26-J, el reto y la oportunidad del PSOE

Pedro Sánchez, ex secretario general del PSOE. / Mundiario
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. / Mundiario

En el fondo, la alianza Unidos Podemos demuestra ese viejo espíritu de la izquierda marxista que hizo tanto daño a Europa hasta la caída del muro de Berlín, sólo que esta vez están representados por rostros treintañeros.

26-J, el reto y la oportunidad del PSOE

El domingo 26 de junio, los españoles volverán a las urnas por segunda vez, en menos de 1 año. Esta situación, a mi juicio, se debe a la intransigencia del Partido Popular, que jugó al abstencionismo y a mantener su casi 30% del electorado español. Mientras que Podemos como Izquierda Unida -hoy aliados en Unidos Podemos- votaron en contra de la investidura de Pedro Sánchez como Presidente de Gobierno.

Increíble que dos formaciones que se autoproclamen de izquierda hayan votado al igual que el partido de la derecha española. Sui géneris.

Lejos de consignas partidarias; de seguro, el elector de Podemos como de IU quieren un  cambio de gobierno porque creen y sienten que el gobierno de Rajoy no debe ir a más.

Los resultados de las anteriores elecciones del 20 de diciembre del 2015, demuestran que el 72% del electorado español desea un cambio de gobierno. Dicho cambio es urgente porque el desempleo como la crisis de la sanidad y de la educación campea en España.

La socialdemocracia española que es representada por el PSOE, tiene tanto el reto como la oportunidad de convencer al electorado español que ellos son la fuerza política que representa un cambio positivo.

Creo que la elección del 26 de junio es la más difícil que afronta el PSOE desde el retorno de la democracia en el año 1977 porque en el mismo espectro político del centro hacia la izquierda tienen a la alianza Unidos Podemos; y añadido, al desgaste natural que afrontan por haber sido Gobierno con Felipe González (1982-1996) y con José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). En 39 años de democracia, el PSOE ha sido el partido gobernante durante 21 años.

Hasta el día de hoy, las encuestas muestran que el Partido Popular mantendría su votación del 20-D, pero la alianza Unidos Podemos -que en honor a la verdad, representa todo el viejo marxismo anti PSOE- superaría en votación al PSOE.

El gran miedo de Podemos era quedar cuarto en la elección; por consiguiente, tuvo que buscar una alianza desesperada con IU, para así ser la segunda fuerza política y quitarle la hegemonía en el espectro del centro hacia la izquierda al PSOE.

El elector español al votar debe recordar que los dos líderes fundadores de Podemos -Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero- jamán han criticado la existencia de presos políticos en Venezuela (Leopoldo López, Antonio Ledezma, Manuel Rosales y sigue el centenar de etcétera) como la intransigencia del gobierno autoritario de Nicolás de Maduro.

Algunos me dirán: “Ese es problema de los venezolanos. No de los españoles.”

Ahí se equivocan porque la defensa de la democracia como del Estado de derecho es universal.

Españoles acuérdense como el mundo demócrata alzó su voz de protesta desde el año 1939 en contra de la dictadura franquista. En dicha coyuntura histórica, las voces de solidaridad y apoyo vinieron de todas las partes del mundo.

Sólo los incrédulos a la democracia como los marxistas pueden callar ante las tropelías de Maduro. En el fondo, la alianza Unidos Podemos demuestra ese viejo espíritu de la izquierda marxista que hizo tanto daño a Europa hasta la caída del muro de Berlín, sólo que esta vez están representados por rostros treintañeros.

En conclusión, el PSOE hoy tiene el reto y la oportunidad de recuperar el voto del electorado del centro hacia la izquierda. Diciéndoles que ellos son la fuerza del cambio en contraposición de los casi 5 años de gobierno de Rajoy. Además, deben ser claros al afirmar que la tragedia española sería un hipotético triunfo de Unidos Podemos por representar un ideario político que trajo la división y el fracaso económico a muchos pueblos en Europa.

Si el PSOE no puede convencer sobre el cambio. ¿Quién lo hará? Lamentablemente, nadie.

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