Sánchez y sus cesiones a Bildu contra la Ley de Amnistía que defendiera Camacho

Personajes de la Guerra Civil 3
Protagonistas y testigos de la guerra civil española. / Mundiario
El presidente del Gobierno debería haber leído el discurso del comunista Marcelino Camacho, ponente de la Ley de Amnistía del 77.
Sánchez y sus cesiones a Bildu contra la Ley de Amnistía que defendiera Camacho

En alguna ocasión he aludido, al abordar el asunto de las llamadas Ley de “Memoria Histórica” y ahora "Ley de Memoria Democrática" a las dos razones personales que vinculan especialmente mi interés por el contenido de fondo de ambas. Desde muy joven leí todo lo que pude sobre la guerra civil y entrevisté, ya como periodista, a diversos personajes de aquel periodo y sus secuelas, desde el general Enrique Líster, los políticos Dionisio Ridruejo,  Gil Robles, Carrillo, Santiago Álvarez, Luis Soto o Arturo Cuadrado y otros; el líder obrero Marcelino Camacho (ponente de la Ley de Amnistía del 77) , el general Gutiérrez Mellado y otros, y también conocí y entrevisté a historiadores  como al autor del famoso libro “El mito de la cruzada de Franco” Herbert R. Southworth. Siempre he tratado de hacerme una visión objetiva de aquellos hechos. Un día cayó en mis manos el libro “La dominación roja en España. Causa General instruida por el Ministerio Fiscal”.  Los crímenes, asesinatos, sacas y ejecuciones que allí aparecen, muy ilustrados con las fotos de los crímenes atroces que se cometieron en la zona republicana.

Pero además de todo esto, hay dos circunstancias personales que me aproximaron especialmente al asunto: Fui procesado y absuelto por un reportaje en “Hoja del Lunes” de Vigo y “Sábado gráfico”, de Madrid, sobre el consejo de guerra contra las personas que mantuvieron la legalidad republicana en Tui cuando fue la última ciudad de Galicia en caer en manos de los sublevados, donde la represión fue feroz. El tribunal que me juzgó lo presidía el magistrado Mariano Rajoy, padre del que fue presidente. A mi favor depuso una anciana, la maestra Josefina García Segret, autora del libro de memorias “Abajo las dictaduras” que salvó la vida, tras ser condenada a muerte, por republicana, fingiendo un falso embarazo estando en capilla, gracias al valor del doctor Darío Álvarez Blázquez, hijo de uno de los fusilados en Tui, médico también. La segunda razón fue la propia peripecia personal de mi abuelo materno, el ferroviario Francisco Fernández Alcántara, episodio del que nunca se habló en mi familia y del que me enteré al leer el libro del librero Antón Patiño “Memoria de ferro” que lo relata. Mi abuelo era uno de los que conducía el último tren que circuló tras el alzamiento entre A Coruña y Monforte, en que huyeron los voluntarios que intentaron evitar la sublevación en Lugo. El y el otro maquinista fueron detenidos al llegar a Monforte, acusados de “auxilio a la rebelión” por los rebeldes, encarcelados y no perdieron la vida de milagro.

Pactos_Moncloa [640x480]
La amnistía fue una pieza esencial del espiritu de la Transición.

Nunca vi a nadie que alabara tanto la amnistía de 1977 que venía a poner fin al odio entre españoles y cerrar el capítulo de las dos Españas enfrentadas como el comunista Marcelino Camacho, quien pasara gran parte de su vida en la cárcel por su actividad sindical, tras ser uno de los perdedores de la contienda. Pedro Sánchez debería leer el discurso en que el veterano luchador defiende aquella medida, pieza esencial de la transición. Tanto la Ley de la Memoria histórica como la de la Memoria Democrática, aunque no se atrevan a derogarla, pretende dejar sin efecto la Ley de Amnistía de 1977, como plantea claramente otro de los socios de Sánchez, Esquerra Republica que propone claramente que sea derogada, sinceridad que es de agradecer.

Aquel discurso de Macelino Camacho

El 8 de octubre, un día después de que el Consejo de Ministros tramitase la ley para su aprobación en el Congreso, ETA-m asesinó en Gernika a Augusto Unceta, presidente de la Diputación de Vizcaya, y a sus dos escoltas. No obstante, la ley se aprobó con 296 votos a favor, dos en contra, 18 abstenciones y un voto nulo y el 9 de diciembre el último preso etarra amnistiado abandonaba la prisión de Martutene. En la firme defensa de la ley de Amnistía salió uno de sus ponentes, el diputado de la minoría comunista y recién elegido secretario general de Comisiones Obreras Marcelino Camacho, quien entonces dijo: ”Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía. ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre? Para nosotros, tanto como reparación de injusticias cometidas a lo largo de 40 años de dictadura, la amnistía es una política nacional y democrática, la única consecuente que puede cerrar ese pasado de guerras civiles y de cruzadas”.

Por lo visto, otra vez vamos a echar cuentas de los asesinatos y ejecuciones que cometieron unos y otros, establecer gradaciones entre el terror anárquico y los procesos judiciales, ya fueran tribunales populares o consejos de guerra y ahora, convertir a los terroristas de ETA en alertados luchadores por la democracia. Y ya que se trata de recordar, de hacer memoria, veamos algunos datos:  Sólo antes de la guerra civil, fueron muertas entre asesinatos y enfrentamientos de pistoleros de los dos bandos 2.500 personas, como macabro preludio de lo que se avecinaba. Si nos horroriza el terror de las chekas, ¿qué decir de las ejecuciones masivas de republicanos llevadas a cabo por tras la conquista italiana de Málaga o de la de Badajoz? Según Palacios y Stanley G. Payne, las estimaciones actuales permiten aventurar que en el banco republicano se cometieron 56.000 asesinatos, cifra que casi se dobla en el bando de Franco, al sumarse las ejecuciones judiciales, derivadas de los consejos de guerra que se prolongaron durante muchos años tras la guerra civil. Y ya sé que la memoria de las víctimas que fueron privadas de la vida o sometidas a represión en la zona controlada por la república ya fue reivindicada y honrada y estaba pendiente la justa reparación, recuperación y sepelio digno de las del llamado sufrieron la misma suerte por sus ideas u origen en la llamada zona nacional y el periodo franquista, represión que alcanzó hasta los años sesenta del pasado siglo, en cuando a procesos y consecuencias penales diversas, con condenas a prisión y otras también en el ámbito civil. Pero ese es un aspecto y no volver a retorcer la historia y menos del modo que se pretende.

Si, como dice Stanley G. Payne la ley de la Memoria histórica de Zapatero “Es una ley sesgada”, la de la Memoria histórica de Sánchez, aparte de abundar en lo mismo, va más allá, al revisar la propia transición y plegarse a la conocida pretensión de los administradores de la herencia de ETA de blanquear la historia de esta organización terrorista, permitiendo que se revise la propia actuación del Estado, ya en plena democracia, en el periodo en que se cometieron algunos de los más tenebrosos asesinatos y atentados, que Bildu anota como una parte de la lucha por la democracia con el mayor descaro, pero haciendo constar el peso de los cinco votos que contribuyeron a llevar y mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa. Esa es la realidad. @mundiario

Comentarios