Entre Albert Casado y Pablo Rivera

Pablo Casado, líder del PP. / Vozpopuli
Pablo Casado, líder del PP. / Vozpopuli

Según el último CIS, el Partido Popular y Ciudadanos están lejos de la mayoría absoluta. La moción de censura activa de nuevo al electorado progresista, con la crisis social y la gestión del conflicto catalán en la agenda de tareas pendientes de Pedro Sánchez.

Entre Albert Casado y Pablo Rivera

La división del centro-derecha hace que pierda la hegemonía social en el Estado español. Con la excepción de Galicia con la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, la división entre azules y naranjas abre un campo de juego en el que tendrán lugar las primarias de la derecha, la determinación de los liderazgos y la competición para ser la referencia política del IBEX-35.

Los perfiles de Albert Casado y Pablo Rivera son idénticos, con un programa económico neoliberal influenciado por sus excelentes relaciones con la FAES del ex-presidente José María Aznar. En este último tiempo su discurso deriva al marco narrativo de las fuerzas políticas europeas que Clara Ramas San Miguel denomina como la nueva Internacional Nacionalista: la nueva extrema derecha que cuestiona la inmigración y propone una política de endurecimento de las fronteras externas de la Unión Europea. Estamos delante de la globalización del efecto Trump, aunque este se haga en el nombre de la recuperación de las soberanías de los viejos Estados-nación. 

Albert Casado y Pablo Rivera afianzan este discurso ultra en el momento en el que analistas demoscópicos como Jaime Miquel señalan que Vox podría entrar en el Congreso de los Diputados. Recordemos que en medio tenemos la convocatoria de unas elecciones europeas en las que la circunscripción única favorece la entrada de nuevas formaciones, y que supondrá una oportunidad única para el partido de Santiago Abascal

Mientras Albert Casado y Pablo Rivera hacen todo lo posible - sea de forma consciente o no, el resultado final es el incluso - por alimentar los bajos instintos de una sociedad que se comportó de forma madura en momentos trágicos como el 11-M o el 17-La. La radicalización del discurso anti-inmigración y la creación de alarma social en relación a la seguridad es gasolina que puede encender la xenofobia. Un marco perfecto que, bajo la intención de apropiarse del voto Le Pen en el Estado, camina para la normalización de la extrema derecha. 

No olvidemos que esta vía autoritaria ya se activó con la respuesta dada a las legitimas aspiraciones democráticas del pueblo catalán. Hoy por hoy amenaza con introducir nuevos agentes en un tablero político que está lejos de estabilizarse, al menos para aquellos que desean la vuelta al bipartidismo, o a un marco de tripartidismo armónico incorporando a Ciudadanos y neutralizando al espacio de ruptura y a los soberanismos.

El 15-M activó conciencias y sedimentó en una sociedad fragmentada la esperanza de abrir un tiempo nuevo. No dio respuestas, formuló preguntas que en gran medida siguen sin respuestas. Pedro Sánchez debe entender que las guerras culturales son marcos desfavorables para las políticas de cambio. Delante de ellas hay que poner conquistas materiales, elementos que cambien la vida de las mayorías sociales. Es pronto para saber si Pedro Sánchez defrauda, de momento a los ojos del electorado no es así, pero lo que resulta evidente es que tiene que escapar de las sombras de Felipe González y de las de la última legislatura de Rodríguez Zapatero. Es decir, mantener un pulso contra la esencia y la historia de su propio partido.

Hoy el PSOE hegemoniza el centro por la incomparecencia de Albert Casado y Pablo Rivera. No olvidemos que en tiempos convulsos esta metáfora pierde validez, por lo que puede ser central precisamente cuando tiene menos peso. Unidos Podemos mantiene posiciones en el momento en el que las confluencias municipalistas ganan centralidad. Los proyectos de Manuela Carmena, Ada Colau, Xulio Ferreiro y Martiño Noriega están consolidados y esperan revalidar las alcaldías rebeldes. La decantación del espacio progresista está lejos de estabilizarse, por lo que es necesario desconfiar de las fotos fijas. @mundiario

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