¿Por qué tienen tanto miedo a lo que pueda decir en el Congreso Ramón Tamames?

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Tamames relexiona
Tamames no pretende ser presidente del Gobierno, pero su discurso despierta curiosidad y recelos por igual.
¿Por qué tienen tanto miedo a lo que pueda decir en el Congreso Ramón Tamames?

¿Por qué tienen tanto miedo o provoca tantos recelos lo que pueda decir desde la tribuna del Congreso de los Diputados Ramón Tamames? ¿Qué escándalo puede provocar este señor mayor desde esta palestra donde se insulta a España, se denigra su Constitución, se reclama la salida de parte del territorio nacional de la estructura mismo de ese Estado y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del mismo, se recuerda a los terroristas como hombres de paz, o se solicita que se dinamite el Estado mismo con su configuración actual de modo repetido?

De momento, a Tamames se le insulta de modo harto miserable desde estancias de la izquierda de cámara, se le niega el derecho a evolucionar y a opinar, y no se escatiman de modo ruin todo tipo de descalificaciones, empezando por la burla a su edad. Y eso no quiere decir que deje de sorprender que a estas alturas este economista e historiador reaparezca en escena enrolado por VOX.

Todo el mundo sabe que la cuestión no es que pretenda ser presidente del Gobierno ni de nada, y que la moción de censura tenga otro fin que aprovechar la ocasión para lanzar un mensaje a la sociedad y analizar, con el rigor de su obra, la etapa y el presente de la era que encabeza Pedro Sánchez.

Es curioso que los mismos que han defendido a Bildu y a sus pactos con el PSOE, insistiendo en que es un partido legal, amparado por el marco de la Constitución, con presencia en el Congreso de los Diputados, con todo derecho a estar allí y defender sus posiciones, entiendan que otras ideologías sean, por principio, fuera de ese marco legal, y por tanto, a priori, cualquiera de sus iniciativas sean anatema antidemocrática, rechazable de plano, y con ella todos quienes le presten apoyo o concurso, aunque también esté en el hemiciclo donde se acomodan Bildu y otros.

Tamames no responde a las memeces que le dicen, quizá porque se aplica a sí mismo la conocida conseja de Voltaire: “Nunca respondas a la injuria de un imbécil”. No es preciso, los propios insultos que le lanzan, los juicios inquisitorios que le profieren a quienes realmente definen y descalifican es a los propapaladores de tales bajezas. Las infamias rebotan sobre las plumas y las cabezas de estos neocomisarios. Es una vieja técnica, por cierto, que practicaba el estalinismo contra aquellos intelectuales desafectos.

La trayectoria personal de Tamames, desde su temprana juventud, y todo lo que ha sido su vida intelectual y política no puede merecer otra cosa que respeto porque su figura y lo consecuente de su compromiso emerge sobre la inmunda reprimenda que determinados sectores del neoprogresismo le dedican. Sólo por su obra intelectual y su aporte al conocimiento de la realidad económica e histórica de España merece el mayor respeto.

Pero a Tamames le temen, la contundencia de su rigor asusta y a algunos no se les pega la camisa al cuello ante el efecto que pueda provocar en la sociedad española la solvencia de sus juicios. La visión del miserable, como tantos que estos días critican a Tamames, frente a la dimensión humana e intelectual de un personaje que los supera, está alimentada por las propias percepciones de sus complejos, al no admitir que esa otra persona se proyecta más allá del propio espacio donde se asienta ideológicamente. En ese sentido, el mero repaso de la vida de Tamames en sus diversas fases hace saltar por el aire, entre otros insultos que le están dedicando.  

Desde la reflexión, el estudio y en análisis, aquel joven actividad antifranquista de los años cincuenta llega a la madurez de un hombre que aporta una densa obra de reflexión y que, por encima de todo, tiene una clara idea de España.Yo creo que, en el fondo, lo que diga en el Congreso será un mensaje a modo de despedida de lo que él piensa de la actual situación del país y de sus responsables para que la gente reflexione. Por eso temen lo que pueda decir y provoca por igual curiosidad y recelo. @mundiario.

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