Las cosas no parecen pintarnos muy bien a los españoles en el nuevo año

España, en el punto de mira.
España necesita soluciones, no enfrentamientos.

Tras unas vacaciones, un par de viajes, algún kilito de más, mucha desidia y cierto desánimo, tomo los útiles de escribir para retomar el contacto con los lectores de MUNDIARIO.

Las cosas no parecen pintarnos muy bien a los españoles en el nuevo año

Digo que escribo con pocas ganas y algún desánimo porque las cosas no parecen pintarnos muy bien a los españoles en el comienzo de este nuevo año 2014. Por más que el gobierno intente exponernos un panorama de bonanzas y repuntes económicos, que solo sus miembros perciben en ese planeta extraño en que parecen vivir, aislados de los mortales españolitos protagonistas del desempleo, los desahucios, las preferentes, los copagos y listas de espera sanitarias, amén de la infinidad de recortes que aun nos esperan, y que ellos llaman “ajustes”. Un magnífico uso gubernamental de la semántica, que maldita la gracia que tiene, sobre todo para aquellos que los sufren… La verdad es que, a nivel de calle, los ciudadanos lo siguen viendo muy, muy negro.

Tiene muy mal olor que el partido del gobierno continúe diciendo que “colabora estrechamente con la Justicia”, cuando, presuntamente, ha destruido varias pruebas de financiación ilegal, se ha negado a facilitar las facturas solicitadas por el juez, afirme que no ha habido el registro de sus sede de la calle Génova, por parte de la policía judicial, durante catorce horas, y que poco menos que se trataba de una mera visita de cortesía de los chicos del juez Ruz. Para troncharse de risa, si no fuese bastante dramático.

Sigue teniendo muy mal olor que la Fiscalía Anticorrupción de este país, cuyo jefe supremo, el señor Torres Dulce, no sabemos en que “Días de Cine” ha bebido y plasmado  el guión de esta película, actúe como si fuese la abogacía de la defensa de los presuntos corruptos, tanto políticos como empresarios.

Sigue teniendo muy mal olor que la Agencia Tributaria, en contra de los establecido en la ley, de por buenas facturas que poco antes había calificado de falsas, para exculpar a la Infanta Cristina de un presunto delito contra la Hacienda Pública.

Sigue teniendo muy mal olor que jueces y fiscales no persigan de oficio el maloliente asunto de Bankia, con el señor Blesa a la cabeza, rodeado de “ilustres” políticos, hoy fuera de circulación, que pasaban “facturas”, a toro pasado, para beneficiar, de nuevo, a otros “amiguitos”…

Sigue teniendo muy mal olor que personajes y políticos corruptos, condenados por la Justicia, no pisen la cárcel y se acojan a la petición de indulto… Por cierto, que esta medida de gracia debiera ser revisada muy seriamente. Con ella, los gobiernos de turno tienen el privilegio de enmendar la plana a las más altas instancias judiciales del país. Una aberración…

Sigue teniendo muy mal olor que se abran expedientes informativos o sancionadores a los policías locales que detuvieron a una concejala del PP que triplicaba la tasa de alcoholemia al volante de su vehículo y que tuvo que dimitir de su cargo… ¡Qué vivan las represalias…!

Sigue teniendo muy mal olor que el ministerio del Interior, a cuyo frente parece encontrarse un acérrimo seguidor de los inefables detectives españoles de los comics de la posguerra, “Roberto Alcázar y Pedrín”, cachiporra incluida, pretenda sacar adelante una Ley de Seguridad Ciudadana, que más parece la de seguridad de los políticos del partido gobernante, y que los agentes privados de seguridad, con otra ley de similar corte, vayan a adquirir  tantos o más derechos que los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado… Es tan demencial que huelga todo comentario…

Sigue teniendo muy mal olor que, en democracia, se confunda el logro de las mayorías absolutas con las patentes de corso… para practicar políticas partidistas, corruptas o de amiguismo… No está de más recordar, solo a modo de ejemplo a no seguir,  que un tal Adolfo Hitler, en una época de profunda crisis económica, obtuvo el poder democráticamente, por mayoría absoluta en Alemania… A los pocos meses no quedaba en el país germano ni rastro de adversario político… El pensamiento único se había instalado mediante las leyes correspondientes. La pesadilla “legal” costó una guerra de seis años de duración y millones de muertos…

Por todo ello, estimado lector, no podemos caer en los mantras utilizados por las personas que no quieren definirse claramente o que pretenden ser equidistantes ante la cosa pública: “Todos los políticos son iguales…”, para seguir con “hay que echarlos a todos ellos…”, que conduce a “la democracia real no existe…”  De ahí, estamos  solo a un paso para que surjan, como siempre, los “Salvadores de la Patria”, que, no lo olvidemos,  no solo pueden llegar al poder por medio de un golpe violento, si no que también  pueden lograrlo a través de las papeletas y la urnas… Recordemos también que las crisis económicas son sustento de las ideologías fascistas, que Historia es cíclica y a veces parece repetirse… Que conste que no estoy siendo apocalíptico. Es la verdad.

¿Qué hacer, entonces? Ante lo expuesto, la reflexión está servida… Cada uno que extraiga sus propias conclusiones y tome sus decisiones ante las urnas. Es un deber ciudadano responsable.

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