Adiós, con el corazón, que con el alma no puedo...

Pablo Iglesias. / @PabloIglesias
Pablo Iglesias. / @PabloIglesias

Se lo merece el personaje –incluida la música-, por de su altanería, insolencia y arrogancia.

Adiós, con el corazón, que con el alma no puedo...

¿Tendré yo una cierta querencia a hablar del señor Iglesias Turrión, o, tal vez es él quien nos ofrece con frecuencia motivos, dada su altanería, arrogancia, insolencia, pedantería, en suma, su condición de “pagado de sí mismo” con la que se conduce por el escenario de la política española?

El presunto salvador de España se hace acompañar por el  escándalo   para mantenerse en pie, ahora que ha abandonado el Gobierno en un acto de generosidad hacia los españoles; ha olvidado la etérea Agenda 20-30 con la que bautizó su ministerio, que ha llevado sobre sus poderosos hombros, poco menos que como Atlas cargó con el globo terráqueo, pero no como un castigo sino como una promesa de redención de los españoles.

Y lo primero que ha dicho –por cierto, desde el sillón del ministerio que dice va a abandonar-, es que se sacrifica para que no lleguen al gobierno de Madrid “Estos delincuentes y criminales que reivindican la dictadura y, promueven la violencia contra los inmigrantes, homosexuales y feministas...”

Es muy habitual en política el insulto soez y mezquino, pero atreverse a atribuir la condición de criminal y delincuente a quienes apoyan a determinados partidos políticos, es mucho más grave, porque le obliga a denunciarlo en el juzgado de guardia.

Usted sabe que no es verdad que el PP, Vox  o lo que queda de C`s, clamen por la dictadura e inciten a la violencia contra nadie. Su conmilitón Echenique y otros, sí alentaron  de forma pública la violencia  y el saqueo de las guerrillas urbanas catalanas, tan cercanas a los partidos independentistas  en los que se apoya el Gobierno del que usted forma parte.

Usted y su partido apoyan las veleidades independentistas de los partidos catalanes, un derecho que no tienen –el de autodeterminación-, y la celebración de un referéndum sin apoyo constitucional. Por eso fueron juzgados, condenados y encarcelados: incurrieron en flagrante delito, usted pide la amnistía y vuelve apoyarles en su reivindicación ilegal.

Sin embargo, niega el derecho de otros a  defender una reordenación del Estado autonómico, a pedir sentido común y orden en la inmigración y tratar el término igualdad en su verdadero significado, y los califica de ultraderecha criminal.

Le aburrió la poltrona, que tanto criticó -¡qué lejos queda aquello de la casta y la aparente inocencia del 15M!-, y ahora busca distracción en Madrid, donde seguirá ampliando su diccionario de frases ocurrentes: “Donde hay propiedad hay corrupción”; Pido disculpas por no romper la cara a todos los fachas con los que discuto en televisión –sección de lenguaje tabernario-;”en lugar de mariconadas del teatro nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria que es lo que se merecen unos cuantos”;“ ser demócrata es expropiar”; “no me temblaría la mano en nacionalizar farmacéuticas si tuviera el poder”;  su respuesta a la pregunta de si Puigdemont era un exiliado político: “Pues lo digo claramente. Creo que sí”;

Recuerde que la justicia española a la que tanto critica, dictó sentencia a favor de su señor padre, por las ofensas de un periodista que criminalizó a su abuelo. Usted se ha puesto en posición similar al calificar de criminal y delincuente a la derecha española; bien es cierto que usted ha tenido la ladina precaución de no dar nombres.

Si se aburre con la gira por Madrid, o fracasa en sus planes, debería pensar en trasladarse a Irán para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres y combatir la homofobia; o a Venezuela, para sacarles de su marasmo económico; tal vez a Cuba, para educar a sus hijos en las bondades comunistas. Mientras tanto, podría alquilar su vivienda a precio social o facilitar su acceso a los okupas. @mundiario

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