El año que se acaba fue intenso, marcado por la pandemia, la crispación y la crisis

Portada del libro La pandemia, obra coral de Mundiediciones. / Mundiario
Portada del libro La pandemia, obra coral de Mundiediciones. / Mundiario
La crisis económica se acentuó con el precio de la luz y la carestía de la vida.
El año que se acaba fue intenso, marcado por la pandemia, la crispación y la crisis

Problemas individuales aparte, este año que acaba fue tan movido para todos que hubo días en que se sobreponían los acontecimientos sin capacidad para digerirlos.

Los meses transcurrieron en compañía de tres problemas no deseados. El primero, el coronavirus que sigue amenazando la salud de la gente, fue el desencadenante de la crisis económica y sanitaria y el desestabilizador de la vida social. Se echó en falta una política sanitaria de Estado, aunque la gestión de la sanidad corresponda a las autonomías.

El segundo, la crispación política que se impuso al poder de la palabra en el Congreso. Los dos partidos mayoritarios no mostraron afán colaborativo y el Gobierno obtuvo sus apoyos a cambio de grandes concesiones políticas y económicas nunca vistas que acabará pagando la estructura del Estado.

Completa la trilogía la crisis económica. Se habló de los Presupuestos inflados por las previsiones del Gobierno y de las rebajas de la Comisión Europea, el FMI, la OCDE, Banco de España, Funcas y de otros analistas solventes. El tiempo dará o quitará la razón a uno y otros. Lo cierto es que la recuperación no despega.

Además de la pandemia, la crispación, la crisis económica y sus derivadas, el año nos dejó tantos sucedidos que es muy difícil la selección. Por citar algunos, recuerden la crisis con Marruecos, que causó la torpeza del Ministerio de Exteriores, y la invasión migratoria de Ceuta; el indulto que los secesionistas catalanes aceptaron diciendo “ho tornarem a fer”; la insumisión del Govern a la sentencia del idioma; la acreditación de Bildu como socio del Gobierno, las periódicas boutades de Garzón...

La subida de la luz y la carestía de la vida marcaron la segunda mitad del año (y marcarán el próximo), que culmina con el acuerdo de la reforma laboral que maquilla la de 2012, aunque la venderán como la derogación prometida. Ojalá dinamice el mercado laboral.

No podía faltar el toque de atención de la naturaleza que llegó con la borrasca Filomena, las riadas devastadoras y la erupción del volcán de La Palma, que se apagó después de causar enormes destrozos en la isla. ¡Somos muy vulnerables!

En clave gallega, el año empezó con el Xacobeo, que tiene su dimensión religiosa para los creyentes y dimensión económica, cultural y social para toda Galicia, y culminó con la llegada del AVE. Esta veloz “nosa señora de ferro” introduce a Galicia en la modernidad ferroviaria y abre nuevas posibilidades de progreso. Cabe exigir que la obra remate pronto.

En fin, que pasamos la prueba de un año duro y juzguen ustedes si estamos mejor. Pero que Dios o el destino no nos manden todo lo que podamos aguantar en 2022, que les deseo más feliz. @mundiario

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