El antisanchismo impulsa a Ayuso, elimina a Ciudadanos e Iglesias y frena a Vox

Mónica García, líder de Más Madrid. / @MasMadridCM
Mónica García liderará la oposición en Madrid.

El PSOE, tercera fuerza tras una campaña llena de errores. Gabilondo amortizado, sin recambio a corto plazo. Más Madrid liderará la oposición, dirigido por Mónica García.

El antisanchismo impulsa a Ayuso, elimina a Ciudadanos e Iglesias y frena a Vox

Desconocemos la suerte corrida por quien diseñó la fallida moción de censura en Murcia, si fue condenado al ostracismo, discretamente apartado o acremente censurado. Es probable que hayan sido personas tan relevantes como inatacables. A modo de balance, quienes pretendieron entregar la Presidencia de aquella Comunidad a Ciudadanos, tercer grupo parlamentario en su Asamblea Regional, han conseguido: a) Romper Ciudadanos en Murcia y acelerar su desaparición en la Comunidad madrileña, b) Reforzar al PP en Murcia, fraguando una nueva alianza con los escindidos de Vox, c) Fortalecer el Gobierno de PP y C´s en Castilla-León donde también se presentó una moción de censura, d) Expulsar a Pablo Iglesias primero del Gobierno central, luego de la política  y poner de manifiesto el apoyo decreciente a Unidas Podemos, e) Situar a C´s en vías de extinción, f) Fortalecer a Más Madrid como alternativa en Madrid, así como a sus dirigentes Mónica García e Íñigo Errejón, g) Hundir al PSOE en Madrid, hasta ser tercera fuerza, h) Transformar a la Presidenta de Madrid en una líder nacional, i) Reforzar al PP y a su Presidente Pablo Casado, j) Quemar la candidatura de Gabilondo a Defensor del Pueblo.

Un abultado balance como para afirmar que ha sido el mayor error político en España desde que Albert Rivera despreció formar Gobierno con el PSOE y optó  por nuevas elecciones. Son decisiones de efecto multiplicador, capaces de cambiar gobiernos y la distribución de escaños. Al forzar las elecciones madrileñas han logrado un efecto sobre la política nacional que no consiguieron las recientes elecciones catalanas. Todo como consecuencia de un grosero error de cálculo al imaginar que desequilibrando la alianza entre PP y C´s en Murcia o en Castilla-León, Ayuso permanecería indiferente, a pesar de que las relaciones con el partido naranja y en especial con su Vicepresidente autonómico eran de constante y pública tensión.

El PP convocó elecciones autonómicas en Madrid para capitalizar la alternativa a Sánchez cuidadosamente construida gracias a la pandemia, absorber el voto de Ciudadanos y mejorar su posición relativa ante las próximas elecciones generales. Iglesias, advirtiendo que su partido podía desaparecer, se puso al frente de la candidatura de UP, consiguiendo evitar la catástrofe aunque sufriendo  un nuevo retroceso especialmente significativo por asumirlo personalmente. Su retirada, acompañada de la designación nada democrática de sucesora, sitúa a su partido camino de la desaparición. Desde ahora el PSOE sabe que debe crecer rápidamente para compensar el declive electoral de su socio de gobierno.

Ayuso obtiene un resultado espectacular, refrendo a su partido pero en especial a su liderazgo, habitualmente ridiculizado en los medios y en las redes. Entendió que las elecciones no se dilucidaban entre la derecha y la izquierda sino entre un modelo de ciudad liberal y tolerante o las obsesiones ordenancistas y burocráticas que predicaba la izquierda, en especial Unidas Podemos, con menor fuerza Más Madrid y PSOE. Madrid, mal que pese, es la única región metropolitana de España y la única gran capital europea de nuestro país. Ayuso, Presidenta autonómica, se ha presentado en todo momento como si fuese la Alcaldesa de Madrid. Es probable que muchas personas la hayan votado no por su ideología, sino por el cansancio derivado del largo período de restricciones sanitarias, de alteraciones de la convivencia e incluso de libertad de movimientos. Lo que se resumió en una palabra fetiche: libertad.

El resultado socialista es malo, muy malo. Desde hace un cuarto de siglo viene equivocándose tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento, presentando candidatos inadecuados, careciendo de una estrategia sostenida. La razón no es electoral, sino orgánica. La organización socialista madrileña, tradicionalmente conflictiva, ha sido laminada sin crear ninguna alternativa. La pujanza de la sociedad madrileña es ignorada por el aparato socialista que insiste en tratarla como no hace en ninguna otra Comunidad Autónoma. Los electores son conscientes y votan consecuentemente. Gabilondo no merecía ser tratado como segundón de otros en un Frente Popular inverosímil. Desde ahora en Madrid, como en Galicia, los socialistas son la tercera fuerza, sin liderazgo visible.

Más Madrid y en especial su candidata Mónica García, ha sido la revelación de los comicios. Ha hecho lo que no hizo el PSOE: una persona creíble, un programa sensato, una acreditada oposición durante los últimos años, una campaña inteligente. Asume la responsabilidad de liderar la oposición con capacidad de proyectar a su organización en todo el Estado, en perjuicio de Unidas Podemos.

Vox ha salvado los escaños, demostrando que cuando el PP recupera su terreno tradicional tiene poco espacio. Apenas ha crecido y sus votos no son imprescindibles. Puede decirse que el planteamiento extremista de la izquierda, “Democracia o fascismo” le ha hecho la campaña. Hasta han sido apedreados quienes son acusados una y otra vez, sin fundamento, de extremistas o violentos.

Los resultados afectan a la política estatal. El Gobierno es hoy más débil y el principal partido de la oposición más fuerte. Sánchez necesita ganar terreno electoral hacia el centro en lugar de enrolarse en un Frente Popular incomprensible y negativo. Cuenta todavía con ventaja electoral, con los fondos europeos y con la facultad de elegir el momento para ir a elecciones. Pero el error murciano ha robustecido al PP y a Casado, brindándoles un discurso claro e inteligible por primera vez en mucho tiempo. @mundiario

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