Andalucía inicia el ciclo electoral que culminará en las generales de otoño

Pedro Sánchez y Susana Díaz. / Pho.to
Pedro Sánchez y Susana Díaz. / Pho.to

En Andalucía la mayoría socialista parece tan natural como lo es en Extremadura o Castilla-La Mancha. O como lo es  en Galicia, Castilla-León o La Rioja para el PP, en el País Vasco para el PNV, en Cataluña para el nacionalismo convergente o en Canarias para CC.

Andalucía inicia el ciclo electoral que culminará en las generales de otoño

La convocatoria electoral de Andalucía ni sorprende ni crea expectativas. La ruptura pactada del PSOE con su aliado Ciudadanos anunciaba el camino a las urnas. La debilidad de las demás organizaciones políticas aboca a la previsible renovación de la presidencia de Susana Díaz. La única duda, según las encuestas, parece ser tamaño de su mayoría y el nombre del socio que permita llegar a la mayoría absoluta en el Parlamento. Podría ser de nuevo Ciudadanos o, en el peor de los casos para el PSOE andaluz, Podemos.

Andalucía seguiría siendo una de las pocas comunidades donde nunca ha habido alternancia en el gobierno. Allí, la mayoría socialista parece tan natural como lo es en Extremadura o Castilla-La Mancha. O como lo es  en Galicia, Castilla-León o la Rioja para el PP, en el País Vasco para el PNV, en Cataluña para el nacionalismo convergente o en Canarias para CC. En todos los casos se trata de partidos que reflejan miméticamente la composición social mayoritaria y cuya capilaridad con la sociedad es máxima en todos los planos y sectores. Si en algunas comunidades  ha habido períodos de alternancia en el Ejecutivo, han sido breves y poco relevantes en el devenir de sus comunidades.

La citada estabilidad política de muchas comunidades autónomas, también se observa en la economía. Si bien para todas ellas el crecimiento a lo largo del tiempo ha sido muy notable, las diferencias interregionales se mantienen. Las comunidades más ricas hace tres décadas siguen encabezando el ranking, cualquiera que sea el parámetro utilizado. Y lo mismo ocurre con las menos desarrolladas. 

También Cataluña se encamina hacia las elecciones anticipadas. La ruptura entre los socios nacionalistas que se disputan la hegemonía, llevará a elecciones pronto. No parece probable que el nacionalismo pierda la mayoría electoral pero podrían redistribuirse internamente los apoyos. Si ERC obtiene la presidencia al frente de la misma mayoría, podría darse un mayor pragmatismo en el enfoque del contencioso territorial, en la misma dirección que pretende Pedro Sánchez y que se viene llamando desinflamación. Tras la ruptura de ayer en el Parlamento catalán, ERC ha demostrado que puede votar puntualmente con otras formaciones, un aviso a los restos neoconvergentes de que son necesarios pero no imprescindibles. El juicio a los políticos presos, todavía sin fecha, podría cruzarse con la campaña electoral catalana para mantener alta la presión. La decisión de la fecha de los comicios está en manos de Puigdemont.

Y en mayo la triple convocatoria simultánea de elecciones municipales, autonómicas y europeas que será enfocada por todos los grupos políticos como una primera vuelta de las elecciones generales. Ahí se medirán la posible mayoría socialista, la hegemonía en el ámbito de la derecha y la estabilidad de los grandes municipios dirigidos por Podemos y sus aliados. Los resultados determinarán los de las siguientes elecciones generales que fuentes del Gobierno están situando ya en el otoño. Sólo Galicia y el País Vasco tendrían elecciones después de las generales, pero sus resultados o influirán en la gobernación del país. @mundiario

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