12 de octubre: ¿qué se debe celebrar frente a las criticas actuales a España?

PONEENCIA DE FERNANDO RAMOS_page92_image78 (640x480)
Banderas en La Rábida, en Huelva.
Que el presidente de EE UU, Joe Biden, critique la colonización española es una burda alusión de un país que exterminó a su población originaria.
12 de octubre: ¿qué se debe celebrar frente a las criticas actuales a España?

En estos tiempos que corren, en que circula una creciente hostilidad contra lo hispano, la herencia española o la hispanidad en su conjunto, alimentada por descendientes de españoles como López Obrador, presidente de México, que viene de santanderinos; Cristina Fernández, expresidenta de Argentina, o el actual presidente de Perú, Pedro Castillo, al que recordaron que es mestizo, cabe reflexionar, aprovechando la fecha del 12 de octubre, en el que tantos afirman ahora que no hay nada que celebrar. Nótese que no parece que ni en la llamada francofonía ni las naciones que hablan inglés se haya producido fenómeno parecido. El último en unirse a este coro ha sido el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, que también ha cargado contra España. Debe andar flojo de memoria sobre la historia de su propio país: a comienzos del siglo XVII habitaban lo que luego serían los Estados Unidos del orden de diez millones de nativos. Un cuarto de siglo después, esa cifra se había reducido a menos de un millón, y a partir de 1780, trece estados originarios quedaron libres de indios.

El profesor Carlos París señala: “La empresa (colonizadora de España en América) nos parece como algo completamente distinto del mero asentamiento explotador, desatendido de los problemas culturales, que será típico de las colonizaciones ulteriores. Así se produce un magno fenómeno de transculturización. La colonización española traslada a América las instituciones, formas y potencialidades de la primera Europa moderna. A tal hecho responden la pronta creación de universidades, las realizaciones arquitectónicas y urbanísticas enormemente avanzadas, y en que a veces se apuntan motivos de síntesis cultural entre lo europeo y lo indígena. Toda una voluntad incorporadora de este nuevo mundo, ciertamente proselitista y segura, incluso fanática, pero no desentendida del otro. Lo que hemos definido como trasculturación, pues aún sería inadecuado hablar de un diálogo entre culturas”.

Los españoles aportaron a sus colonias en América una serie de elementos técnicos comunes a las civilizaciones euro-asiáticas, que se difundieron por el continente en un tiempo asombrosamente corto. Se han analizado científicamente los efectos beneficiosos de los intercambios, y en ese sentido, se suele reconocer que, pese a todos sus defectos, la colonización de América y la puesta en contacto de manera regular de los mercados de Europa, Asia y América, a través de las Flotas de Indias y el Galeón de Manila, supuso la globalización de la economía mundial.

Los españoles no tenían prejuicios raciales

A diferencia de otros colonizadores ingleses y holandeses, que repudiaron el mestizaje, los españoles carecían de prejuicios raciales y por ello se formaron matrimonios mixtos con mujeres indígenas, debido también a que las mujeres castellanas siempre fueron escasas en América.

Gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados. Diga lo que se diga, la sensibilidad de la Corona española era mayor, y se declaró contraria a la esclavitud y estableció la incorporación de los nativos americanos como súbditos de la Corona con todos sus derechos. Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los consideraron como iguales y en los territorios dominados por ellos el trato sería de esclavitud.

Ello no disculpa los abusos, pero del mismo modo se debe reconocer que mejor que la esclavitud sin paliativos fue el régimen de “encomienda” que establecieron las leyes de la Corona Española. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el encomendero, al mismo tiempo que este se obligaba frente a la Corona del cuidado y "evangelización" de los indígenas. Uno de los  críticos más famosos  del sistema de encomiendas fue Fray Bartolomé de las Casas, cuya obra más representativa es la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”. Las críticas de algunos sectores de la Iglesia al sistema de encomienda son consideradas por algunos como el origen de la llamada "Leyenda negra española".

