Se abre un camino inexorable hacia el pacto que apela al espíritu de la Transición

Felipe VI.
Felipe VI.

Rotos todos los clichés, se abre un camino que nos va a permitir saber si estarán vigentes los dos aspectos sustanciales en la Transición: el deseo de ser europeos y la necesidad de estar a la altura de las circunstancias, al lado del papel determinante del Rey.

Se abre un camino inexorable hacia el pacto que apela al espíritu de la Transición

España ha votado y el resultado de estas elecciones viene a evidenciar un cambio que se traduce en la fragmentación del Congreso de los Diputados, que no hará sencilla la elección del próximo presidente del Gobierno. Parece el momento de traer a colación las palabras que Raymond Carr pronunció en 1980, cuando estaba en cuestión la recién estrenada democracia en España: “la democracia tiene más que ver con las reglas  del juego político que con el contenido de una determinada política”, y lo que no debe hacerse nunca es explotar a los descontentos. El sueño de la generación que en los ochenta quiso que la realidad española fuese europea no ha de desvanecerse, aunque la actual democracia se haya visto tocada por una clase política que ha abierto las puertas a una corrupción sistémica que acaba por erosionar el Estado, la ley y  la neutralidad. Esta es la verdadera Transición a la que se enfrentan a partir de hoy los representantes electos el 20-D.

Rotos todos los clichés, se abre un camino inexorable hacia el pacto, que nos va a permitir saber si estarán vigentes los dos aspectos sustanciales en la Transición: el deseo de ser europeos y la necesidad de estar a la altura de las circunstancias, al lado del papel determinante  del Rey. El primer reto podría derivar en una gran coalición a la alemana, que daría respuesta no sólo al próximo gobierno, sino al modelo de Estado futuro. Si bien, todo apunta a que los dos partidos mayoritarios -PP y PSOE-  tendrían que sacrificar a sus líderes en favor de la gobernabilidad de España. El segundo aspecto, nos remite al artículo 99 de la Constitución, cuando establece que el candidato propuesto por el Rey será investido presidente, si obtiene la confianza de la mayoría absoluta de los diputados, en primera votación, o la mayoría simple en segunda. Si habitualmente esta labor ha transcurrido de manera ordinaria, en el actual contexto de división política, la figura del Monarca como mediador será fundamental. El trámite comenzará el próximo 14 de enero, sesión constitutiva del Congreso, a partir de la cual, previa consulta de los representantes designados, tendría que proponer  un candidato a la presidencia del gobierno. De no alcanzar la mayoría y el consenso necesarios, la consulta regia de Felipe VI puede sintonizar con las aspiraciones ciudadanas que caracterizan esta nueva etapa política, pudiendo ser decisivo en la solución a la crisis gubernamental que se abre.

La complicada aritmética política pasa por un posicionamiento inicial del partido que ha resultado ganador de estas elecciones 

Ante todo, la complicada aritmética política a la que se enfrenta este país pasa por un posicionamiento inicial del partido que ha resultado ganador de estas elecciones. De la mano del Jefe del Estado, el Partido Popular ha de tomar la iniciativa y, una vez que ponga sus cartas boca arriba, podremos saber si son más importantes los resultados cuantitativos o los cualitativos,  y si estos líderes se parecen a los tantas veces idolatrados actores de la Transición. Así, antes de aventurarnos a presagiar la convocatoria de unas nuevas elecciones, debemos barajar muchos escenarios, donde no podemos desechar la abstención del PSOE para hacer posible la investidura del PP; o el papel que puedan jugar los nacionalistas vascos y catalanes o, por qué no, la propuesta de un presidente de consenso o tecnócrata  que, sin haber formado parte de una lista electoral al Congreso de los Diputados, fuese capaz de aunar la voluntad de los partidos políticos. Esta situación, inédita hasta el momento, llegaría después de un período de dos meses de consultas con los representantes que han sido elegidos en las urnas.

Ante este panorama toca, sin duda, hacer política.

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