejo redactor de deportes Tourón, excelente veterano y gran persona, quien dijo con cierto humor: “En esta redacción empieza a oler a caca”, en referencia al miedo que, según él nos estaba entrando”. Poco tiempo después nos comunicaron que se habían presentado en la consejería dos guardias civiles que habían sido enviados allí por el gobernador civil.

José Francisco Armesto, que era el director entonces del periódico, me encargó que fuera a hablar con ellos para saber de qué lado estaban. Los dos agentes no sabían nada ni se pronunciaron: “Nos mandaron aquí armados por si tuviéramos que proteger este medio”.

ETEA 1_0001 (640x480)

La ETEA de Vigo fue una de las unidades acuarteladas.

Plenamente conscientes ya de lo que estaba ocurriendo, el director, Armesto, empezó a organizar la redacción para centrar todo el esfuerzo en la información especial que teníamos que componer, pero sin abandonar el resto de las noticias del día. A mí, me tocó una misión muy especial: Dada mi afición a los temas militares y las buenas relaciones que mantenía con algunos mandos de los tiempos en que sirviera en la secretaría del coronel del Regimiento de Infantería Zamora 8, en Ourense, disponía de contactos. Era importante conocer si las guarniciones de Galicia se habían sumado al golpe o la situación era normal.

En aquellos años, en Galicia había dos grandes unidades: La Brigada de Infantería DOT VIII (Brigada de Defensa Operativa del Territorio), cuyo cuartel general estaba en Vigo, en el edificio del Arenal que luego sería rectorado, y la Brigada Aerotransportable.  La primera unidad –que mandara el general Juste, el 23-F jefe de la decisiva Brigada Acorazada— estaba formada por los Regimientos de Infantería “Zamora 8” (Ourense), “Mérida 44 (Ferrol), la plana mayor reducida del regimiento de Infantería “Murcia 42” y el batallón mixto de Ingenieros VIII y la Agrupación Mixta de encuadramiento (Vigo), las compañías de operaciones especiales 81 y 82, ubicadas en El Cumial (Ourense) y Lugo, respectivamente. También estaba en Lugo el Grupo Ligero de Caballería VIII y en Pontevedra el Regimiento de Artillería de Campaña número 28. En Ferrol había también un regimiento mixto de Artillería que dependía directamente del ministro del Ejército. La Brigada de Infantería Aerotransportable estaba ubicada en A Coruña y Santiago, respectivamente. En el primer caso, era la sede del cuartel general, Regimiento de Infantería “Isabel la católica 29”, grupo de artillería y batallón de ingenieros y grupo logístico. En Santiago, donde ahora está el Parlamento, era la del segundo batallón del Regimiento “Isabel la Católica”. A Coruña era la sede de la Capitanía General de la VIII Región Militar,

Aparte de eso, la Armada era la sede de la Capitanía general de la Zona Marítima de la Armada, base naval, cuarteles de reclutamiento, arsenal y sede de un tercio de Infantería de Marina. En Vigo estaba la Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada, y en Marín, la Escuela Naval Militar.

Uno de los regimientos de Galicia aquel 23-F

Uno de los regimientos de Galicia aquel 23-F.

No se sabía de qué lado estaba la VIII Región

En principio, a la indefinición de la Capitanía General de Galicia que no se sabía muy bien de qué lado estaría, y desde la perspectiva de los 40 años sucesivos, se puedan extraer algunas consideraciones. La unidad más desplegada en Galicia era la BRIDOT VIII, pero A Coruña y Ferrol eran entonces plazas militares de primer orden. Por lo general, los regimientos y centros consultados daban sensación de tranquilidad, en el sentido de que todo sucedía normalmente en los cuarteles y que la tropa franca de servicio había salido a la calle como cada tarde. Sin embargo, eso no era del todo cierto.

En Vigo, la dotación de la ETEA fue acuartelada, y en las unidades del ejército de Tierra, como el Regimiento de Infantería Zamora 8, en Ourense, los soldados fueron provistos de munición de guerra y durante tres días se mantuvo la prevención y la capacidad de despliegue, de modo que los medios de transportes de las unidades estuvieron con sus depósitos llenos en prevención de tener que salir.

Ultimas formaciones (640x480)

El Ejército de Tierra se preparó para contingencias, previstas en un plan de despliegue.

Años después de aquellos días, llegó a mis manos un interesante documento de la Escuela Superior del Ejército, titulado 'Orientaciones provisionales para el empleo táctico de la Brigada de Infantería D.O.T.'. Allí se relataba con todo detalle qué hacer en una situación como el 23-F. Eran las órdenes de despliegue ante una perturbación del orden público, la subversión social o 'que el poder civil dé muestras de debilidad o desidia'. Estaba claro. La cuestión si ese despliegue se hace o no para defender el orden constitucional o para derribarlo. En aquellos tiempos, aunque los soldados no estuvieran acuartelados era relativamente fácil en las guarniciones de Galicia, tras el toque de generala reunir al personal y en eso, durante mi propio servicio militar tuve algunas experiencias. En aquellos lejanos días me tocó estar de semana varias veces en los ensayos que entonces se hacían de 'generala'. Como gran parte de la tropa pernoctaba fuera del cuartel, existía un eficaz sistema de avisos para que todo el mundo se presentara en su compañía, de suerte que, en menos de una hora, el batallón estaba listo, municionado y en orden de marcha. Eso no era problema en las guarniciones de Galicia.

El general decisivo, según el Rey

Aquella madrugada del 23-F, los redactores de Faro de Vigo, cada uno con diversas misiones, entre ellas documentar quiénes eran los implicados, al tiempo que ampliábamos la información a través de nuestros contactos en otros medios nacionales, estuvimos en la lógica tensión que solo se relajó cuando el Rey salió por Televisión. Se lo contamos a los guardias civiles que nos escoltaban que también se quedaron relajados, concluida la edición, los redactores nos reunimos en el despacho del director, donde alguno de nosotros cayó rendido y quedó profundamente dormido. Yo fui uno de ellos.

El general decisivo aquella tarde, aunque al inicio no se enterara bien de lo que pasaba, era el general Juste, quien residió algunos años en Vigo, como gobernador militar y jefe de la BRIDOT VIII. Era hombre educado y de trato social. Era muy conocido y asistía a todos los actos a los que era invitado. Yo lo había tratado y conversara en repetidas ocasiones con él. Nunca creí y acerté que fuera un golpista, pero cuando le preguntaron qué hubiera hecho si el Rey le da orden de apoyar el golpe él la hubiera acatado sin dudarlo.

El Rey honorífico, en unas declaraciones realizadas en su día al diario “El Mundo”, atribuye al entonces jefe de la División Acorazada “Brunete” quien realmente impidió que el general Armada no entrara a Zarzuela e hiciese creer al resto de los implicados que yo estaba en el golpe. Además, ordenó a la División Acorazada Brunete que permaneciera en sus cuarteles y no saliera a tomar las calles de Madrid". Juan Carlos contó que fue Juste quien quiso confirmar si Armada estaba con él: “Le dije que no. 'Pues si dice que quiere ir, por favor no le recibáis”, añade el rey emérito en su conversación, si bien no se aclaró cuando hizo tales declaraciones. @mundiario

Comentarios