Los 3 grandes errores que condenaron a James Comey, el exdirector del FBI

James Comey, jefe del FBI. / Twitter
James Comey, jefe del FBI. / Twitter

Uno de los pocos remanentes de la Administración Obama fue dado de baja este martes y aquí tres grandes motivos que le hicieron perder la confianza de Washington.

Los 3 grandes errores que condenaron a James Comey, el exdirector del FBI

La caída de James Comey tomó por sorpresa a Washington el martes por la noche. Su despido llegó apenas horas después de que se conociera de que había mentido deliberadamente al Senado estadounidense respecto a la investigación que condujo contra Hillary Clinton por el escándalo de los correos electrónicos enviados por ésta desde un servidor privado.

Sus mentiras habrían sido expuestas por fuentes anónimas del FBI, la oficina que dirigía, a diversos medios de comunicación locales. La noticia se esparció rápidamente y para el filo de la noche, Donald Trump ya había decidido darle de baja. Fue un movimiento impredecible pero en algún punto se veía venir al analizar los constantes deslices del investigador en jefe de la famosa agencia de contraespionaje. Aquí un sumario de tres errores que le costaron su puesto a Comey, quien fue uno de los hombres de confianza de Barack Obama (por cierto, quien lo nombró para el puesto que debía ocupar hasta 2023):

1- Cerrar el caso de Hillary Clinton sin una conclusión

Los correos electrónicos enviados por Clinton desde un servidor privado mientras ocupaba la Secretaría de Estado se convirtieron en un inciso más de su extenso historial de dudosa moral y proceder. La exprimera dama cayó en jurisdicción del FBI y se sometió a extensos interrogatorios. Los medios y la sociedad estadounidense estaban seguros de que era culpable y de que merecía que la ley se le aplicara por un delito federal. No obstante, Comey cerró la investigación asegurando de que Clinton efectivamente había enviado esos correos pero que no lo había hecho de mala voluntad, por lo que recomendaba no presentar cargos en su contra. En otras palabras, Clinton es más que culpable por su delito pero el FBI no tuvo el valor para llevarla a los tribunales.

Sus argumentos molestaron a los más conservadores del país, la mayoría acampados en torno al Partido Republicano, para el que el apellido Clinton es anatema. Comey no dio al caso la conclusión que este merecía y eso condicionó su imagen ante los simpatizantes y el partido que a la larga ganaría las elecciones presidenciales del año pasado.

2- Reabrir el caso Clinton por gusto

Tras haber dejado en libertad a Clinton, decidió volver a abrir el caso. Y por nada, literalmente. El jefe del FBI dijo haber leído miles de correos nuevos encontrados en las cuentas de Huma Abedin, una de las mujeres de confianza de la entonces candidata demócrata a la Casa Blanca. Tras haberlos revisado, Comey volvió a cerrar el caso sin ninguna conclusión.

Si la primera investigación le había costado los recelos de los republicanos, esta segunda no hizo sino aumentar ese malestar y, encima, ganarse también el repudio del Partido Demócrata. El nuevo expediente se abrió dos semanas antes de las elecciones, cuando Clinton todavía mantenía una ligera ventaja sobre su amigo de toda la vida Donald Trump. La investigación condicionó la campaña de la oriunda de Nebraska y terminaría perdiendo los comicios y Comey, la veracidad frente a los dos grandes partidos del país.

3- Mentir al Senado

Y el último y el que terminó apuntillando su salida. Mentir ante las autoridades del país es algo muy riesgoso para la carrera de cualquier político. El primero en probar las consecuencias de esa imprudencia fue Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional del presidente, y posteriormente Jeff Sessions, fiscal general. Ambos mintieron sobre sus contactos con Rusia, aunque sólo el primero de ellos fue sustituido. La mentira que le costó el puesto a Comey fue que Abedin había enviado miles de correos comprometedores, aunque luego algunos de sus hombres le delataron y aseguraron que habían sido solo unos cuantos. Al final, esta fue la gota que derramó el vaso y la Casa Blanca optó por dar de baja a un hombre que, según Trump, había perdido la confianza de casi todo Washington.

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