Ana Pontón, la "rompetechos" con todo a favor

Ana Pontón. / Mundiario
Ana Pontón. / Mundiario
Podría acabar –haciendo historia– con la anomalía que supone que la "nacionalidad histórica" gallega no haya sido presidida nunca en su historia por un político o política de filiación nacionalista.
Ana Pontón, la "rompetechos" con todo a favor

A día de hoy son muchos los gallegos, y no sólo nacionalistas, que ven a Ana Pontón con muchas posibilidades de ser la próxima, y primera, presidenta de la Xunta. Lo tiene todo a favor. El 12-J situó al Benegá como segunda fuerza O Hórreo y a su lideresa, como jefa de la oposición y cara visible de la alternativa al actual gobierno de un PP hegemónico pero obligado a relevar al imbatible Feijóo, que está decidido a que esta sea su última legislatura en la política al menos en Galicia. Después de conseguir para el nacionalismo gallego el mejor resultado de su historia, superando la hazañas electorales de Beiras en los noventa, Pontón está en disposición de seguir rompiendo techos, unos más de cristal que otros, y de hacer historia acabando con la anomalía que supone que la "nacionalidad histórica" gallega no haya sido presidida nunca en su historia por un político o política de filiación nacionalista.

Todo apunta a que de aquí a 2024 la coyuntura será cada día más favorable a las aspiraciones de Ana Pontón. Así, en las próximas elecciones generales con toda probabilidad el frentismo logrará pasar del solitario escaño de Nestor Rego a un grupo parlamentario. Con ello podría llegar a tener un papel decisivo, ya no testimonial, en la gobernabilidad de España, casi a la altura del que hoy juegan Esquerra Republicana y EH-Bildu, sus "socios" en Europa. Ser un partido útil en la escena nacional redundaría en su capacidad de aglutinar en Galicia todo el espacio político a la izquierda del PSOE, a salvo de nuevos intentos, que los habrá, de recomponer o refundar el rupturismo. Es cuestión de acertar en un diseño de la estrategia a seguir que al menos ha de estar sustentada en un planteamiento constructivo, aun cuando ello genere contradicciones internas.

Aunque seguramente no lo desea, a Pontón le vendría bien que al final los socialistas gallegos se enredasen en una nueva -la enésima- lucha fratricida, defenestrando a Gonzalo Caballero, al que amplios sectores de su partido no parecen dispuestos a dar una segunda oportunidad, aunque para ello tengan que generar un nuevo/viejo liderazgo con lo que eso supone siempre de lastre en una carrera hacia las urnas. Y si definitivamente Feijóo no intenta una nueva reelección, miel sobre ojuelas. Porque, sea quien sea, el candidato del PP en 2024 no tendrá el tirón personal del actual presidente y se encontrará con serias dificultades para alcanzar la mayoría absoluta que necesitan los populares para conservar el fortín de San Caetano. Es harto probable que en las próximas elecciones la cabeza de cartel del Benegá se la vea con rivales, a izquierda y derecha, mucho menos conocidos y valorados que ella por los gallegos de a pie.

A la "rompetechos" Pontón, a pesar de que ofreció la cara amable del radicalismo nacionalista, nadie podrá acusarla de ocultar el programa de máximos del Bloque, con su soberanismo, su republicanismo, el intervencionismo o la inmersión lingüística, sin ir más lejos. Sin embargo, el gran acierto fue el de poner énfasis en la necesidad de que Galicia cuenta con un modelo de reconstrucción económica y social propio, basado en sus especificidades. Y no menos acertado resultó la apelación al voto de esa parte del electorado que se considera considera socialdemócrata y nacionalista ma non troppo, más bien galleguista, al que el Pesedegá volvió a dejar huérfano. Un respetable sector que ama la lengua de Rosalía aunque no la hable, que no quiere ni por asomo romper España, pero que desea que Galicia no sea menos que Catalunya o el País Vasco. Más o menos la misma gente, por cierto, a la que, desde el poder y con un discurso similar, el malogrado Quintana no consiguió atraer. Tal vez sólo porque no era el momento. @mundiario

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