Ucrania: la Rand entra en razón

Samuel Charap y Miranda Pribe han escrito para la Rand Corporation un documento (Perspective) sobre el conflicto de Ucrania y su tesis central es que a Occidente no le conviene un conflicto prolongado. Empiezan descartando como fantasiosa la hipótesis optimista según la cual tras las ofensivas de Kharkiv y Kherson el ejército de Kiev estaría en disposición de expulsar a Rusia de los territorios ocupados en el Este y Sureste.
Y arrancan con una observación liminar de la mayor importancia, que una y otra vez hemos señalado los críticos. Los intereses de Ucrania son los intereses de Ucrania y los intereses de los EE UU son los de los EE UU. Esta verdad no es ni mucho menos de Perogrullo. Durante mucho tiempo Occidente ha dicho y repetido que Ucrania es uno de los nuestros y que sus preocupaciones y achares son los de nuestras capitales.
Parece que finalmente se va entendiendo la verdad elemental de que las aspiraciones ucranianas, consideradas en su conjunto, tienen poco o nada que ver con la gran estrategia de Occidente. Esto lo señalaron dentro de los EE UU los conservadores, asustados al ver que su pais se embarcaba en cambios de fronteras y delirios nacionalistas opuestos (no simplemente distintos) a la filosofía fundacional de la Unión americana. Como muy bien dijo George F. Kennan "los Padres Fundadores se revolverían en su tumba si viesen que ampliamos la OTAN." Pero los dos grandes males que podría traer una confrontación prolongada serían: uno, el recurso al arma nuclear por parte de Rusia y dos, abrir una guerra entre Rusia y la OTAN.
Es interesante hacer notar que los autores establecen una correlación entre duración y peligro de escalada, lo que les lleva a concluir que los EE UU deberían de intentar llegar a la paz en el corto o medio plazo. Esto del tiempo demorado está en el comienzo mismo del conflicto. Rusia creía que Kiev caería en una semana. Los EE UU, que Rusia rendiría palo ante las sanciones. Al no cumplirse ninguna de estas dos hipótesis llegó el conflicto que conocemos y que no es bueno para nadie. No obstante, los críticos como yo, pensamos que antes que la duración viene el intrusismo americano. ¿Qué hacían EE UU financiando la Revolución Naranja? ¿Y el Maidan? Leer el Maidan como una primavera de Praga es una aberración. Para empezar Yanukovich era un gobernante legal, no una autoridad de ocupación como la checa. Y sobre todo, quienes se sublevaban ante el supremacismo nazi-católico-polaco del Maidan no eran rusos sino ucranianos que se sentían próximos a la sensibilidad ortodoxa moscovita.
La manera de resolver ese problema no era lanzar contra ellos al Batallón Azov, de ideología y símbolos nazis, sino adoptar la solución occidental. La de EE UU, que no quieren tener idioma oficial para no tener en su identidad ningún componente étnico, la del Reino Unido y sus cuatro naciones, Gales, Escocia, Inglaterra, Irlanda del Norte, la de Alemania, República Federal, o la de España, reino de autonomías. En lugar de eso, se apoyó y sigue apoyando una patria unánime, algo imposible de conseguir y que ya ha causado unos diez mil muertos en una guerra civil salvaje y sin resultados positivos. En esto Kissinger tenía razón: si una Ucrania se pone contra la otra terminarán en guerra civil y ruptura territorial. Así ha sido.
Ucrania, en sus presentes fronteras legales, no puede ser unánime. Hay dos Ucranias y desde hace mucho. Desde que en 1667 Rusia y Polonia firmaron la Tregua de Andrusovo por el cual el Dniper marcaba la frontera entre la Ucrania polaca y la Ucrania rusa. Bajo diversos nombres y fronteras esas dos sensibilidades han sobrevivido hasta hoy. Por ello el intento del Maidan de eliminar lo ruso, concentrado en la parte Este del país, es un desvarío. Pero lo mas sorprendente de todo es que ese proyecto de orates haya sido provocado y apoyado por EE UU. Se suele decir que como las bazas de Rusia son limitadas recurre a los conflictos congelados. Es verdad. Pero EE UU, con grandes bazas en su mano, dan golpes de Estado a gobiernos legítimos, que es todavía peor.
Volviendo a la Rand, los autores pasan revista a las razones por las que es difícil llegar a un acuerdo. Optimismo bélico (ambos bandos creen que pueden ganar), pesimismo sobre la paz, y escepticismo ruso sobre el levantamiento de sanciones. En el caso de Ucrania un factor adicional es la permanencia o no de la ayuda occidental, algo espinoso y de difícil compromiso. Por otra parte, garantizar un apoyo irrestricto daría argumentos a los halcones ucranianos y el incentivo sería no terminar sino mantener vivo el conflicto. Una opción intermedia es dar garantías de seguridad a Ucrania. Pero eso es algo que ya Ucrania intentó sin conseguirlo.
Occidente se negó a garantizar el status de neutralidad que pedía Zelensky ya al comienzo de la guerra. No obstante es claro que la solución adecuada sería un acuerdo político permanente con Rusia ya que de otra manera, si EE UU garantiza a perpetuidad la seguridad de Ucrania sin el asentimiento ruso, EE UU se cargaría con un pasivo que podría resultarles disfuncional si hubiesen de enfrentarse a otros problemas de seguridad con terceros países. Todo ello sin tener en cuenta el posible encontronazo armado con Rusia si la garantía fuese de carácter ejecutivo.
En fin, es de felicitarse que un actor sistémico como la Rand haya por fin entrado en razón y entendido que el conflicto prolongado es malo. Esperemos que en un futuro cercano entiendan que lo malo fue el origen sin mas, el nefasto Maidan. Entretanto se ha producido una confesión sensacional. El antiguo Primer Ministro israelí, Naftali Bennet asegura haber conseguido en marzo del 2022 un buen principio de acuerdo con Rusia, que abandonaba la idea de desmilitarizar y desnazificar Ucrania a cambio de mantener el acervo territorial conseguido. Pero que EE UU rechazaron porque querían debilitar a Rusia. Rechazo que ratificó en Abril del mismo 2022 Boris Johnson. La coincidencia de esta confesión con el paper de la Rand deja claro el error occidental. El eje anglo creía que el tiempo jugaba a su favor. Y en realidad jugaba en su contra. Con perdón pero eso es algo que todos los críticos dijimos y que nos valió la enseña de vendidos al Bizum de Putin porque el meme sistémico era que la lucha continuaría hasta la completa recuperación de Crimea. Quien ignoraba algo tan elemental era Washington. En fin, Churchill sigue vivo. A el se le debe la frase "los americanos siempre terminan por hacer lo correcto después de haber intentado todo lo demás". @mundiario