Algo aprendieron Bruselas y Frankfurt para la respuesta europea al desafío del coronavirus

Banco Central Europeo. / Mundiario
Banco Central Europeo en Frankfurt. / RR SS
Hay críticas contra la Comisión Europea y el BCE por no haber actuado con más contundencia para paliar la pandemia con medidas como el cierre de fronteras, la coordinación sanitaria, restricciones de la movilidad y medidas económicas y monetarias de urgencia. En opinión del autor sin razón.
Algo aprendieron Bruselas y Frankfurt para la respuesta europea al desafío del coronavirus

Estados con estructuras federales como España, Alemania, Canadá o EE UU han demostrado lo difícil que es coordinar acciones conjuntas contra el coronavirus. Ya sea por posibles dudas sobre la constitucionalidad de declarar un estado de alarma o excepción, ya sea por el afán de protagonismo de algún que otro líder federal o autónomo. En cuanto al primer asunto: en un caso tan excepcional como el que vivimos, bienvenidas todas las medidas de los gobiernos para salvar vidas y recuperar la economía, siempre que se tomen con transparencia y el máximo consenso político y social posible. Y en cuanto al segundo asunto, dos ejemplos: 

-> El negativo: en vez de llamar la atención por poner en marcha instrumentos a su disposición para parar la progresión del coronavirus, el presidente de Cataluña, Quim Torra, lo hizo por criticar a Madrid por intromisión en sus competencias sanitarias y demandar un cierre de la frontera de Cataluña con otras autonomías. 

- El positivo: a la vez que declaraba su lealtad al Gobierno central y apoyaba sus iniciativas, el ministro presidente de Bavaria Markus Söder se adelantaba a Berlín con medidas eficaces en la línea de las que ya rigen en Italia, España o Francia. Con el resultado que cada día gana más en estatura política, convirtiéndole en un serio aspirante para suceder a Angela Merkel.

Si los problemas a nivel de cada país europeo con estructura federal han sido múltiples, qué decir de los problemas a nivel de la Unión Europea: Primero, porque la nueva Comisión en Bruselas ni tiene competencias sanitarias, ni dispone de todos los instrumentos exigidos por expertos para una mejor gobernanza económica, entre ellos la unión bancaria, la armonización fiscal y los eurobonos, aparte de un Mecanismo Europeo de Estabilidad (EFSM) con dinero suficiente o un presupuesto comunitario ambicioso. Segundo, porque no ha tenido tiempo desde que tomó el mando para construir puentes entre los distantes puntos de vista de sus miembros del este y oeste, así como del sur y norte de Europa, en cuanto a los siguientes pasos a dar en Europa. Me recuerda mucho a lo que sucedió durante la crisis financiera del 2008: en los años anteriores, los gobiernos europeos se negaron a ceder competencias para una gobernanza mejor en la Unión Europea. Pero cuando llegó el derrumbe, lo primero que hicieron es quejarse de que Bruselas no hacía lo suficiente. En la última década se han logrado algunos avances, principalmente el saneamiento del sistema financiero. Pero también ha habido algunos retrocesos, motivados por el Brexit o la falta de liderazgo del dúo Paris-Berlín.

Algo han aprendido Bruselas y Frankfurt de los fallos del pasado. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dado carta blanca a las 27 capitales para que paren el impacto económico y social con tanto dinero como consideren necesario. El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, ha resaltado el compromiso de dar una respuesta “global y coordinada” entre los ministros de Finanzas de la zona euro. Además, la recién nombrada presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, con sede en Frankfurt, se ha comprometido a facilitar toda la liquidez necesaria para mantener la máquina económica en marcha, lanzando ayer por sorpresa un plan de choque de 750.000 millones de euros para calmar los mercados. Y, si todo eso no es suficiente, la Comisión ya ha indicado que está trabajando en un ramo de ideas para canalizar más fondos contra la crisis, con el fin de presentárselo al Consejo y Parlamento Europeo “cuando el clima político esté maduro”.

Nadie sabe ni el balance final de víctimas del coronavirus – aterra un estudio del Imperial College de Londres que pronostica que morirían 500.00 personas en el Reino Unido y 2,2 millones en los Estados Unidos, si la pandemia permanece descontrolada – ni de la crisis económica – con las bolsas cayendo al 50% de su valor, el PIB en peligro de derrumbarse un 25% en 2020, el paro con tendencia a aumentar al doble del actual y el déficit público disparándose. A pesar de todo, es importante que no perdamos de vista:

-> A corto plazo, la necesidad de encontrar lo más rápido posible una vacuna para parar la pandemia. Hay noticias alentadoras que llegan de todas partes del mundo. Tengamos pues confianza en que la investigación, tan castigada en el pasado por recortes presupuestarios, nos salve de la catástrofe humanitaria.

-> A medio y largo plazo, la obligación que a nivel económico los países miembros de la Unión Europea coordinen al máximo sus esfuerzos a través de Bruselas, poniendo por ejemplo en marcha un “Plan Marshall” que reactive la oferta y demanda, además de tomar medidas para recuperar la normalidad europea, desde Schengen hasta Erasmus. Demandemos pues de los estados miembros que mejoren la gobernanza europea, cediendo poderes a la Comisión. Porque una cosa deberíamos haber aprendido de esta crisis: que solo juntos, coordinados y solidarios saldremos fortalecidos de ella. @mundiario

Comentarios