El acierto portugués en la gestión de la crisis reconforta

António Costa, primer ministro. @eldiario.
António Costa, primer ministro de Portugal. @eldiario.
Portugal tiene un primer ministro con talante negociador, que no improvisa ni miente, que valora a la oposición a la que pide unidad ante la adversidad, le ofrece lealtad y obtiene su apoyo. Y tiene una clase política leal al Estado, que antepone los intereses del país a la refriega político-partidaria. Esas son las claves de su acierto tratando la pandemia.
El acierto portugués en la gestión de la crisis reconforta

Siempre emociona oír Grândola, Vila Morena en la voz de Zeca Afonso, pero escuchar esta canción el 25 de abril hace revivir la Revolución de los Claveles de Portugal, aquella gesta de los militares y del pueblo que, en perfecta simbiosis, acabaron con la vieja dictadura y alumbraron una democracia plena hace 46 años.   

Estos días Portugal también es noticia en España por la gestión de la crisis del coronavirus. Todos los datos –número de muertos, de infectados y recuperados, test realizados…–  muestran a este país como ejemplo de saber contener la pandemia.  

¿Cuál es la clave del acierto portugués? Son tres factores. El primero, la actuación diligente del Gobierno que preside Antonio Costa, político pragmático y dialogante, que “las vio venir”, se anticipó tomando medidas y declaró el estado de emergencia antes del primer fallecido.

El segundo es la actitud de las instituciones y de los políticos que en todo momento se unieron al Gobierno. “Para nosotros, dice el ministro de Economía Siza Vieira, es un orgullo ver como el presidente, Rebelo de Sousa, el Gobierno y los partidos de la oposición, hemos dejado nuestras discrepancias y remamos juntos en el combate al covid-19”. El jefe de la oposición conservadora, Rui Rio, ofreció su colaboración con palabras de estadista: “Señor primer ministro, en todo lo que podamos ayudaremos. Le deseo mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte”.

El tercer factor del acierto está en el pueblo portugués “acostumbrado a las adversidades” –dijo el presidente Rebelo de Sousa–, que supo sacrificarse cumpliendo las instrucciones del Gobierno en un confinamiento muy flexible y permisivo, mucho menos estricto que el decretado en España.

Total, que Portugal tiene un primer ministro solvente y creíble, con talante negociador, que no improvisa ni miente, que valora a la oposición a la que pide unidad ante la adversidad, le ofrece lealtad y obtiene su apoyo. Y Portugal tiene una clase política, de derechas y de izquierdas, leal al Estado, que antepone los intereses del país a la refriega político-partidaria. Esas son las claves de su acierto tratando la pandemia.  

Comparen la gestión eficiente del Gobierno portugués con la negligencia, improvisaciones y mentiras del Gobierno de España (la última maquillando datos para una estadística comparativa entre países de la OCDE), más ocupado en la propaganda que en la gestión. Comparen también la actitud colaborativa de la oposición lusa con la beligerancia de los políticos españoles que utilizan la pandemia como arma arrojadiza.

El ejemplo portugués reconforta, pero acentúa el desastre español que cada día añade más desánimo y frustración a esta reclusión forzosa. @mundiario

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