La almadraba que diseña Pablo Iglesias amenaza al cardumen socialista español

Almadraba. / museodelatun com
Almadraba. / museodelatun com

La escuela socialista andaluza, familiarizada con ese implacable arte de pesca, es la más preocupada por caer en la trampa. En aguas revueltas, ya se sabe, suelen ponerse “morados” los pescadores.

La almadraba que diseña Pablo Iglesias amenaza al cardumen socialista español

John Lennon tendría ahora 75 años, la misma edad que Alfonso Guerra, un año más que Bob Dylan y una hipotética tarta de cumpleaños con dos velitas más de las que apagará Felipe González este próximo marzo de 2016. Pero varias generaciones de jóvenes del planeta, incluida ésta en la que están dando sus últimos coletazos Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, han seguido y singuen escuchando, con la piel de gallina, su sencilla y directa manera de imaginarse el mundo. Un mundo sin cielos ni infiernos, sin nada por lo que matar y nada por lo que morir, sin religiones o sucedáneos ideológicos ni países o territorios aspirantes a serlo. Y aún, cuando el viejo y huraño trovador de Minnesota se sube a un escenario a lanzar preguntas al aire, los jóvenes de un modo irrefutable, como diría Benedetti, intentan cazar respuestas que flotan en el viento, my friend. Y, bueno, todavía hay jóvenes, yo los he visto, Director, que balancean sus móviles en los conciertos de ese sublime octogenario al que seguimos llamando Leonard Cohen.

¿Quién dice que España no es país para viejos?

¡Fíjate si no es verdad que España no es país para viejos, como intentan hacernos creer los preokupados okupas ye-ye de Ferraz, 70 o los precoces y ansiosos ministrables de Podemos, que el 15-M, la piedra angular del movimiento que ha acabado tiñendo el Hemiciclo del Congreso con una apreciable franja plurimorada, bebió de las fuentes del Indignez-vous!, escrito por un nonagenario llamado Stéphane Hessel y prologado por aquella otra lúcida mente de su misma quinta al que seguimos llamando José Luís Sampedro!

Alfonso Guerra levanta la mano de Felipe González en esta histórica foto de César Lucas en El País.
Alfonso Guerra levanta la mano de Felipe González en esta histórica foto de César Lucas en El País.

 

 Ah, pero llega Felipe, se esfuerza en recordarle a los suyos quiénes somos, de dónde venimos y a dónde queríamos llegar, desde que se imaginó un socialismo sin marxismo, sin hoces ni martillos, sin religiones ni pedazos de país independentistas, y los cachorros de la Petrópolis o el Petrogrado, vaya usted a saber, que están diseñado los nuevos aspirantes a aristócratas de la socialdemocracia y la cosa, miradles, intentan que su voz, aquella que todavía resuena en el balcón del Palace cuando arrecian los vientos de la historia, clame en el desierto. No hay más sordo que el que no quiere escuchar, ni más ciego que el que no quiere ver, ni más tonto que el que además entrena tenazmente de día y de noche ante Dios, la historia y las cámaras de televisión. A mí porque no me han consultado, si no les decía que todos los síntomas que estos días se detectan en Pedro Sánchez, en Hernando, en Luena y las rémoras que se les han ido acoplando en su viaje a ninguna parte, recomiendan que, en vez de pedir una cita con Pablo Iglesias, pidan urgentemente sendas citas con el otorrino y el oftalmólogo.

La sombra de la almadraba es alargada
No es casualidad que la línea más alarmada del socialismo español proceda precisamente de la cuantitativamente y cualitativamente consolidada escuela andaluza, oye. Veteranos como Guerra y Felipe o advenedizas como Susana Díaz. Nadie como ellos/ellas están familiarizados con el arte de pesca de la almadraba, ya sabes, lugar donde se golpea o lucha, cerco mortal para cualquier cardumen de peces, de seres humanos, de socialistas, ay, en el que habitualmente se ponen las botas los pescadores de atunes y, excepcionalmente, se pueden poner los votos furtivos como Pablo Iglesias y sus discípulos, esos a los que hace poco más de un año el Mesías emergente les dijo lo mismo que el tradicional Mesías, hace 21 siglos, a aquellos homólogos del Mar de Galilea: ¡yo os haré pescadores de hombres! Sobre todo de hombres y mujeres socialistas, claro.
En aguas revueltas, de crisis, de corrupción, de indignación, de tarjetas black, de discreto desencanto de las clases medias, ya se sabe que siempre acaban poniéndose morados, je, los pescadores.

 

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