Algunas conclusiones sobre los resultados de las elecciones catalanas

Inés Arrimadas, líder y el partido Ciutadans celebrando los resultados de las elecciones del 21-D en Cataluña. Univisión.
Inés Arrimadas, líder y el partido Ciutadans celebrando los resultados de las elecciones del 21-D en Cataluña. / Univisión.

Las cifras proporcionadas por las urnas permiten pensar en la conformación de un nuevo gobierno sustentado en la mayoría parlamentaria independentista. La dificultad de su materialización deriva de la fuerte interferencia judicial en la dinámica política.

Algunas conclusiones sobre los resultados de las elecciones catalanas

Había un cierto consenso previo a respecto de las elecciones al Parlament de Catalunya celebradas el pasado día 21. No eran unos comicios “normales”, porque la convocatoria fue consecuencia de una decisión adoptada por el presidente del gobierno del Estado en el marco de una determinada aplicación del artículo 155 de la Constitución, aprobada en el Senado. Y porque las actuaciones judiciales promovidas contra diversos dirigentes políticos independentistas originaron que algunos de ellos estuviesen en prisión preventiva y otros hubiesen fijado su residencia temporal en Bruselas para neutralizar dicha acción judicial.

Pero además de estas circunstancias anómalas, impropias de un proceso electoral democrático, la cita del 21-D iba a tener otras singularidades relevantes:aparte de conocer el apoyo suscitado por cada una de las candidaturas concurrentes, se concretaría el peso relativo de los tres sectores presentes en el cuerpo electoral catalán (el independentista, el constitucionalista y el que representa X. Domenech) y el nivel de aprobación dispensado a la utilización del artículo 155 para suspender el funcionamiento de las instituciones de autogobierno contempladas en el Estatut.

La muy elevada participación registrada (inédita en unas elecciones de este carácter) no alteró sustancialmente los resultados del otoño de 2015: sigue habiendo una mayoría absoluta de escaños independentistas avalada por un porcentaje de votos (47,5%) prácticamente igual al que ya se había contabilizado anteriormente. Se ha desmontado, pues, la tesis de que una bajada de la abstención iba a reforzar a los partidos constitucionalistas y debilitar relativamente a las fuerzas que sostuvieron al gobierno de Puigdemont y Junqueras. Los únicos cambios tienen que ver con el reparto de los votos en el interior de cada campo: crecimiento notable de Cidadans y fracaso espectacular del PP; importante caída de las CUP y sorprendente hegemonía de “Junts per Catalunya”; reducción significativa del respaldo a “En Comú Podem”.

Haciendo una lectura en esta dimensión, es pertinente formular algunas conclusiones: el independentismo tiene una gran fortaleza pero no es capaz de captar más apoyos en los restantes territorios; las opciones constitucionalistas están lejos de la mayoría social que en algún momento pronosticaron y los llamados comunes pierden votos para la “tercera vía” que defienden. El juicio de las urnas del 21-D sobre la aplicación del artículo 155 resultó contundente: el 55% de los votantes refrendó aquellas opciones contrarias a esa decisión frente al 43% de las personas que secundaron a C's, PSC y PP. Quienes pensaban que esa medida excepcional -y de dudosa constitucionalidad- iba a provocar un cambio cualitativo en el mapa electoral catalán comprobaron el grave error de cálculo cometido.

Las cifras proporcionadas por las urnas permiten pensar en la conformación de un nuevo gobierno sustentado en la mayoría parlamentaria independentista. La dificultad de su materialización deriva de la fuerte interferencia judicial que está afectando a la dinámica política.La incertidumbre sobre la viabilidad práctica de la investidura de Puigdemont como presidente puede establecer un bloqueo sobre el propio funcionamiento de la institución parlamentaria y originar consecuencias poco previsibles.

En todo caso, el 21-D certificó que ya no existe el nivel de consenso político que estuvo presente durante muchas décadas en la vida pública catalana.También permitió constatar que la opción de un Estado independiente no posee la mayoría social suficiente para su efectiva consecución. Y, por si había alguna duda, acreditó que el mantenimiento del actual statu quo constitucional no tiene futuro como posible punto de encuentro para resolver el conflicto que se vive en Catalunya.

¿Es realista pensar en un proceso de diálogo y negociación entre las fuerzas del nuevo Parlament para buscar un pacto político y social que proporcione un encaje satisfactorio de las distintas identidades e ideas que conviven en aquel País? ¿Hay incentivos suficientes para que los sectores involucrados muden las posiciones que defienden en la actualidad? Las respuestas están en el viento... de la historia próxima. @mundiario

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