Este 8-M no hay que renunciar a nada, se puede reivindicar de otra manera

Manifestación del 8-M. / RR SS
Manifestación del 8-M. / RR SS
Hagámoslo por las mujeres que no pudieron ni enterrar a sus familiares; por las jóvenes que esperan que esto remonte para tener un futuro; por las sanitarias que enlazaron guardia tras guardia, a veces llorando de impotencia; por las cuidadoras de mayores...
Este 8-M no hay que renunciar a nada, se puede reivindicar de otra manera

Hace casi un año, miles de mujeres (y hombres) salimos a las calles de toda España a reivindicar la igualdad de género, una vez más. Aquél fin de semana, millones de personas acudieron a los estadios de fútbol y Vox organizó un mitin en Madrid en el que Ortega Smith –estornudo va, estornudo viene– abrazaba a sus correligionarios. Pero la derecha –la extrema y la otra– utilizó desde el primer momento las movilizaciones feministas para intentar señalarlas como responsables de la explosión de la pandemia que asoló el país aquella primavera.

No hubo día, durante el Estado de Alarma, que las mujeres no tuviéramos que soportar las acusaciones con las que la derechona rancia intentaba demonizar al feminismo y, de paso, debilitar al Gobierno. Sin datos objetivos, sin respaldo científico ni rigor alguno, en chats, artículos, tertulias broncas o desde la tribuna parlamentaria; con la ira y la bravuconería de los intolerantes. 

El avance en igualdad, la reivindicación y las movilizaciones del feminismo se habían convertido en el enemigo a batir; no era una cuestión de defensa de la salud, era ideología pura y dura. Ideología conservadora frente a la Cuarta Ola feminista, que había recuperado a la mujer como sujeto político y proponía culminar la agenda, inconclusa, de la paridad y los derechos. Ahora, que se acerca el 8 de marzo, la miserable maquinaria ha vuelto a ponerse en marcha con el mismo doble objetivo del pasado año: atacar al movimiento feminista y debilitar al Gobierno (bien haciéndole responsable de las movilizaciones, bien apostando a su división).

Comprendo perfectamente la rabia y los deseos de “salir a la calle” que manifiestan muchas mujeres. Las entiendo cuando insisten en lo injusto de señalar al movimiento feminista y demonizar al 8-M mientras hemos asistido a decenas de concentraciones.. protestas laborales, hosteleros, jóvenes en defensa de raperos o grupos negacionistas. Debemos, sin embargo, renunciar las mujeres a conmemorar el 8-M?. Por supuesto que no, aunque reivindicar el 8-M no debe llevarnos a la calle, en esta ocasión. Una vez más el feminismo debe dar una lección, en esta ocasión, de responsabilidad, madurez y unidad.

Este año vimos cómo la pandemia se extendía, voraz, llenando de muerte, enfermedad y dolor la práctica totalidad del planeta. Millones de mujeres cuidadoras tuvieron que decir adiós a sus familias, millones de mujeres han perdido el empleo y una generación de jóvenes no saben qué les traerá un futuro más que incierto. Cualquier paso hacia la recuperación sanitaria, social y económica pasa por parar la difusión del virus: vacunas y evitar nuevos contagios. Lo primero depende de la velocidad de producción y distribución de las vacunas; lo segundo sólo depende de nosotras.

Leer y comprender la realidad social en cada momento

El feminismo ha sido, siempre, capaz de leer y comprender la realidad social en cada momento. Ha sido capaz de levantar la voz por quienes más lo necesitan, de componer una agenda de derechos e ir avanzando a lo largo de los años. Ha sido capaz de reinventarse y hacerse grande movilizando a millones de mujeres en todo el mundo. Hoy toca responsabilidad y creatividad en esa movilización. Llenemos ventanas y balcones de reivindicación; que nuestros aplausos resuenen desde nuestras casas, desde nuestro jardín, desde nuestros barrios. Inundemos las redes con nuestros mensajes, vistamos nuestros coches de violeta… 

Este año no renunciemos a nada, sencillamente reivindiquemos de otra manera. No lo hagamos por las amenazas de la derecha ni por miedo ni por falta de valor ni por lo que digan en Twitter. Hagámoslo por las mujeres que no pudieron ni enterrar a sus familiares; por las jóvenes que esperan que esto remonte para tener un futuro; por las sanitarias que enlazaron guardia tras guardia, a veces llorando de impotencia; por las cuidadoras de mayores, que no pudieron salvarlos; por las empleadas de los supermercados, en primera línea y viviendo con el miedo al contagio en el cuerpo; por las investigadoras, por las limpiadoras, por las autónomas, por las taxistas, por las profesoras, por las alumnas. Por las víctimas. Porque todas ellas necesitan que esto pase cuanto antes, que no haya más contagios, que no haya más muertes y que la única cuarta ola sea la nuestra. @mundiario

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