No me arrastrarán ni los del “manifiesto”

Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos. / RRSS.
Pablo Echenique. / RR SS.
No me arrastrará ni el manifiesto aquél de nuestros bienintencionados amigos que andaban bastante desorientados, tal y como estamos viendo.
No me arrastrarán ni los del “manifiesto”

Cuando leí -ingenuamente- el manifiesto de Joan Manuel Serrat y otro grupo de artistas y de personas que se autocalificaban de intelectuales, pensé que sabían muy bien lo que estaban diciendo y defendiendo. Me refiero el manifiesto a favor de la libertad de expresión a raíz de la condena y obligación de entrada en prisión del rapero Hasel (yo no le pongo acento, porque no sé de dónde sale). Pero a la vista de la ristra de barbaridades que he ido después leyendo, manifestadas con anterioridad por el sujeto de todo este “movimiento”, pienso que nuestros bienintencionados amigos andaban bastante desorientados.

Llevo desde el 25 de noviembre de 1965 -cuando comencé a trabajar activamente por los derechos civiles y contra la dictadura- defendiendo la libertad de expresión.

Libertad de expresión sí…

Y continúo haciéndolo en la actualidad. Y considero que cada cual puede decir lo que quiera, libremente. Pero al hablar de libertad estamos hablando de convivencia. Y si lo que yo digo dificulta la vida a alguien, que también tiene derecho a su propia libertad, me tendré que atener a las consecuencias del estorbo o del mal que estoy causando. Y si lo que digo está enrareciendo el clima de convivencia, o está sembrando inquietud a la misma, tendré que hacerme responsable de lo afirmado con mi propia libertad de expresión.

Libertad de expresión es que el vecino del quinto insulte por la ventana al del segundo. Pero el insulto enrarece la convivencia, y es una forma de agresión contra el vecino del segundo. Incluso aunque el del quinto lo diga cantando por el patio, o lo escriba en el tablón de anuncios: y más aún por eso: porque lo ha hecho públicamente. Y el vecino del quinto tiene que responder de lo que dice.

Así de simple. A partir de ahí podremos discutir si la ley que entra a dilucidar esos contenidos de la expresión, y sus límites, hemos de modificarla o no. Pero alguna tiene que existir para asegurar la convivencia.

No creo que ni a uno solo de los firmantes del manifiesto le haga ninguna gracia que alguien diga públicamente -aunque sea cantando- que deberían clavarle un piolet en la cabeza, o que tendrían que hacer volar su coche con él dentro… Porque, aunque sea con poca audiencia, se está propagando una insana tendencia a romper los más elementales requisitos de la convivencia, y se está generando un clima de no dejar tranquilo socialmente al destinatario de esas sugeridas acciones.

…pero justificando lo que se dice

La libertad de expresión es excelente para decir las cosas claras (más se tendrían que decir), y para expresar las opiniones. Pero esas cosas claras y esas opiniones han de venir fundamentadas. Yo puedo expresar incuso mi rabia porque exista -por ejemplo- una monarquía, o un gobierno determinado, o una directiva de un club. Pero si en mi rabia existe el menor atisbo de intención de agresión, y más si lo expreso en público, o instigo a ella, tendré que cargar con la consecuencia de haber manifestado, no la rabia, sino esa intención o instigación de agresión. Porque una cosa es manifestarse contra la monarquía, o el gobierno, o la directiva de un club, y otra es proponer una agresión.

Y puedo decir que alguien es un ladrón, o un criminal, o un inútil. Y lo podré decir cantando, o escribiendo. Pero lo tendré que justificar, porque si no estaré incurriendo en calumnia, injuria, insultos u odio si además propongo la forma de su castigo. Y si de paso estoy proponiendo la ejecución, u otro tipo de agresiones, estaré induciendo a otros a efectuar un linchamiento. Así de simple. Porque, a veces, las cosas, para entenderlas, hay que simplificarlas.

Pero sin caer en el simplismo, en el que cayó el señor Echenique, de llamar por adelantado “antifascistas” a quienes estaban ya en la calle utilizando métodos fascistas, de agresiones a troche y moche, y de actos de violencia completamente injustificados. Me atrevería a pedirle a Echenique que -si esos manifestantes violentos son los antifascistas- nos explique, entonces quiénes son los fascistas contra la que se dirige la violencia. Y como no va a responder nada coherente, le acuso desde aquí de irresponsable.

Y me atrevo a preguntarle más: si la ley está mal (que no discuto aquí que lo esté) me gustaría conocer cuáles han sido sus iniciativas parlamentarias, y las de su grupo, para modificar lo que está mal en la ley. Y ya que me refiero a su grupo, también le preguntaría por qué Podemos (pregúntele a Rafael Mayoral) se ha negado a denunciar explícitamente la violencia de unos grupúsculos -sus “antifascistas, don Pablo- que han vandalizado varias ciudades durante dos días.

Basura despreciable

Ni conocía, ni conozco al tal Hasel, más que por algunas cosas de las que informan los medios de comunicación, de todas las tendencias: porque son hechos objetivos y concretos. Y por algunos tuits que lo definen claramente como un machista, un acomplejado y un instigador al odio hacia las mujeres. Si estos tuits no han entrado en la sentencia, le pediría a la fiscalía que los tenga en cuenta, y que arremeta contra ellos antes del 8 de marzo. Y paso a uno muy significativo, de impotencia, odio, amenaza e instigación:

“Bukkake para todas esas piradas que nos pintan a todos los hombres como maltratadores en potencia y les gustaría que sólo hubiera mujeres” (Hasel).

Un bukkake, señores fiscales y jueces, no es sólo pornografía, ni “abuso”, sino un término que se asocia a la humillación sexual. ¿Cómo no?: en manada. @mundiario

Comentarios