Triste hora de España con la peor clase política de su historia

Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.
Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez.
El país está necesitado de un gran pacto de Estado como se hizo durante la transición.
Triste hora de España con la peor clase política de su historia

Debo confesar que soy más aficionado a la historia y a los libros de memorias que propiamente a la novela o el relato de ficción. Esa querencia prendió en mí en la escuela y sobrevive en el presente. Cuando uno examina el pasado reciente de nuestro país, pese a los errores notables que heredamos, resulta inevitable comparar a los políticos de otro tiempo y los del nuestro, clase que con escasas excepciones ha venido a menos. Porque aquellos personajes ahora en los libros, desde sus perspectivas, tenían al menos idea o sentido del Estado, de España como conjunto, con independencia de la orientación que quisieran darle. Y ese sentido del Estado hoy parece ausente.

El campo de la política es en estos días un yermo territorio donde anidan diversas especies de sujetos al que uno cuesta imaginar en otro oficio que no sea la sopa boba de sus cargos, aparte de que, con frecuencia, cuando los dejan los recolocan en lugares para los que no siempre están capacitados. Y en eso, los llamados de derechas y los de las pretendidas izquierdas se diferencia en bien poco o, mejor dicho, en nada.

Se ha construido un Estado disparato, insostenible, pero sostenido sobre los hombros de los contribuyentes, incluso de los que aún no han nacido, pero que recibirán esa herencia. Y me da igual, en este diagnóstico que lo apliquemos al Estado o a las autonomías. Fue el modo de aplicarlo el gran e irreversible error de la transición, que alumbró una recua de mecanismos para que pudieran formarse las nuevas clientelas. ¿Necesita España un Gobierno con 23 ministros, algunos pintorescos, a los que hubo que colocar dentro de los apaños de Sánchez para subirse al falcon?

Entre todos, es especialmente obsceno que algunos hablen de regeneración y pretendan ser los alertadores del futuro, instalados en su propio cinismo. No es que sean mejores que la derecha abracadabrante donde tantos han robado al mismo tiempo, pero al menos, y vean lo que subrayo, estos otros al menos no presumen de honrados ni invocan como guían se conducta principios morales que no poseen.

Paso de citar el repaso de situaciones actuales del país, necesitado de un gran pacto de Estado, como se hizo durante la transición, pero cada uno se enrosca en sus miserias, en sus egoísmos de corto alcance, y les importa un pito el país, mientras pierden el tiempo hablando mal unos de otros y se enredan en pintorescas discusiones, echándose las culpas de nuestros males los unos a los otros. No se vislumbra remedio ni regeneración en el horizonte. De momento, lo único que está claro es lo evidente. Y lo evidente es descorazonador. @mundiario

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