Ahora que Podemos, la cuestión es: ¿podremos?

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos.
Pablo Iglesias, secretario general de Podemos.

El viento de renovación iniciado el 15-M puede convertirse en un huracán de consecuencias imprevisibles, aventura este nuevo colaborador de MUNDIARIO, aprovechando su debut.

Ahora que Podemos, la cuestión es: ¿podremos?

El viento de renovación iniciado el 15-M puede convertirse en un huracán de consecuencias imprevisibles, aventura este nuevo colaborador de MUNDIARIO, aprovechando su debut.

No hay duda de que el partido liderado por Pablo Iglesias se cuela en todas las conversaciones del país. Bares, comedores, tertulias, raro es el lugar donde su nombre no se menciona, donde la inquietud no se siembra.

Sale rentable recoger el descontento ciudadano y elaborar un discurso simple en el que el grueso de los puntos compone lo que la ética y la dignidad de las personas demandan. Es difícil estar en desacuerdo con un sistema más justo y transparente donde la corrupción esté firmemente perseguida; con la revisión del sistema bancario que tanto –y caro- pagamos los ciudadanos; con la solidaridad social en un país en el que millones de personas viven en situación de desamparo.

Los mandamientos que alumbraron la nueva corriente política son universales y deseables pero hay que tener cuidado con la visceralidad en los planteamientos. Vivimos en un mundo global que, aunque es mejorable, exige ciertos compromisos de convivencia y mercado, aunque nos duela.

Establecer parámetros innegociables como el pago aquella deuda que sea exigible según criterios subjetivos o vincular el desarrollo social a través de una renta básica insostenible económicamente supone cavar aún más hondo la fosa de un sistema que debe ser revisado en profundidad, no destruido sistemáticamente.

Mucho cuidado con encender la chispa de la revolución porque habitualmente de las hogueras quedan las cenizas. Y de las cenizas sólo puede quedar polvo.

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