Anatomía de los nuevos señoritos andaluces y el latifundismo político

Felipe González. / Twitter
Felipe González. / Twitter

¿Quién nos ha robado a Isidoro? ¿Cómo ha podido sucederle a él? ¿Quién nos ha robado a Felipe...? Se nos ha ido desvaneciendo en el cajón de la memoria donde guardábamos la transición…

Anatomía de los nuevos señoritos andaluces y el latifundismo político

El viejo y cansado expresidente, cabeza plateada, labios de hastío y una triste expresión que no es tristeza, sino algo más y menos el vacío, habría inspirado otro poema sobre “El pasado efímero” a su inmortal paisano Antonio Machado, cuyas cenizas deben estar revolviéndose en su tumba de Colliure.

¿Quién dijo que veinte años son nada, eh? Lo suficiente como para que el socialista español más relevante del último medio siglo haya ido a Sevilla y haya perdido un poco su silla en la historia. Es lo que tienen las burbujas, oye. Las inmobiliarias y las humanas. Las que se inflan a fuerza de codicia o a fuerza se soberbia. Las que pinchan, más tarde o más temprano, y dejan con el culo al aire un milagro económico o un mito político que el tiempo reduce a cartón piedra.

Le está bien empleado, por dejarse arrastrar por el síndrome de Umbral que ha ido invadiendo a los últimos expresidentes obsesionados con hablar de sus respectivos libros: “El compromiso del poder” de Aznar, “El Dilema” de ZP y este último de FG “En busca de respuestas”.

Nuevos señoritos, titirimundis y personajes de los Álvarez Quintero

En busca de respuestas, por ejemplo, se presentó el otro día un tal José Nosequé López, decidido a no pasar inadvertido entre portadores de “Botafuneiros” que expandían por una sala hispalense una niebla de incienso a mayor gloria de Felipe.

Entre una pléyade de nuevos “señoritos andaluces”, expresidentes de la Junta, exconsejeros del tinglao, sindicalistas EREderos, “titirimundis” de esos, que serían ahora personajes imprescindibles en las comedias costumbristas de los hermanos Álvarez Quintero, se alzó esa conmovedora voz anónima clamando en el desierto de autocrítica “jonda” que se extiende bajo los pies de una izquierda sociológica andaluza, miradla, que sigue arrancándose “por alegrías” a través de las gargantas de Susana Díaz y Carmen Castilla, sus dos cantaoras emergentes.

El latifundio político de los Chaves y sucesores

Pero bueno, a lo que íbamos. Que fue José Nosequé López en busca de respuestas a una serie de preguntas: ¿qué democracia es esta en la que los dirigentes están 30 años en el gobierno?, ¿no hay culpables?, ¿me voy a morir viendo cómo la democracia se va al carajo?, ¿por qué en Andalucía se está haciendo la misma política de recortes que el facha de Rajoy…?, y acabó yéndose exactamente igual de lo que llegó. No creo que nadie, salvo un cínico, pueda acusar al “interpelante” (como lo definió FG), de no estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Porque, no nos engañemos, Felipe se había presentado allí con un libro debajo del brazo cuyo título era inexorablemente elocuente: “En busca de respuestas”. Y lo curioso del caso es que el espontáneo sólo pudo llevarse a casa un amago de desalojo de un guardia jurado, la inquisidora e inquietante insistencia de una evocadora voz en off repitiendo: ¡identifíquese, identifíquese! y una escalofriante mirada de Manuel Chaves, je, de esas que justifican la expresión popular ante presuntos malos tratos psicológicos: ¡si las miradas matasen…! No, de verdad. Era la viva expresión del señoritismo andaluz versión siglo XXI. La nueva Andalucía de los nuevos amos. El rostro del dueño de un cortijo ideológico, gubernamental, administrativo, anunciándole a un humilde jornalero insumiso que se iba a enterar él de lo que vale un peine.

¡Tantos años clamando en el Sur por la desaparición del latifundismo de los Alba y herederos, y resulta que, la alternativa, va a ser el latifundio político de los Chaves y sucesores! Para ese viaje, señores, no hacían falta esas alforjas, esos alcaldes de Marinaleda, esos paripés de okupaciones de tierras, esa Izquierda Unida aceptando el papel de capataz en el cortijo socialista en el que acaban de colocar a Susana Díaz de ama de llaves.

El aburrimiento de los Consejos

Fíjate si se quedó Felipe descolocado, que fue víctima de un lapso lingüístico, oye. ¡Con el pico de oro que tiene ese señor que ha sido, además del Rey, Premio Carlomagno! Para salir del paso por la tangente, se lamentó de que el “interpelante” no hubiera hecho ninguna pregunta (Interpelar.-Pedir a alguien que dé explicaciones) ¡Anda que si las llega a hacer! Luego, ya más tranquilo, fue cuando el irreconocible Isidoro, en un alarde de empatía y sensibilidad, confesó que le aburrían los Consejos de Administración de Gas Natural (11 sesiones a 126 mil euros al año) Debo confesar, salvando las distancias, claro, que a un servidor le ocurre algo parecido. A mí me aburren los Consejos de Ministros, los Consejos de Estado, los Consellos de la Xunta, Los Consejos de Cuentas y todos los consejos de cuentos que se celebran por los cuatro puntos cardinales de España. Con una diferencia, que perjudica seriamente la salud mental de los pobres mortales: que Felipe al menos cobra por aburrirse, pero nosotros encima pagamos religiosamente nuestra parte alícuota y nos acostamos todas las noches con la sensación de que, además de burros, apaleados.

¡Ay Felipe de mi vida…!

¡Ay Felipe de mi vida!, como suspira Mari Pepa en la popular zarzuela. Estas cosas, las de FG, las de Aznar, las de ZP, son las que me consuelan cuando pienso en Adolfo Suárez hibernando en el olvido. Lo siento por sus hijos, naturalmente. Pero me alegra por España, que al menos conserva un expresidente que habrá perdido la memoria, pero no ha perdido la dignidad en perfecto estado de conservación en la historia. Se le habrá ido la cabeza, pero permanece entre nosotros como un mito de nuestra joven vieja prematura democracia. Y no como a sus sucesores, salvando a Calvo Sotelo, a los que por un lado se les ha ido la olla y, por otro, cada vez que salen a escena nos parecen más bluf que la vez anterior pero menos que la siguiente ¡Qué guapos estarían calladitos!

El nuevo señoritismo andaluz, lo forman esas generaciones de nuevos ricos surgidos del poder, de la democracia y la cosa, desde cuyos nuevos latifundios de poder se permiten acosar e intentar derribar a una jueza como Mercedes Alaya. A su señoría me la imagino yo por las noches tarareando aquel hit de Camarón de la Isla:

“Han puesto en balanza dos corazones a un tiempo: uno pidiendo justicia y otro pidiendo venganza. Yo pegué un tiro al aire, cayó en la arena, confianza en el hombre nunca la tengas. Nuca la tengas, prima, nunca la tengas. Yo pegué un tiro al aire, cayó en la arena…”

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