¿Sobrevivirán las democracias el asalto de las autocracias por la hegemonía económica mundial?

Una urna.
Una urna.
Los sistemas autoritarios controlan el 30% del PIB mundial, según El País. Las democracias liberales pueden reaccionar, o propagando escenarios catastróficos, poniendo en duda el modelo capitalista, o resaltando informaciones que inviten a la esperanza, así como propuestas que fortalezcan su sistema.
¿Sobrevivirán las democracias el asalto de las autocracias por la hegemonía económica mundial?

Hay comentaristas en el diario El País que sigo asiduamente, porque me importan sus opiniones. Por ejemplo, al barcelonés Xavier Vidal-Folch, cuyos artículos sobre asuntos catalanes, españoles y europeos considero muy bien argumentados. O al presidente del Instituto Cervantes Luis García Montero, cuyas columnas sobre asuntos culturales son siempre interesantes. Pero me irritan, cuando se meten a opinar sobre temas económicos. Porque, para ellos como para otros colegas del diario, casi todo es blanco o negro. Les encanta reducir a los protagonistas de la economía en buenos y malos. 

De momento, para la prensa progresista en general, el malo de la película es el empresario. Parecen haber olvidado esa cita del primer ministro del Reino Unido Winston Churchill que no debería caer nunca en el olvido: “Muchos miran al empresario como el lobo al que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar, pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”.

Preocupa la discusión poco matizada sobre la mejor política económica, social y fiscal a seguir en tiempos de crisis como los actuales. En España y en Europa. ¿Bajada de impuestos?  Conlleva el riesgo un castigo de los mercados cuando el déficit público se dispara, como comprobó hace muy poco la penúltima primera ministra del Reino Unido Liz Truss. ¿Cargas fiscales a los beneficios extraordinarios de eléctricas y petroleras? Sus partidarios las defienden con argumentos morales, pero conlleva el riesgo de que inversiones de las empresas afectada se retraigan. ¿Regular los mercados energéticos topando precios máximos? Conlleva el peligro de un aumento del desequilibrio coyuntural. 

¿Una subida de los salarios según la inflación, para combatir la pérdida el poder adquisitivo? Conlleva la amenaza de que los precios sigan disparados, si no se diferencia entre salarios altos y bajos, multinacionales y pymes, sectores que van bien o tienen problemas. ¿Un aumento del salario mínimo interprofesional? Conlleva como efecto positivo el aumento del nivel de toda la escala salarial, pero solo si va acompañado de un afloramiento importante de la economía sumergida. ¿Un pacto de rentas para varios años? Conlleva la necesidad de una firma del Gobierno, de los agentes sociales y del principal partido en la oposición, para que no sea papel mojado después de unas próximas elecciones.

Tremendismo

Los partidos políticos que argumentan a favor de unas medidas, se encuentran con la oposición total de sus adversarios. Estos, a su vez, proponen alternativas que son rechazadas de principio por el otro bando. Contra los escenarios catastrofistas que muchas veces se dibujan indiferenciadamente en el marco de esta lucha sin cuartel, hay por suerte voces que tratan de combatir la avalancha de malas noticias que nos invaden, preguntando: ¿Es la realidad tan tremenda como en ocasiones se nos traslada? Respondió Álex Martínez Roig en el suplemento Ideas de El País el 30 de octubre con el artículo titulado “Sobrevivir en un mundo cargado de malas noticias” y la entradilla “El tremendismo amenaza con convertirse en un género en sí mismo, más allá de la realidad. ¿Deberían recibir algo más de luz informaciones que invitan a la esperanza?”. 

Quizás convenza al lector que busque y lea el artículo, si cito de él tres destacados. El primero, “No todo es negativo: los mercados de trabajo de las grandes economías son sólidos”. El segundo, “En el mundo, hay avances científicos extraordinarios (como las vacunas) y se reducen pobreza y hambre". Y el tercero, “Falta un relato consensuado de la realidad y ha desaparecido el sector moderado de cualquier debate enconado”.

Patriotismo cultural

La explicación para este último problema la intenta el intelectual estadounidense de origen alemán Yascha Mounk, autor del estupendo ensayo de 2018 “El pueblo contra la democracia: por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla”. En una entrevista en el mismo suplemento de El País afirma Mounk: “Los seres humanos somos tribales. Solemos tratar a los miembros de nuestro grupo con mucha generosidad y altruismo, incluso con valentía. Pero no nos sentimos obligados de actuar igual con los que son ajenos al grupo. Con ellos podemos ser increíblemente crueles”. Para a continuación abogar por “un patriotismo cultural que haga referencia a las ciudades, los paisajes, las vistas, los olores, los rasgos culturales…Una celebración del presente, dinámica, cambiante, y que ya contenga las influencias de inmigrantes y grupos diversos. Un patriotismo cultural diario que nos haga perder los miedos”.

Bienvenidos intelectuales como Mounk, actualmente profesor invitado en el St. Anthony´s College en Oxford, porque sus reflexiones sobre el desafío de la multiculturalidad en las democracias liberales aportan propuestas y pistas para reforzar nuestro modelo de economía social de mercado, frente al enemigo emergente: los sistemas autoritarios, que ya controlan el 30% del PIB mundial. Bienvenido también el excelente análisis sobre este tema de Miguel Á. García Vega, publicado por El País en su suplemento Negocios del 30 de octubre bajo el título: “Las autocracias se hacen fuerte en la economía mundial”.

Las autocracias 

En él, García Vega cita a Daron Acemoglu, catedrático de economía del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT): “Estamos en medio de la mayor ola antidemocrática de los últimos cien años”.  Explica la erosión continua de la democracia con que falta voluntad para llegar a consensos, la globalización y la inequidad han fracturado el equilibrio generacional, las redes sociales y la inmigración han destrozado el orden cultural y la invasión de Rusia en Ucrania ha hecho saltar por los aires los equilibrios geopolíticos. Para advertir que las autocracias “son regímenes inicialmente elegidos en las urnas y que luego se vuelven más autoritarios y autocráticos”. 

También cita a Raian Divanbeigi, economista del Banco Mundial: “Resulta fácil encontrar países autocráticos que durante su historia lograron resultados económicos impresionantes. Pero pensar que las autocracias son más propensas al éxito que las democracias resulta un error”. Y por último cita al analista Martin Wolf con su inquietante pregunta “si las democracias liberales continuarán siendo democracias liberales. Es lo que más me preocupa”.

A mí también. Con más razón necesitamos propuestas que fortalezcan nuestro sistema e informaciones que inviten al optimismo. ¡Que las hay, como certifican los artículos periodísticos anteriores! @mundiario

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