No todo fue blanco ni negro en las cajas de ahorros

Julio Gayoso, José Luis Pego y los logos de Caixanova y Novacaixagalicia. / Mundiario
Julio Gayoso, José Luis Pego y los logos de Caixanova y Novacaixagalicia. / Mundiario
El tándem Julio Gayoso y José Luis Pego, que dejó atrás una etapa de gloria para bajar a los infiernos, recibe una buena noticia judicial. / Análisis en La Región y Atlántico.
No todo fue blanco ni negro en las cajas de ahorros

En la histórica crisis de las cajas de ahorros españolas hubo dos grandes asuntos que definieron su vertiente judicial: las operaciones relacionadas con el sector inmobiliario –básicamente créditos– y las retribuciones internas de sus ejecutivos y consejeros. Es decir, por un lado, se les acusó de conceder créditos de manera poco ortodoxa y, por otro, de subirse los sueldos sin cumplir todos los requisitos legales. Las valoraciones morales que a veces se hicieron ya no estarían en la esfera judicial, sino más bien en el plano político o meramente periodístico.

El asunto de los sueldos de algunos ejecutivos o el de las tarjetas de ciertos consejeros de cajas no sería el más cuantioso, sin que ello quiera decir que carezca de importancia, que la tiene. Pero la parte sustancial del agujero de las cajas tiene que ver con los créditos ligados a operaciones empresariales fallidas, por lo general inmobiliarias.

Hay una tercera derivada –popularmente conocida como la de las preferentes–, que tiene relación con los clientes que compraron títulos de las cajas, a menudo sin conocimientos financieros suficientes.

Juzgar todos estos asuntos hoy en día, del mismo modo que analizarlos periodísticamente, sigue siendo posible; de hecho, se hace, pero hoy cuesta más entenderlo que en los primeros años de este siglo. Lo que ahora parece un cúmulo de disparates, visto lo visto, entonces no estaba tan claro que lo fuesen; de hecho, no solo fallaron los ejecutivos y los consejeros de las cajas –y de los bancos, aunque de esto se habla menos–, sino también los supervisores. También se equivocaron algunos clientes, ya que no todos ignoraban lo que estaban haciendo con su dinero.

La banca se comió a las cajas

¿Qué es lo que queda de todo aquello? En primer lugar, que la banca se ha hecho con el grueso del negocio financiero, que antes se repartía casi a partes iguales con las cajas. Cuando pasen más años, será realmente eso lo que haga historia. Pero también quedan los daños colaterales, claro: inversores engañados, gestores a veces excesivamente audaces y ambiciosos, trabajadores en paro y empresarios arruinados.

Generalizar, como en casi todas las cosas, no suele ser riguroso, por lo que para hacer un análisis correcto habría que ir caso a caso, no solo entidad a entidad, sino también operación a operación. La justicia, en ese sentido, tiene mucho mérito, porque debe profundizar a fondo, a veces con dificultades y medios escasos. Por eso también se equivoca, del mismo modo que le pasó a los reguladores –léase Banco de España– y a los propios coprotagonistas de toda esta historia.

Si generalizar no es bueno, menos aún lo es demonizar. Claro que ha habido gestores de cajas que se han pasado de la raya, sin duda, pero también los ha habido que no, y que fueron metidos en el mismo saco. A su vez, hubo gestores con una trayectoria brillante a los que esta crisis se los llevó por delante, literalmente.

Gayoso y Pego

Julio Fernández Gayoso y José Luis Pego Alonso, los hombres que dirigieron Caixanova y posteriormente Novacaixagalicia, han sido absueltos ahora de presuntos delitos societarios y de blanqueo de capitales por los préstamos concedidos a la empresa Promalar para la compra de la conservera Bernardo Alfageme.

También lo fueron Juan Lago Pérez –el administrador de Promalar–, Gregorio Gorriarán Laza, José Benito Parente Vázquez, Manuel Adolfo Tomás Ardid Posada, Manuel Ángel Ansede Sánchez, Emilio Estévez Mateo, Javier Tilves Carballo y María Clara Fernández, ahora sin los cargos que se les imputaban en el proceso.

En juego estaban supuestos delitos de apropiación indebida o de administración desleal, falsedad documental y blanqueo de capitales. Traducidos esos delitos a euros, el supuesto agujero sería de 80,5 millones.

Para la acusación, se trataría de que los accionistas de la conservera pudiesen salir en condiciones favorables para ellos, pero perjudiciales para la entidad de ahorros. Finalmente, para la justicia se trata de que los investigados son inocentes.

De la gloria a los infiernos

El tándem Julio Gayoso y José Luis Pego, que dejó atrás una etapa de gloria para bajar a los infiernos, recibe esta vez una buena noticia judicial, que seguramente no será la última. Lo que ya nadie podrá evitar en este caso es el recuerdo de sus penas de telediario. Ni otros muchos sufrimientos personales y familiares.

También para todo esto será necesario que pase el tiempo. Las nuevas generaciones se han hecho una imagen muy negativa de las cajas y de sus principales dirigentes. A veces con razón, pero otras no. Julio Fernández Gayoso fue el artífice de buena parte del desarrollo industrial y pesquero de Vigo; incluso de otras partes de Galicia. Decirlo hoy suena fuera de lugar, pero no es menos cierto que sus posibles errores en la recta final de su larga carrera. José Luis Pego empezó con Gayoso llevando los asuntos de prensa y terminó siendo su sucesor en la dirección general. Algunos que entonces lo adulaban, después lo denostaron. ¿Qué Pego fue el bueno y cuál fue el malo? No todo es blanco ni negro, por eso hay tantas gamas de grises. 

El manual dice que hay que respetar las sentencias judiciales, sin que impida ejercer la crítica razonada. Esta vez la justicia ha declarado inocentes. Otras ya veremos. @J_L_Gomez


Antigua sede de Caixanova en Vigo. /Atlántico & La Región
Antigua sede de Caixanova en Vigo. /Atlántico & La Región

La desaparición de las cajas, una desamortización financiera

J.L.G.

En la crisis financiera del 2008, el endeudamiento de empresas y familias y, como resultado, de los bancos y de las cajas de ahorros tuvo que ver con la abundancia de liquidez en pleno boom inmobiliario, el descenso de los tipos de interés y la escasa percepción del riesgo.

Tras una crisis salvaje, Ontinyent y Pollença fueron las únicas cajas de ahorros españolas que mantuvieron intacto el modelo tradicional. El proceso privatizador de las cajas, depositarias de la mitad del sistema financiero a comienzos del siglo XXI, se narró sin que se conociesen todos los detalles. Pero, sin darnos casi cuenta, hemos asistido a una verdadera desamortización financiera que tuvo consecuencias negativas, económicas y sociales.

La primera consecuencia constatable es que con la transformación de las cajas en bancos se perdieron unas entidades cercanas al cliente y al territorio a cuyo desarrollo económico y sociocultural contribuyeron de forma decisiva, durante muchos años. 

Lo cierto es que, para mayor gloria de la banca privada, bajo el eufemismo de su reforma, se privatizaron a precio de saldo unas instituciones que atendían a millones de ahorradores y a toda la sociedad, la cual, además de un buen servicio financiero, recibía de las cajas un dividendo social en forma de actividades culturales y asistenciales.

El influyente papel Caixabank, con Cataluña detrás; la fortaleza de las cajas vascas, y la solución alcanzada en Galicia, con Abanca, salvaron en parte los muebles en sus territorios, pero en la mayor parte de España no tuvieron tanta suerte y hoy para financiar algo importante tienen que ir a Madrid o a Barcelona. @J_L_Gomez en @mundiario

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