Aprovechan que el mundo mira a Ucrania para lanzar que Juan Carlos I sale indemne

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Juan Carlos I y Felipe VI. / Mundiario.
Es de manual: para evitar el efecto negativo de una noticia hay que aprovechar cuando la opinión pública está ocupada en otro asunto. 
Aprovechan que el mundo mira a Ucrania para lanzar que Juan Carlos I sale indemne

Todos los manuales de comunicación y propaganda política, todos los manuales de manipulación de la opinión pública y, en su caso, de comunicaciones de crisis, señalan que para evitar o reducir el efecto de una determinada noticia se debe aprovechar el que otro acontecimiento distraiga, difumine o enmascare los efectos de los hechos que nosotros pretendemos que circulen sin los efectos negativos que inevitablemente se producirían si no existiera esa cortina detrás de la que enmascararlos.

Después del tiempo que el asunto lleva rodando, no creo que nadie se crea que es una coincidencia que se anuncie que, tras una larga investigación, salpicada de incidencias, la Fiscalía del Tribunal Supremo decida dar carpetazo a las pesquisas sobre los comportamientos del ex jefe del Estado, Juan Carlos I, por no considerar susceptibles de seguir el proceso por las tres diligencias que mantenía abiertas el ministerio público. La Fiscalía archiva la investigación al rey honorifico que sale limpio de polvo y paja, pese a las evidencias de las irregularidades cometidas mientras era rey y cuando dejo de serlo, con respecto a lo que la ley común aplicaría a un ciudadano cualquiera. Con razón la Casa Real estuvo siempre tranquila y segura de que todo quedaría en agua de borrajas.

El entorno de Juan Carlos está exultante, y lo expresa su abogado Javier Sánchez-Junco, en un comunicado en el que destaca que los decretos de cancelación concluyen que en ninguno de los casos investigados se puede imputar “ilícito alguno” a su cliente. Pero una cosa es que, por la cobertura de la inviolabilidad en un caso, el temprano aviso que le permitió regularizar sus deudas con Hacienda o la falta de elementos de prueba, donde, pese a los dos años en que habló del asunto, se echa en falta la adecuada diligencia que el caso requería. Por lo tanto, sus ingresos ocultos al Tesoro Público, las posibles comisiones y otros apaños, transferidas a paraísos fiscales, las cuentas opacas los regalos sospechosos, el uso de tarjetas, el uso de testaferros para disimular los enredos, todo eso queda a salvo.

¿Y qué pasa con la herencia y el suelo?

¿Y qué pasa ahora con la herencia a la que Felipe renunció ante notario (bueno, anuncio que renunciaba)? ¿Y qué pasa con el salario que Juan Carlos I recibía del presupuesto de la Casa Real y que le fue retirado? Cómo no pasó nada ni nada hubo ilícito probado en su conducta, ¿volvemos a la situación anterior. Los ciudadanos que contribuimos al sostener la carga del Estado. Porque a nadie avisan a tiempo para que, como ocurrió con Juan Carlos se lleven a cabo antes de ser acusado de delito fiscal, como lo fue el rey honorífico, que presentó dos propuestas de regularizaciones fiscales que presentó en diciembre de 2020 y febrero de 2021, aparte del resto de las irregularidades cometidas por el anterior jefe del Estado y su fortuna en el extranjero.

El archivo de las diligencias que cierran el camino hacia que el Supremo procediera contra el aforado Juan Carlos I, constatan empero, que el rey honorifico fue pródigo en la comisión de ilícitos comunes, pero que se salvan porque se cometieron cuando el padre del actual monarca era inviolable o están prescritos o anulados por otras salvaguardas. De modo que los casos de las donaciones y semejantes se salvaron por las regularizaciones fiscales que se dan por buenas (previo aviso), sin que el fiscal haya querido ir un poco más allá para permitir darlas por buenas.

Pero en la memoria de los españoles quedará para siempre la certeza de que aquel que en diciembre de 2013 todavía decía que asumía las exigencias de moralidad que reclamaba para otros se aprovechó de su privilegiado cargo para recibir extraños regalos, ya fuera del rey de Arabia Saudí o de un empresario mexicano, en un caso con claros indicios de ser una comisión por el AVE a la Meca, que fueron ocultos a Hacienda o trasegados a paraísos fiscales, en operaciones donde aparece una de sus amantes. Suerte que tuvo para salvar los efectos de las irregularidades diversas, salvando la cara mediante las oportunas regularizaciones fiscales, aparte de la fortuna que había ocultado en un trust financiero domiciliado en el paraíso fiscal de las islas del Canal

El fiscal y el premio de consolación

El que los delitos hayan prescrito o no sea perseguibles no ocultan que Juan Carlos defraudó a Hacienda entre 2008 y 2012 fondos que rebasan ampliamente el marco del delito fiscal, o sea que el jefe del Estado delinquía, pero no se le podía perseguir debido a que era inviolable. Pero una cosa es que no se haya podido llegar al fondo del asunto y otro que se haya cometido además un delito de blanqueo de capitales en ese mismo periodo por los trasiegos de cifras fabulosas a través de la Fundación Lucum, aparte de o vodeviles episodios de posteriores regalos y reclamación de esos fondos a su amante Corinna Larsen. El fiscal parece haber querido rematar sus actuaciones con una especie de corolario o premio de consolación y que literalmente pondera señalado que gracias a la Fiscalía el daño causado al interés público por el comportamiento de Juan Carlos se reduce porque se recuperan 5.095.148 euros para el Tesoro que el rey honorífico tuvo que abonar en su momento para no ser acusado de delito fiscal, insistimos, avisado previamente del riesgo que supondría no hacerlo.

En suma, Juan Carlos sale airoso de todos los lances, por ahora, tanto por parte de las fiscalía suiza y española, y sólo le queda pendiente la suerte de la demanda por acoso y otros daños que le presentó en Londres su antigua amante, otro episodio vergonzoso, con tintes de vodevil que implican a los propios servicios de inteligencia españoles de palanganeros. @mundiario 

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