¡Que me devuelvan mi dinero!

Representación de moneda Ethereum. / Pixabay
Representación de moneda Ethereum. / Pixabay
Las principales criptomonedas como Ethereum han perdido un 80% de su valor, pero aún están muy por encima de las valoraciones originales. Veremos en las próximas semanas cuál es su resistencia.
¡Que me devuelvan mi dinero!

Los que juegan a la lotería saben que lo normal es que pierdan lo jugado. Pero no por eso acuden al lugar donde la han comprado a exigir que les devuelvan el dinero. Lo mismo ocurre en el casino y en el resto de los llamados juegos de azar.

Sin embargo, hay mucha gente que cuando se juega el dinero en operaciones aparentemente menos arriesgadas, pero con riesgo evidente para cualquiera que no sea el afectado, acude inmediatamente al Estado para que le resarza de sus pérdidas.

Algunas veces pueden tener razón, como cuando las preferentes en la salida a bolsa de Caja Madrid, por abuso de confianza de la persona que debería cuidarse de proteger sus ahorros y por la obligación de supervisión del Banco de España, lo que derivó en responsabilidad subsidiaria del estado, pero en general han perdido dinero por su propia avaricia.

En España sobran los ejemplos relativamente recientes: el primero que saltó destacado a los medios fue el de la inmobiliaria Sofico; luego vinieron Afinsa y Foro filatélico: una buena parte de los afectados, reclamaron judicialmente al Estado, sin éxito, la recuperación de lo perdido por la teórica negligencia en la supervisión de las entidades correspondientes. Algo parecido sucedió con Gescartera, Gowex, y antes con los pagarés de Nueva Rumasa. Normalmente se trata de las llamadas estafas piramidales.

Todos ofrecían rentabilidades muy por encima de lo habitual en el mercado, lo que hizo sospechar a los inversores experimentados y picar a los ingenuos o mezquinos.

Ahora les ha tocado el turno a los inversores en criptomonedas con el espectacular colapso de FTX, una de las más importantes intermediarias- exchanges- de criptomonedas y otros productos digitales como NFTs que, junto con Binance, procesaban la mayoría de las transacciones realizadas en todo el mundo. El 90 % de las compraventas de bitcoins se realizan a través de estos intermediarios.

El fundador y presidente de la compañía Sam Baukman Fried, de solo 30 años se había hecho en poco tiempo con un fortuna personal de 16.000 millones de dólares .Sus prácticas contables ocultaban el valor real de la empresa hasta que tuvo que hacer frente a retiradas de fondos.

Baukman-Fried gozaba de gran prestigio gracias a sus importantes donaciones al partido demócrata y su activismo en el llamado: “altruismo eficaz “  través de la financiación de organizaciones benéficas de demostrada eficiencia. Para la promoción de FTX contrato a famosos como Matt Damon y la tenista Naomi Oskaka.

FTX estaba registrada en Bahamas para evitar las, escasas, regulaciones de Estados Unidos.

32.000 millones de dólares de un millón de propietarios, empresas e intermediarios se han esfumado. Todavía no se sabe cuánto se podrá recuperar. Lo impresionante es que entre los accionistas se encuentran algunos de los principales fondos de inversión, cuyos gestores deberían saber en lo que invierten.

En España también acaba de explotar la versión cutre de ese tipo de  estafa piramidal que ha terminado con el suicidio de Javier Biosca.

Los inversores individuales en general no sabían en lo que estaban invirtiendo. Se movían en el espacio del pensamiento mágico que sirve para explicar lo que no se entiende y para ignorar lo que vaya en contra de nuestras creencias.

Las principales criptomonedas como Ethereum han perdido un 80% de su valor, pero aún están muy por encima de las valoraciones originales. Veremos en las próximas semanas cuál es su resistencia.

Lo que realmente llama la atención es que los inversores no aprendan tras las varias crisis provocadas por artimañas financieras que aparentemente son tan eficaces como el milagro de los panes y los peces-mundo mágico, -pero que en realidad solo dan de comer a los primeros que llegan. @mundiario

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