¿Se acerca el programa de Illa a los objetivos de ERC para un pacto?

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Illa y Rufián.
Sorprende que el mismo que participó en nombre del PSC en la manifestación de 2017 contra la independencia pida ahora para Cataluña lo que, como paso hacia la independencia, demandó siempre ERC.
¿Se acerca el programa de Illa a los objetivos de ERC para un pacto?

El candidato a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, por el PSC-PSOE,  Salvador Illa Roca, transmite, sin duda, una necesaria sensación de talante tranquilo, sin estridencias, que recuerda a otros políticos catalanes de diverso signo. Tiene una gran experiencia en el ámbito municipal en su biografía no costan otras ocupaciones fuera del mismo. Fue concejal y alcalde de la Roca del Vallés y ha ocupado cargos en el Ayuntamiento de Barcelona y ha sido director general en el Departamento de Justicia de Cataluña.

Llama la atención ahora alguno de los ejes de su programa que en tanto se acercan a las pretensiones inmediatas de Esquerra Republicana de Cataluña, que no deja de ser un paso intermedio hacia el triple objetivo de amnistía, referéndum e independencia, siempre repetido. Sorprende porque que Illa fue el más sobresaliente miembro del PSE-PSOE que, el 8 de octubre de 2017, asistió a la manifestación contra la independencia, de Barcelona “Prou! Recuperem el seny, organizada por Sociedad Civil Catalana. Se le considera un negociador hábil y entre sus méritos se anota haber sido uno de los pilares del acuerdo con ERC para la abstención del grupo parlamentario independentista correspondiente en la investidura de Pedro Sánchez en enero de 2020. Este hecho alumbra la impresión de que, si gana, puede entenderse bien para formar gobierno con Esquerra.

Los tres ejes del programa de Illa

De momento, su programa tiene tres fundamentos: Más dinero, más autogobierno para Cataluña y su reconocimiento como una nación. Lo primero choca con el principio de la solidaridad interregional, pregonada por el PSOE –Véase la Declaración de Granada---; lo segundo supone reducir la ya escasa presencia del Estado en Cataluña, que el Estatut de 2006 que tutelaba Zapatero privada al Estado de aplicar a aquella comunidad la legislación general en diversas materias que correspondían a competencias no cedidas, como tuvo que corregir el Tribunal Constitucional. Y. por último, el reconocimiento como nación requiere meterle mano a la Constitución, establecer un precedente al que sin duda se agarrarán otros, y sentar la lógica de que una nación precisa un Estado.

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Illa y Rufián. 

En la famosa declaración de Granada, de 2013, en que el PSOE fijaba su postura sobre las autonomías de criticaba el hecho de que el nacionalismo moderado de Cataluña hubiera derivado hacia el independentismo, que “ya no busca la mejor forma de encajar a Cataluña como una realidad específica y diferenciada dentro de España: busca directamente que Cataluña rompa con España” que al mismo tiempo que la recentralización , sería un desastre y desataría de nuevo todas las tensiones territoriales que durante demasiado tiempo hicieron imposible la convivencia en libertad de los pueblos de España, además de hacer aún más difícil la salida de la crisis.

El  PSOE y el proyecto conún

Y como solución, el PSOE de entonces proponía: “Respeto a las identidades diferenciadas dentro de España, compatible con un compromiso colectivo con el proyecto común. Solidaridad para seguir reduciendo las desigualdades territoriales. Cooperación efectiva entre el Gobierno de España y los Gobiernos autonómicos, y de éstos entre sí. Igualdad de derechos básicos de todos los ciudadanos, cualquiera que sea el lugar en el que residan. Sí a los legítimos hechos diferenciales, no a los privilegios o a las discriminaciones. Y eficacia en la gestión de los recursos públicos, lo que exige una racionalización de las Administraciones, de todas ellas, para que éstas faciliten la vida a los ciudadanos”.

Lo que hace que uno se pregunte como casa la “igualdad de derechos básicos de todos los ciudadanos, cualquiera que sea el lugar donde residan” y cómo es eso de la solidaridad entre los territorios al tiempo que la vecindad civil –pues no podrá ser la raza ni el origen ni el lugar de nacimiento—determine derechos y competencias diferentes.

Cabe recordar ahora que profesor Peces Barba, ex presidente del Congreso de los Diputados y ponente constitucional, contaba que el mismísimo Norberto Bobbio, el gran filósofo del Derecho, tras estudiar la Constitución de 1978 y las prerrogativas de los Estatutos de Autonomía, especialmente en algunas comunidades como Cataluña, que asumirían competencias esenciales, como la Educación, le comentó los riesgos de ésta y otras, a su entender, erróneas cesiones del Estado. De modo premonitorio, Bobbio llamó la atención de dichas disfunciones, a su entender, señalando que, en dos generaciones, los ciudadanos de esas regiones iban a dejar de sentirse españoles.

A Illa y a Sánchez les vendría bien un repaso al libro donde el profesor Peces Barba, ponente de la Constitución de 1978 señala: “Es clave el artículo segundo donde se afirman las tres perspectivas que integran el planteamiento del problema y su articulación. En primer lugar, España, nación, comunidad superior, cuya unidad se afirma vigorosamente. En segundo lugar, la existencia de otras comunidades en el interior de España que se califican como nacionalidades y regiones cuyo derecho a la autonomía se reconoce y garantiza. Por fin, la solidaridad entre todas las nacionalidades y regiones; camino práctico y progresivo, para fortalecer a la realidad comunitaria superior que es España y para evitar los desequilibrios entre zonas desarrolladas y zonas menos desarrolladas”. @mundiario

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