¿Acierta Junqueras cuando afirma que han logrado derrotar al Estado?

Derrota del Estado_FotoSketcher (640x480)
¿Derrota del Estado?
La ruda respuesta de Oriol Junqueras no casa con el llamamiento al diálogo moderado de Pedro Sánchez.
¿Acierta Junqueras cuando afirma que han logrado derrotar al Estado?

Mientras Sánchez augura que los indultos van a crear un nuevo clima de diálogo en Cataluña, Oriol Junqueras ha celebrado los indultos, no por su situación personal, sino porque “demuestran la debilidad de los aparatos del Estadoy otro sedicioso Jordi Cuixart, vaticina que los indultos “son el preludio de la derrota que sufrirá España”. O sea, que han derrotado a un Estado débil que tiene que tiene que plegarse ante el objetivo final, la independencia. Y como acto de desprecio, alaban que nadie asista a la conferencia del presidente del Gobierno en Barcelona, a quien le dicen que deje de actos teatrales sobre los indultos. Hay que agradecerles su sinceridad.

Aun a riesgo de que te llamen “jacobino”, los que creemos en el Estado, solemos hacer nuestro el criterio de Kelsen, tan controvertido por otra parte, para quien “el Estado no es nada más que un ordenamiento jurídico vigente y válido en un determinado territorio, lo cual equivale a decir: un sistema de supuestos de conducta humana normados que forman el contenido de un ordenamiento normativo” O sea, que el problema de la existencia del Estado en Kelsen no es otro que el de la positividad del Derecho, obviamente, en este caso, en un Estado democrático donde las normas nacen por consenso dentro de un régimen constitucional que equilibra derechos y deberes y ordena las libertades.

juqueras (640x480)

¿Defiende Sánchez a ese Estado al que Junqueras cree derrotado?

Si trasladamos este punto de vista a la realidad de España o eso que Franco llamaba “el Estado español (así figura en mi libro de Bachillerato del Plan de 1958), en el momento presente parece emerger como un fantasma del pasado aquello que dijo Bismarck de nuestro país, cuando afirmó que "España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido". Pero algunos síntomas parece que estamos en ello, empezando por no reconocernos propiamente como una nación, asunto discutible y discutido como dijo en su día el presidente Zapatero. Cierto que cuando Bismark dijo aquello, veníamos de un agitado proceso: la invasión francesa, las guerras carlistas, asonadas diversas, rebeliones cantonales, caída de la monarquía y crímenes de Estado pavorosos. Y aún nos faltaba la fallida experiencia republicana tras la caída de Alfonso XIII y la guerra civil.

El Estado y la nación

Hoy en día, se cuestiona de nuevo la existencia del Estado como expresión estable de la nación y se avanza con pequeñas dentelladas en lograr que, según su vecindad civil, los españoles sean cada vez más diferentes, de modo que el proceso autonómico, pieza esencial en la transición para dar estabilidad al país (incluyendo extender derechos medievales, pactos, conciertos y concesiones en algunos territorios, como cesión que se quiso entender necesaria)  no fue como creímos punto de llegada sino tránsito hacia otros objetivos. Cuando la propia lengua común, sin detrimento de las particulares de los territorios que tienen otra propia, deja de ser elemento común de cohesión (como lo era en la Constitución de la II República, de modo claro e inequívoco) algo se está conmoviendo. Pero eso no es ni siquiera lo más grave, sino del modo que se pretende borrar la presencia, la visualización del propio Estado en algunas partes del mismo.

Poco futuro puede augurarse a una nación cuando desde la propia jefatura del Gobierno, a costa de mantenerse en el mismo todo el tiempo que se pueda, se hacen cesiones cotidianas a quienes quieren dinamitar ese mismo Estado, como algunos como el dirigente de Bildu confiesan sin rubor. La zapa es poco a poco, pero perceptible. Por ejemplo, la retirada progresiva de algunos territorios de la Guardia Civil, empezando por la de tráfico, es un elemento apreciable de esa desaparición del Estado, y lo mismo lo es cuando el resguardo marítimo de una parte de la costa española se transfiere a otro cuerpo policial regional, en suma, lo que puede dar lugar a la paradoja de que, como el mar no tiene fronteras, en cualquier momento las lanchas de los mossos naveguen por un litoral donde no alcanza su competencia. Absurdo, sí; pero posible.

¿Qué decir de que el Estado permita que los miembros del brazo político de la organización terrorista ETA, o sea Bildu, visiten en las cárceles –aparte de los traslados y transferencia de las prisiones al PNV—a los condenados por toda clase de crímenes de ETA y se admita que van a ser interlocutores en la elaboración del futuro régimen carcelario cuando ya disfruten de estancia en las cárceles del País Vasco?

Pero aparte de todo esto, es el ámbito del Código Penal donde el desarme del Estado, desde el Estado mismo es más evidente: Las reforma a la carta y de los intereses inmediatos que se deben satisfacer del Código Penal, como si en otras naciones, hechos ocurridos aquí no fueran juzgados con la misma gravedad, abre la vía –dado el no arrepentimiento de quienes fueron reos por hechos conocidos—para que si inciden de nuevo, como prometen, las consecuencias sean inapreciables, lo que no invita precisamente a no reincidir.

La libertad de expresión como delito absoluto

En ese sentido, como si la libertad de expresión fuera un derecho absoluto por encima de todos los demás, sin límites éticos, estéticos y jurídicos, la injuria, el insulto a los para otros respetables símbolos de la nación, la exaltación de actos execrables o terroristas, se van a reducir notablemente las consecuencias de tales conductas, como si no hubiera nada respetable en este caso, salvo la voluntad de cada uno de hacer apología del crimen y el delito en nombre de aquella libertad.

Oriol-Junqueras-1068x627 (640x480)

Dos personajes, pero un solo objetivo.

Pero el Estado se desarma en lo más cotidiano, de modo que se van a crear vías para alimentar a las futuras y presentes clientelas de los partidos, al aligerar el proceso para la selección y recluta de funcionarios, a todos los niveles, de suerte que lo que era mérito, capacidad y esfuerzo debe de ser el principio de su selección para pasar a un aleatorio sistema discrecional de los que ostenten el poder en cada caso. En este, no deja de ser una burla al mismo sistema que al frente del Ministerio de la Función Pública se halle una persona sin oficio, sin carrera alguna y sin experiencia laboral alguna, pues no ha tenido otra ocupación en la vida de un partido que se dice vanguardia de los trabajadores.

Y cuando los propios policías que defendieron al Estado y la Constitución han tenido que abandonar el cuerpo porque las secuencias de los ataques sufridos no les permiten seguir en la profesión, un Estado miserable considera que su baja laboral no merece el reconocimiento de que es consecuencia de un acto de servicio, y tienen que pleitear para que se les reconozca, es que al frente de ese Estado están unos sujetos que no tienen otra voluntad en sus poltronas todo el tiempo posible a costa de lo que sea.

Tiene razón Junqueras, que va a ser indultado sin haberse arrepentido y sin renunciar a su objetivo final, mediante una inteligente estrategia sin otro compromiso, digo que tiene razón cuando dice que han derrotado al Estado. Sin la menor duda. O eso pareciera. @mundiario

Comentarios