Putas pluscuamperfectas

Una imagen de la prostitución. / Facebook
Una imagen de la prostitución. / Facebook

España, país de putas sin paridad, pero no de las que hacen la calle sino de los que toman la vía pública a cargo del erario en busca del éxtasis.

Qué país tan puteado nos están dejando. Sobre todo de un tiempo para atrás. Estamos rodeados de perfectos pluscuamperfectos con preceptos públicos, gratuitos y de calidad. “La puta España”, como dicen los indepes catalanes que tacañean la propina. 

Los que acusan de corrupción a todas horas al PP y hasta derrumbaron el Gobierno con una moción de censura muy legítima por la misma causa, resulta que ocultan sus casos de putrefacción. Gente del partido gobernante, como poco antes fue juzgada la cúpula de la antigua Junta de Andalucía, aprovechan el cargo y recursos públicos (malversación) en variadas comunidades y en el Congreso para ir de putas. 

Qué tendrán esas pobres putas tan solicitadas por ciertos sindicalistas, socialistas y otras hierbas de la fauna y flora política de este país que en la tribuna de las Cortes inspiran prohibir la prostitución, pero cuando pillan cacho y chofer oficial no dudan en dedicar los dineros del erario al placentero final feliz consentido para correrse pero no precisamente de vergüenza.

Cuánta razón llevan aquellos altos mandatarios de los Países Bajos que nos acusaban en la crisis del euro de gastar el dinero de todos en mujeres. Ferrovial, por eso, tal vez se cura en salud y traslada su sede a un vecino barrio chino de Amsterdam por algo ajeno al miramiento de las putas con carnet.

Porque las verdaderas putas no son las que comercian con su cuerpo, sino algunos políticos corruptos, que a cambio de fondos (públicos y/o europeos) tratan de enriquecerse comprando favores mientras se dan una alegría con un revolcón en sábanas extrañas, sin importarles la paridad. El puterío antifeminista. Acuden a antros que, al paso que vamos y la frecuencia, deberían declararse de utilidad pública. En busca de un éxtasis frugal con un quicky a cambio de un simple diezmo público. En algunos casos, por algo más que el recibo del IBI. 

Estos putos políticos son más putas que las gallinas. Son putas pluscuamperfectas. Si por mí fuera, yo legalizaría la prostitución, la verdaddera, no la prostitución política, porque al menos pasaríamos a controlar el oficio más viejo del mundo y pagarían impuestos. El 0,5% del PIB representa esta actividad ilícita que pasaría a llenar las arcas públicas y devolveríamos algunos derechos que ahora negamos. Ay, el feminismo de estos feministas de pacotilla, que se van de putas y se olvidan de ellas cuando tiran de bragueta.

Pero si las putas que nos conmocionan en la actualidad llegan a ser del PP o del resto de la derecha, hay caso perenne en la prensa prostituida y en el debate político hasta el día del juicio final. Pero como son del bando moral … recuerdan a los curas pederastas. A Dios rogando y con el mazo dando.  

Hubo un tiempo que nuestras madres nos decían –incluso en pluscuamperfecto– que para ser un hombre “habíamos tenido que hacer la mili”. Hoy están calladas, pero tal vez pensarían  que para ser buen político habían tenido que  ir de putas con dinero público. En algunos casos con el consentimiento de superiores, tesoreros, militantes de partido y el cheque por adelantado para falsear el coito, cuando en la administración pagan a más de 180 días.

Las putas pluscuamperfectas de este país están consiguiendo eso sí, a diferencia de la educación y sanidad,  una prostitución pública, gratuita y de calidad. 

“Baja, que están tremendas”. Santo y seña  para hincar con tiento. Tito y los secuaces se pusieron las botas, pero que le quiten lo eyaculao. Nos recuerda a casos parecidos en el pasado cuyos máximos responsables autonómicos driblan la cárcel alterando la legislación del código penal. Todo muy puro. Jugada perfecta no, pluscuamperfecta. 

A falta de presupuesto para tugurios higiénicos, más de uno se ha de conformar con el porno gratuito en internet, aunque la secretaria de Estado para Igualdad, Angela Rodriguez Pam, afirme indignada con la careta puesta que “el 75 % de las niñas y jovencitas de este país sufran los efectos del patriarcado y  prefieran la penetración a la autoestimulación”.

Seguro que lo suyo  (en casa o en despacho con el retrato de Chita delante)  habrá sido (o seguirá siendo?) el dildo estimulador de silicona.  Las mayores, con pareja o sin pareja, en vista a lo visto, prefieren las putas en las urnas. Y las  futbolistas, como sus homónimos, la disco con música alta cuando no compran árbitros.  Menuda putada. 

Esperaremos en vano en el próximo 8-M una pancarta en defensa de las putas puteadas. @mundiario

 

Comentarios