La propuesta de Belarra es abrir una cadena pública de supermercados con el nombre de Precios Justos

Ione Belarra. / Mundiario
Ione Belarra. / Mundiario
Si esta señora y su partido tuvieran poder como tienen estas ideas peregrinas, acabarían implantando en España los modelos chavista, cubano o argentino en los que proyectos como los que propone consiguieron que todo escasee.
La propuesta de Belarra es abrir una cadena pública de supermercados con el nombre de Precios Justos

La ministra Ione Belarra entró en la campaña electoral con una propuesta exclusiva: intervenir el mercado de la alimentación con la fórmula pintoresca de abrir una cadena pública de supermercados con el nombre de Precios Justos: 1000 supermercados, 15% de cuota de mercado, 50.000 empleos…

Nada original, la ministra copió la idea y el nombre de Hugo Chávez y dice que el objetivo de este “supermercado público” es bajar los precios de los alimentos, proteger a los pequeños y medianos productores agrícolas y ganaderos y, sobre todo, “combatir al capo que está al frente del oligopolio alimentario en España, el señor Roig de Mercadona”.

La señora Belarra tiene fijación con el presidente de esta empresa al que dirige periódicamente ataques despiadados que le salen del alma. Pero solo desde la ignorancia o de la mala fe se puede decir que Juan Roig es el capo de un oligopolio, que no existe en el sector de la alimentación, o llamarle capitalista despiadado desconociendo los márgenes comerciales en los que se mueven Mercadona y las demás grandes superficies comerciales.

Muestra también un gran desconocimiento de los empresarios que todos los días se enfrentan a una competencia dura en un mercado lleno de dificultades y de riesgos y, en medio de esa gran incertidumbre, siguen generando riqueza para la sociedad en forma de salarios e impuestos y abastecen las despensas de la población que busca prosperidad y estabilidad.

Pero si esta señora y su partido tuvieran poder como tienen estas ideas peregrinas, acabarían implantando en España los modelos chavista, cubano o argentino, fracasados en esos países, en los que las medidas intervencionistas como las que propone consiguieron que escaseen, no solo los productos básicos de la cesta de la compra, sino también que falten carburantes en Venezuela, azúcar en Cuba y carne en Argentina, los productos estrella de esas naciones.

“Llevo muchos años trabajando para inventar la vacuna contra la estupidez”, dice el pedagogo José A. Marina y sostiene que solo la educación proporciona un anticuerpo eficiente: “el pensamiento crítico” que rechaza las soluciones simples a problemas complejos, como “el modelo Belarra”, que sabe poco de la realidad del mercado y propone inventos de ineficacia contrastada en el pasado.

Dicho esto, ojalá Belarra y los suyos pusieran en marcha esos supermercados y otras empresas públicas. Solo les pondría una condición: que su partido y ellos mismos refuercen al erario público aportando de sus bolsillos una parte del dinero para montar el entramado de Precios Justos.

Que es un proyecto anacrónico, pero merece una probatura a ver si consigue que estos iluminados constaten su fracaso y dejan de decir tonterías. @mundiario

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