Adolfo Suárez, el presidente que instauró la democracia: un hombre honrado

Adolfo Suárez planta cara a Tejero en el 23-F
Adolfo Suárez planta cara a Tejero en el 23-F

Pocos en España conocían a Adolfo Suárez antes de ser designado por el rey Juan Carlos como presidente del Gobierno y encargado de desmontar el régimen franquista.

Adolfo Suárez, el presidente que instauró la democracia: un hombre honrado

Los españoles más interesados en conocer quien era el nuevo presidente del Gobierno empezaron a verle en fotos vestido de falangista, con la camisa azul y la corbata negra, a verle como un funcionario del franquismo en diversos cometidos dentro de la Secretaría General del Movimiento.

Pero esta primera imagen pronto dejó paso a un Adolfo Suárez que desmontó, durante el período conocido por la Transición, el aparato del franquismo: las cortes, policía, ejército, sindicato y ordenó retirar el yugo y las flechas de la Calle de Alcalá, sede del sindicato vertical.

Suárez estudió derecho en Salamanca por libre, con dificultades, luego se preparó en el Colegio Universitario Francisco Franco para doctorarse en derecho por la Universidad de Madrid. Fernando Herrero Tejedor lo ayudó a escalar en la política dentro de la falange, primero en 1961 como jefe de Gabinete, después en 1967 procurador en Cortes por Ávila.

En 1968 es gobernador de Segovia, director de RTVE en 1969, y en 1975 es nombrado por el ministro Herrero Tejedor vicesecretario general del Movimiento. El mismo año es ministro secretario general del Movimiento en el Gobierno de Arias Navarro.

En 1976, con 43 años es nombrado presidente del Gobierno. Un presidente que se volcó en el servicio a España, de consenso, con las demás fuerzas políticas, un presidente conciliador, de diálogo.

En 1977 decretó la amnistía, legalizó los sindicatos, negoció los famosos Pactos de la Moncloa donde demostró sus principios sociales. El domingo de Pascua los españoles se levantan conociendo la legalización del Partido Comunista de España y la llegada de Santiago Carrillo, después del encuentro clandestino entre Suárez y Carrillo donde negociaron la aceptación de la monarquía por el comunismo. Igualmente permitió la llegada de Tarradellas, “Ja sóc equí”, el mismo año.

Negoció la Constitución con los representantes de los partidos políticos, aprobada en 1978.

Adolfo Suárez gobernó España con el partido de la UCD, de centro-derecha, gana las elecciones de 1979 con su célebre frase “puedo prometer y prometo”.

Pero la UCD, fundada por él, acogía a muchos “cachorros “ del franquismo (son los que no le dejan gobernar a su estilo, parecido a lo que sucede en el PP hoy en día). Gobierna apenas en dos cortas legislaturas donde dejó patente su enorme sacrificio para consolidar la democracia para todos, sin enfrentamientos pasados, pero también con una posición social en sus gobiernos, principios sociales aprendidos en su paso por la falange, principios sociales, que no abandonó nunca y su honradez personal, digna de encomio en los tiempos que corren.

Adolfo Suárez llevó con resignación su enorme carga política. Se cuenta que en los banquetes oficiales en el Palacio Real o en la Moncloa, debido a la tensión del momento, su cuerpo no podía admitir comer normalmente, su comida era una simple tortilla francesa y un café con leche, platos fuera del rimbombante menú oficial.

No era “santo de devoción” de unos ni de otros. Atacado por los socialistas, que le presentan una moción de censura en 1980, Alfonso Guerra le llega a llamar “tahúr del Mississippi”en una desafortunada ocasión, aunque después le alabó por todo lo que hizo en la Transición.

Pero también fue atacado de forma “inmisericorde” por los “barones” de su partido que le dejan aislado, sólo. Tampoco la Iglesia le apoya, por la ley del divorcio. Sin un apoyo fuerte del rey, Adolfo Suárez analiza que puede ser un obstáculo, percibe un futuro golpe de estado conociendo las reuniones de militares y en 1981 decide dimitir.

El 23-F de 1981 Adolfo Suárez demuestra su enorme valentía al permanecer en su escaño cuando a punta de pistola era requerido para que se tirase al suelo.

En 1982 deseoso de volver a la política, funda el partido CDS (Centro Democrático y Social), una posición de centro-izquierda.

Es elegido diputado por Madrid en varias legislaturas, pero no contó con el apoyo de la banca y los poderes fácticos. No consiguió volver al poder. Dimite definitivamente de la política en 1991.

Sus dos mayores disgustos como político fueron: El trato de los “barones” de su partido de la UCD, que lo menospreciaron, le dieron la espalda, le dejaron de lado y el nulo apoyo recibido en el CDS.

Disgustos que Adolfo Suárez no se merecía de los españoles después de su entrega, sacrificio y honradez al servicio de los mismos.

Mas tarde debido a unas enfermedades en su familia se vio obligado a hipotecar su casa de Ávila. Se había marchado de la política sin un duro, sin  retiro, sin un puesto oficial, se le ofreció uno en Telefónica.

En los últimos años los españoles conocen que el presidente perdió la memoria, está enfermo de Alzheimer, el rey le visita y Adolfo, que no le conoce, le pregunta ¿tu también vienes a pedirme dinero?

Adolfo Suárez y A Coruña
Sus abuelos paternos eran coruñeses, su abuelo secretario de Juzgado vivía primero en la calle Real y luego en María Pita. Adolfo Suárez pasó dos años en A Coruña, se presentó como jugador juvenil al entrenador del Dépor, Scopelli, que le hizo jugar de defensa en el equipo, aunque era goleador.
Su padre también era coruñés, se le ve en fotografías de la época alternando en el Kiosko Alfonso, era procurador en Ávila, republicano, lo que le costó la cárcel y la incautación de bienes, luego devueltos.
Murió en Madrid pero su hijo Adolfo Suárez celebró su funeral en la Iglesia de San Jorge de A Coruña y lo enterró en San Amaro.
Adolfo Suárez siempre presumió de ser del Deportivo, hincha del Dépor, cuando era director de RTVE y más tarde siendo presidente acudió a ver ganar al Dépor la copa del Rey. El presidente Lendoiro lo nombró socio nº 30.000.
Después de la presidencia fue nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de A Coruña.
Cuando visitaba Galicia, tanto en campaña electoral como de descanso,  disfrutaba del paisaje, de las tapas y le gustaba beber albariño en taza.
Adolfo Suárez nos deja. Nos deja, pero también por fin logra el reconocimiento casi unánime de los españoles, hasta por los de la UCD que le apuñalaron por la espalda. Reconocimiento, como desgraciadamente casi siempre pasa en este país al final de su vida. Reconocimiento por su buen hacer, su talante demócrata, su perfil social y su honradez “a prueba de bomba” en los difíciles tiempos que corren.

 

Comentarios