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Evidencias históricas hasta el presente

 

Pero el efecto del reconocimiento de los valores de las culturas indígenas se fue incrementando a partir de los testimonios mismos de los primeros cronistas como el propio Las Casas, Bernardino de Sahagún y Bernal Díaz del Castillo y posteriormente por los análisis del Inca Garcilaso de la Vega, y de los jesuitas José de Acosta y Francisco Javier Clavijero, que especialmente en Perú y México, respectivamente, revelaron la grandeza de aquellas culturas originarias.

Lo hispano como elemento integrador 

 Es curioso que dada la propia serie de guerras que sostuvieron entre ellos las naciones surgidas de la colonización española, se haya escrito, como predijeran Humboldt y San Martín, para quienes el único vínculo integrador de aquellas tierras y aquellos pueblos es el elemento hispano, del que ahora se reniega. Ahora resulta que España no fuera madre patria, “sino opresora madrastra”. Fue al economista francés Michel Chevalier, consejero y ministro de finanzas de Luis Napoleón, quien ideó y perfiló el concepto de América Latina, según la interpretación benevolente, para oponer al de América Sajona. En realidad, fue un ingenioso artificio de propaganda para el envío de tropas a México, con cuya ocupación se preparaba el desembarco para restaurar una monarquía artificial “latina”, liquidada con el fusilamiento del emperador Maximiliano, en 1867.

Pero el daño estaba hecho y quedó como resultado el concepto de la América Latina, Latinoamérica, con objetivos político-culturales. A partir de ahí, las expresiones como “la América antes española”, que inventó Bolívar, o las comunes América Hispana o Hispanoamérica, dejan de emplearse hasta nuestros días, especialmente alimentado por los movimientos indigenistas de raíz, y otros, como el pintoresco presidente de México hacen suya esa idea, con un claro tono populista, escasamente documentado. No deja de ser curioso que, empero este proceso, Francia siguió refiriéndose a la Amérique Espagnole y los ingleses y norteamericanos, el de Spanish America. Una gran revista científica y una importante entidad cultural en Estados Unidos se llaman respectivamente “Hispanic American Historical Review” y “The Hispanic Society of America”.

Hay algunos testimonios significativos en defensa del concepto de “Hispanidad”, entre los que destaca el del uruguayo José Enrique Rodó, que escribió en su Ariel: “no necesitamos los sudamericanos cuando se trata de abonar esta unidad de raza, hablar de una América Latina; no necesitamos llamarnos latinoamericanos para levantarnos a un nombre general que nos comprenda a todos, porque podemos llamarnos iberoamericanos, nietos de la heroica y civilizadora raza que sólo políticamente se ha fragmentado en dos naciones europeas; y aún podíamos ir más allá y decir que el mismo nombre de hispanoamericanos conviene a los nativos del Brasil…” Y el propio Juan Valera se preguntaba: “¿Qué tiene que hacer el Lacio con nuestros países?”. Don Américo Castro afirmaba que América Latina o Latinoamérica era tan inoportuno como lo sería el de América Germánica aplicado a los Estados Unidos fundándose en que el inglés es una lengua germánica, y Salvador de Madariaga se preguntaba “¿qué habrá en Hispanoamérica que con tal de evitarla a tales contradicciones lleva?”.

Julián Marías se preguntaba por qué no se incluía a Quebec en América Latina, como tampoco se engloba en ese concepto la Martinica o los barrios italianos de Nueva York. El poeta colombiano Eduardo Carranza entendía que Latinoamérica no era más que “una palabra moderna que pretende disminuir la hazaña fundamental de España en América, no es más que una forma de renegar de la filialidad hispánica, en un sentido étnico y cultural me parece un término repulsivo. Yo me siento latino, soy un criollo colombiano, hispanoamericano y, más anchamente, hispánico”.

Frente a la moda de ahora, parece que otros sí creen que el 12 de octubre hay mucho que celebrar. @mundiario

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